Toulouse vino a buscar dureza... y la encontró

Toulouse vino a buscar dureza... y la encontró

En julio de 1978, Tucumán derrotó al poderoso equipo francés en una muy áspera batalla.

ESCENAS. Sastre busca apoyo en Palou (arriba). Ricci va al contacto directo (abajo). ESCENAS. Sastre busca apoyo en Palou (arriba). Ricci va al contacto directo (abajo).

Aunque poco tenga que ver el rugby amateur de hoy con el de antes en términos de preparación física, alimentación y otras cuestiones, con la llegada del profesionalismo en 1995 la brecha de nivel entre jugadores rentados y no rentados comenzó a ensancharse de manera irreversible, al punto de que hoy suena absurdo un duelo entre el seleccionado tucumano y el de Francia, o el de Nueva Zelanda. Sin embargo, hubo tiempos en los que esa clase de partidos era perfectamente posible. A partir de la década del 60, el coraje de los jugadores tucumanos (que todavía no vestían de naranja, sino de marrón) comenzó a ganar fama mundial, por lo que equipos de primera categoría vieron en la provincia un destino donde buscar un rival que los pusiera a prueba.

Uno de esos equipos fue Stade Toulousain, uno de los titanes del rugby francés. El 6 de julio de 1978, el conjunto capitaneado por Jean-Claude Skrela aterrizó en Tucumán como parte de una gira por Argentina, dispuesto a medir fuerzas con el combinado local, sin imaginar que dos días más tarde sería derrotado por 12-9 en una durísima pulseada en la cancha de Lawn Tennis.

La delegación francesa fue recibida calurosamente por directivos de la URT, del Círculo Universitario y del Club Caja Popular, así como por jugadores y simpatizantes de diferentes clubes. “Siempre y cuando los rivales lo permitan, hacemos ese rugby alegre y vistoso que tanto agrada al público. Vinimos a ganar, y si podemos divertirnos y divertir, lo hacemos”, anunció Henri Fourés, presidente de la delegación. Al final, no pudieron hacer ninguna de las dos cosas. Stade Toulousian venía de lucirse en sus compromisos con un rugby de alto vuelo, defensivamente agresivo y ofensivamente profundo, pero Tucumán no estaba dispuesto a hacer de sparring en una exhibición.

Tras participar en un acto de homenaje a San Martín en la plaza que lleva su nombre, los jugadores franceses se entrenaron en Tucumán Rugby, ultimando detalles estratégicos para el día siguiente. En ese equipo, además del capitán Skrela, se destacaban Pierre Villepreux, Dominique Harize, Guy Novés (que llegaría a ser head coach del seleccionado francés en 2015) y Jean-Pierre Rives.

El local, conducido por Orlando Guzmán, alineó a Julio Casacci; Juan Rojas, Pablo Acuña, Floreal García, Pablo Zelarayán; Luis Gamboa y Gabriel Palou; Jorge Posse, Manuel Galindo, Francisco Veglia; Marcelo Ricci y Jorge Rocchia Ferro; Rafael López Isla, Lucio de Chazal y Pedro Sastre.

Al recordado Roque Daneri le tocó ser el referí de un partido que estuvo mucho más cerca del barro que del champagne. “El partido fue de trámite duro, áspero, con jugadas cargadas de mala intención, que incluso amenazaron con provocar incidencias graves, lo que redundó en que fueran pocas las jugadas dignas de mención, ya que las acciones fueron muy interrumpidas. Si bien es cierto que el encuentro merece entrar en el olvido por la brusquedad, quedan algunos aspectos rescatables, como que el seleccionado local jugó sin complejos”, resumió la crónica publicada en LA GACETA.

“Fue muy... complicado”, recuerda Manuel Galindo, capitán de aquel equipo tucumano, en términos políticamente correctos. “El rugby del sur de Francia siempre fue muy duro físicamente, pero el de Tucumán en esos tiempos también lo era y creo que no esperaban que nos plantáramos tan firmes. Hubo tumultos, empujones. No recuerdo si llegó a haber una pelea generalizada, pero sí entreveros por todos lados. Fue complicado llegar al final del partido. Me acuerdo que Skrela se quejaba de lo que estaba pasando, y en un momento me cansé y le dije ‘vos ocupate de los tuyos, que yo me ocupo de los míos’”, cuenta.

“Fue terrible. Ante el más mínimo contacto, se armaba. Fue un partido complejo, desde lo deportivo y desde lo emocional”, describe Pablo Acuña. “Nosotros teníamos un pack muy fuerte. Pero era todo tan luchado que recuerdo a Lisandro Carrizo, entonces presidente de la URT, al costado de la cancha pidiendo menos vehemencia”, aporta Rocchia Ferro.

Con ese panorama, no es de extrañar que el primer tiempo haya finalizado 0 a 0. Ya en la segunda parte, Tucumán daría el primer golpe. Los franceses cometieron la imprudencia de querer salir jugando desde el ingoal, pero perdieron la pelota y Posse se zambulló hacia el try. Gamboa aportó la conversión. Poco más tarde, el apertura acertaría un penal desde mitad de cancha. Toulouse igualaría con una gran jugada de Harize, pero otro penal de Gamboa le daría a Tucumán su primer triunfo internacional de relieve. Ya había vencido a Trinidad y Tobago.

“Ganamos poniendo lo que había que poner. Recuerdo que el tercer tiempo con los franceses fue en una casa, y el aire se cortaba con yilé, ja ja”, detalla Rocchia Ferro. “Ese triunfo, además de una alegría tremenda, fue un gran envión para el rugby de Tucumán. En ese entonces se estaba reconstruyendo, para explotar ya en la década del 80”, dimensiona Galindo. Como resumen, queda la declaración de un ofuscado Skrela tras aquella batalla: “vinimos a jugar al rugby, pero cometimos el error de dejarnos enredar por el juego de Tucumán”.

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