Carreras que tuvieron hasta tercer tiempo

Carreras que tuvieron hasta tercer tiempo

Desde fines de los 70 hubo karting en Tucumán Rugby, con pilotos que dieron espectáculo.

REPASO EN EL TIEMPO. La pista fue asfaltada en 1983. Antes y después de eso, hubo “batallas” de alta calidad. Hoy, sus protagonistas las recuerdan con lujo de detalles. REPASO EN EL TIEMPO. La pista fue asfaltada en 1983. Antes y después de eso, hubo “batallas” de alta calidad. Hoy, sus protagonistas las recuerdan con lujo de detalles.

Hay momentos en el automovilismo tucumano que resultan fundacionales. La creación de la pista de karting de Tucumán Rugby fue uno de ellos. Fueron unos ocho años, desde 1979, en los que el club de Yerba Buena albergó a los hijos de la velocidad. “Íbamos a compartir, más que a competir”, recuerda hoy Miguel Reginato, uno de los que se dio el gusto de acelerar en la pista de 720 metros. Esa que ya no existe. En su lugar, en los terrenos comprados a una compañía azucarera ubicados al norte de la sede central, en lo que se se dio por nombre Campo Norte “Doctor José Frías Silva”, existen hoy canchas para practicar el deporte de la ovalada.

“Era un circuito divino, muy bien logrado. Tenía una parte trabada y un curvón veloz que daba a San Miguel de Tucumán. Ahí hasta podíamos poner cuarta marcha en el kart”, dice del trazado Carlos “Lito” Mohamed, otro de los pilotos que frecuentó la pista.

Para contar sus orígenes hay que remitirse a Guillermo García Hamilton, uno de los precursores. “Yo manejaba desde los 12 años. Me gustaban las carreras. Era de ir con los amigos a ver competir en la pista de Argentinos del Norte. Creo que fue en 1978 cuando apareció un grupo de amigos que tenía una pista de kart en Finca Lules. Un día pidieron permiso en Tucumán Rugby para hacer un circuito de tierra. La gestión prosperó y yo me incorporé”, rememoró en una ocasión García Hamilton, ya fallecido.

El grupo fue creciendo. Al segundo año superaban las 15 máquinas. Hubo quienes compraron chasis nuevos. Los pilotos no sólo corrían: hacían de dirigentes también. Pronto se incorporó un cuerpo de comisarios deportivos y otro de banderilleros.

“Lo que logramos fue un renacer del automovilismo en Tucumán. En aquellos años no había nada. No fui de los primeros en empezar a correr, pero cuando me sumé lo puse todo. Gané carreras y títulos. Incluso, fui el primero del grupo que corría el campeonato del club y el de la Federación del Deporte Motor”, recordó Bernardo García Hamilton, dueño de cinco coronas.

Los nombres de los protagonistas, arriba y abajo de las máquinas, surgen con naturalidad. Augusto Paz, Eduardo Bernasconi, Jorge Yanicelli, Gustavo y Sebastián Terán; Raúl Fernández Murga, “Pollo” Giménez Lascano, Sebastián Calleri, Pablo Padilla, César Fioretti, Juan Manuel Cossio, Raúl Mendilaharzu. La lista sigue: Ricardo “Sorpresa” Rougés, Fernando García Hamilton, Daniel Ale, Antonio Burgio, Juan Lara, José Cusumano, Luis López Domínguez, Julio Quesada, Raúl Posse, José Luis Cadiñanos, Alfredo Canto, Julio Grellet. Llegaron a ser más de 40 los que corrieron.

Para 1983, el circuito que empezó siendo de tierra ya estaba pavimentado. “Fue quizás mi primera participación en un acto solidario grande. Para juntar los fondos y hacer la obra nos valimos de la amistad y del espíritu del rugby”, destacó Reginato, que llegó a las carreras en el club de Yerba Buena llevado por los hermanos García Hamilton.

Los memoriosos recuerdan que las carreras llevaban mucho público y que incluso se llegó a levantar una tribuna de madera para ver la acción. Que la gente, a la usanza de la época, gustaba de ver las maniobras parada a la vera del trazado. Que, así como hubo grandes momentos, también hubo lugar para las polémicas. Y que era habitual que, después de correr, emulando al rugby, se hicieran terceros tiempos.

“Yo empecé como preparador, y cuando dejó de correr Calleri, me subí al kart. No me resultó sencillo, porque era pesado. Entonces, para bajar de peso mi esposa Margarita me daba jugo de pomelo para tomar”, contó “Lito” a modo de anécdota. “Yo era agresivo en la pista, recuerdo varios momentos ríspidos. Todos queríamos ganar, y todos estaban en condiciones de hacerlo. Si uno erraba un cambio, chau, te pasaban varios” dijo Bernardo. “Yo venía de correr en un Citroën, en un Ami y en un Fiat 128. El kart me dio destreza en el manejo. Fue hermoso”, sentenció Miguel.

Hay varias versiones sobre el por qué del cierre de la pista, y su posterior eliminación. Van desde que las carreras generaban problemas, a decisiones políticas del club, pasando por situaciones de mezquindad y rivalidad social. Lo cierto es que, ya bien avanzada la década del 80, un día dejaron de escucharse motores en marcha. “Todavía voy al club y cuando camino por la zona donde estaba la pista me da nostalgia”, sostiene Miguel. “Si se hubiera mantenido, hubiese sido una gran escuela de pilotos y podría haber sido una linda fuente laboral”, analiza “Lito”. “Fue una etapa linda, que se terminó por cuestiones dirigenciales, algo de vieja data en el automovilismo de Tucumán”, advierte Bernardo.

A más de 30 años del adiós, las batallas en el club “verdinegro” que grandes y chicos protagonizaban en carrera están firmes en la memoria. Es que, como una cuestión de piel, todo lo que ha existido perdura en el tiempo.

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