Un tucumano cuenta cómo vivir en el paraíso se puede convertir en una pesadilla

Un tucumano cuenta cómo vivir en el paraíso se puede convertir en una pesadilla

Hace más de dos años que llegó al Morro de San Pablo y ahora quedó atrapado en la isla por la cuarentena.

Un tucumano cuenta cómo vivir en el paraíso se puede convertir en una pesadilla

Si te dieran a elegir un lugar para pasar la cuarentena, una isla paradisíaca sería una opción más que atractiva. La playa, el mar y el sol forman un combo difícil de rechazar. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Al menos esa es la situación que vive Daniel Corimayo, un tucumano que desde más de dos años vive en Morro de San Pablo, una villa libre de automóviles en el extremo noreste de Tinharé, en Brasil.

"Piyín", como lo conocen sus amigos, se desempeña como promotor de boliches y también se dedica a la industria gastronómica. Casi todos los argentinos que pasan por este punto turístico se lo cruzan y terminan entablando una amistad. Llegó en 2018 para pasear, pero se enamoró de la arena y se la jugó: se alejó de su familia y de todo lo que tenía en la provincia para comenzar desde cero en Morro.

El lugar cuenta con cuatro playas para todos los gustos. La Primera suele ser la más concurrida, la Segunda por los jóvenes, que disfrutan entre palmeras y restaurantes exclusivos, y las otras dos restantes con sus piscinas naturales y embarcaciones que le dan un marco único a la villa a la que se llega desde Salvador de Bahía.

Corimayo, junto a una amiga en la playa brasileña. Corimayo, junto a una amiga en la playa brasileña.

Pero todo ese color que muestra Morro perdió su encanto por la pandemia. "La cuarentena aquí comenzó el 19 de marzo y desde el 20 que no trabajo; sólo me mantengo con mis ahorros de la temporada que se van terminando. Es una situación muy difícil la que estamos atravesando 30 argentinos que quedamos aquí", comentó el joven de 32 años  a LA GACETA.

A pesar de que en Brasil hay más de 2.740 fallecidos, el virus no llegó a la zona turística: "la isla está cerrada, pero se puede caminar porque no se registraron casos de covid-19. Hasta las 17 podemos estar en la playa y luego nos invitan -amablemente- a retirarnos a nuestras casas. Yo estoy parando con una pareja de chicos que también son argentinos. El lugar se ve muy triste sin la fiesta y el movimiento habitual".

"El consulado quiere que volvamos a la Argentina a toda costa pero creo que sería un riesgo. Tendríamos que viajar en lancha y luego volar hasta Sao Paulo. Hasta que lleguemos amontonados al país lo más probable es que nos infectemos", aseguró y agregó que "lo más conveniente sería que nos colaboren con alimentos y alquiler; a mí me queda algo de dinero, pero aquí hay compatriotas que la están pasando verdaderamente mal".

La mayoría de los estados cuenta con medidas de aislamiento vigentes, algunos hasta mediados de mayo. El principal tribunal brasileño falló que los gobernadores y alcaldes pueden decidir sobre el aislamiento social sin importar la postura del gobierno federal. Mientras tanto, el presidente Jair Bolsonaro quiere que rápidamente se termine con la cuarentena por el deterioro de la economía.

Vivir en Morro es caro. Si bien hay algunos supermercados, los productos suelen ser más costosos que en Salvador. Entonces, Corimayo tiene que pensar bien en qué gasta su próximo real. "Aquí trabajé bien durante el verano pero todo vale caro y el dinero se termina. No podemos recibir ayuda del Gobierno de allá porque no nos pueden transferir dinero de cuenta argentina a cuenta una brasilera", señaló.

A "Piyín" no le queda otra que esperar a que esta pesadilla se termine para volver a su vida normal. Sin embargo, el fin de la pandemia no tiene una fecha confirmada, ni siquiera aproximada. Lo que sí queda claro que, en Morro, sin turistas no hay paraíso.

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