Por Jorge Figueroa
15 Junio 2020
CONSTRUCCIÓN. La fachada de la Secretaría de Hacienda fue intervenida con líneas oblicuas y rectas.
Alejandra Galván vive de su trabajo como profesora. Hace seis años se inició como docente, que es realmente un mundo aparte, le cuenta a este columnista. Dicta la materia Cultura y Estética y Educación artística y trabaja con adolescentes. “Menciono esto en especial porque aporta a mi labor un gran compromiso, y trato de ejercerlo con la mayor responsabilidad posible. El año pasado tuve una experiencia muy linda como tallerista de arte, en comedores infantiles”, dice.
La artista integró la muestra que curaron Bruno Juliano y Gustavo Nieto en La Cripta (2017). En el texto del catálogo escribieron que de las más de 900 obras que conformar el patrimonio del Museo Timoteo Navarro, solo un poco del 4% podría comprenderse en el concepto de abstracción y, de ese porcentaje, no llegan a 10 los artistas nacidos en esta provincia. Toda un dato que no exige más pruebas, pero que da cuenta de la omnipotencia de la figuración y del poder de los grandes maestros.
Tal vez no sea casualidad, entonces, que su mural pintado en 2015 en la Secretaría de Hacienda (Laprida 55), haya sido borrado el año pasado. Y por las mismas autoridades que lo encargaron durante el evento Crea Tucumán.
Galván reúne tres condiciones que están rodeadas de grandes prejuicios y discriminación: ser artista, mujer y abstracta. En una ciudad en la que ninguna de esas condiciones se acepta fácilmente.
EN LAS YUNGAS. Con paneles rosa y azul realizó una instalación.
Tucumán es una provincia figurativa y hasta neobarroca. En 1990, cuando una delegación de docentes y estudiantes de la Facultad de Artes viajó a Rosario, resultó extraño que en su universidad el debate de figuración y abstracción ya no existía.
- ¿Qué te hace artista?
- ¡Qué pregunta! Me atrevo a decir que es el tiempo; el recorrido que fui haciendo con mi trabajo, las experiencias que pude adquirir me configuran la respuesta. Nunca sentí que el acto de colgar un cuadro o estar en un lugar determinado dictamine el ser artista.
- ¿Cómo hacés tu obra?
- La vorágine en la producción no me caracteriza. Mi trabajo es un tanto metódico y necesito tiempo. Inicio cada propuesta con bocetos en computadora; leo, realizo pruebas, maquetas y fotos. Mis últimas experiencias fueron instalaciones y obras de sitio especifico. Esto hizo que me enfoque en la integralidad de la obra, la ideo como escenografía compositiva, entonces, el espacio, la luz forman parte esencial de la propuesta. Me gusta sentarme y planificar.
- ¿Por qué crees que a la gente le resulta indiferente el arte geométrico?
- No me atrevo a contestar por qué a las personas no les interesa. Puedo contarte que la decisión de emprender este camino fue después de una larga charla con Geli González en mi época de alumna en la Facultad de Artes, y me mencionó el desafío de hacer geometría en Tucumán. Así, hace bastante que dejé de justificar lo que hago.
- Hay una obra pública en una oficina del gobierno en Laprida primera cuadra. Pero también expusiste en espacios cerrados.
- Me interesan los desafíos a la hora de hacer un trabajo. Pienso en tu pregunta sobre la obra en la fachada de la oficina pública en calle Laprida (que ya la taparon), y automáticamente recuerdo otras experiencias que tuve como en el Centro Cultural Borges de Buenos Aires, Yungas o La Cripta en Tucumán; todos escenarios muy diferentes, que hacen que el trabajo demande planificación. Menciono estas obras porque tienen el carácter de proyectos, y trabajar en formatos de sitios específicos es algo que disfruto mucho pensarlo y hacerlo.
- Y llegaste a la geometría...
- El gusto por la pintura me llevó a investigar, ahondar y cuestionar ciertos conceptos. Desde ahí, llego al uso de la línea, de la materialidad y con el color pasa lo mismo, pero hay una mirada más subjetiva. Vendí obra en ciertas ocasiones.
- ¿Cómo te ubicás en el arte contemporáneo?
- Tiene que ver con lo que mencioné líneas arriba. Me sitúo fuera de la vorágine contemporánea. Creo que hay demandas de producción y auto-exigencias de artistas; en ese aspecto, no estoy en la misma sintonía y no por emitir un juicio de valor sino por mis modos de trabajo. Admiro muchas obras y sobre todo de nuestra escena. El año pasado por ejemplo no produje, porque sentí que tenía que parar, pensar y reflexionar sobre mi proceso. Por fortuna coincidió con un proyecto de un artista, y nos juntamos muchas colegas a reflexionar sobre la escena y demás.
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