1985, el año del primer "Naranjazo" en el rugby

1985, el año del primer "Naranjazo" en el rugby

En octubre se cumplen 35 años del primer título en el Argentino, en una final inolvidable.

EQUIPAZO. Tucumán ya había estado cerca en los años anteriores, pero en el 85 pudo dar el gran golpe. EQUIPAZO. Tucumán ya había estado cerca en los años anteriores, pero en el 85 pudo dar el gran golpe.

Había algo distinto en el aire el domingo 6 de octubre de 1985. Imperceptible a los sentidos, pero no al corazón. Lo sentían todos: ese era el día en que todo iba a cambiar. Estaban listos para dar el gran golpe, aún cuando cualquier neutral hubiese apostado en contra. Ahí mismo, en la mismísima Buenos Aires, los Naranjas estaban a punto de ponerle fin a la hegemonía de las Águilas en el Campeonato Argentino, traducida en 19 títulos consecutivos (no perdían desde 1965). La lluvia de la noche anterior había preparado la cancha del club San Martín para ser el escenario de una epopeya del rugby tucumano: el seleccionado conducido por Alejandro Petra, Luis Castillo y Manuel Galindo doblegó en su propia casa al todopoderoso Buenos Aires liderado por Hugo Porta.

“Hoy somos campeones argentinos”. Las palabras de Petra a sus muchachos antes del inicio no dejaban margen a la duda. No eran una corazonada ni una expresión de deseo, eran certeza pura. Había llegado la hora de los Naranjas.

El temible pack de forwards tucumano se encargó de desgastar al rival con su rigor físico, percutiendo, tackleando, entorpeciéndole la salida de la pelota, presionando a sus tres cuartos. Porque Porta no estaba solo: había otras figuras de experiencia y jerarquía Puma como Marcelo Loffreda y Rafael Madero, entre otros cracks. La conducción de Pedro “Perico” Merlo y Lucas Ferro fue otra de las claves del triunfo tucumano por 19 a 13, reflejado en la chapa con tres penales del propio Ferro y un try producto de la confianza de Tucumán en su pack. Promediando el complemento, “Perico” Merlo se había escapado por el ciego sacando la pelota de un maul y habilitando a Gabriel Terán para que este apoyara, pero un tackle alto le impidió  llegar al ingoal. Debió ser try penal, pero el árbitro (el rosarino Miguel Peyrone) se sacó el fardo de encima cobrando simplemente penal. Al final dio lo mismo: Tucumán pidió scrum, el capitán Marcelo Ricci se quedó con la pelota y tras un giro de la formación, la apoyó en zona de puntos.

“A ese Argentino no habíamos ido a jugarlo, sino a ganarlo. ¿Por qué lo digo? Porque el año anterior lo habíamos tenido al alcance de la mano, pero lo perdimos por un exceso de respeto hacia Buenos Aires. Entonces, en el 85 dijimos que ese era el momento de ser campeones”, sintetizó el “Pescao” Ricci ese combustible espiritual con el que habían entrado a la cancha.

“Cuando terminó el partido, todos los más grandes lloraban emocionados y nosotros no entendíamos tanta locura”, recordó tiempo después Ricardo Le Fort, que en aquel entonces era uno de los pibes del equipo, con apenas 18 años.

Fue un abrazo eterno, un momento sublime, que marcó el inicio de una era dorada para la Naranja: tras el del 85, Tucumán ganaría otros seis títulos argentinos en los siguiente siete años. “A partir de ese título se empezaron a abrir las puertas para el rugby del interior y nos empezaron a tener más en cuenta para el seleccionado argentino. Antes, era muy difícil llegar”, remarcó Ricci.

Dos camisetas

Finalizado el partido, “Perico” Merlo fue en busca de Porta para cambiarle la camiseta. El capitán de Los Pumas le cedió la suya, pero no aceptó la “naranja” del medio scrum tucumano. No la quería. “Estaba enojado, no le gustaba perder”, explica Merlo. “Me dijo que se la diera al ‘Aguja’ (Fabio) Gómez, que era medio scrum de Los Pumas y estaba ahí, aunque no había jugado el partido. El ‘Aguja’ me dijo que me quedara con las dos como recuerdo, así que hasta el día de hoy las tengo en casa. Hugo era así, un crack, de lo mejor del mundo, pero era muy especial. Además tenía una espina clavada con Tucumán, porque la única vez que lo expulsaron en su carrera fue en un partido que jugó acá con Banco Nación. Pero mirá lo que son las cosas de la vida: cuando se retiró, el único homenaje se lo hicieron en Tucumán”, cuenta “Perico”.

Todo cerrado

Esa misma noche, el seleccionado tucumano quiso celebrar la obtención de la corona cenando en alguno de los típicos bodegones de La Boca. Para su sorpresa, cuando llegaron, estaba todo cerrado: horas antes, Boca había perdido un clásico a manos de San Lorenzo, así que el barrio no estaba de humor para atender a nadie. Por fortuna, lograron encontrar una cantina abierta para brindar por su momento de gloria.

Muy distinto fue el panorama cuando volvieron a la provincia, donde fueron recibidos como héroes. “La llegada fue impresionante. Nos estaban esperando en el aeropuerto con un camión de bomberos, en el que nos trajeron hasta el centro a dar algunas vueltas por la plaza. Fue una fiesta total”, recuerda “Perico”.

Tucumán ganaría otros cuatro títulos (un total de 11, los últimos dos en 2013 y 2014), antes de que el Argentino fuese dado de baja por la UAR, tras languidecer durante los últimos años. “Por el profesionalismo, el rugby fue virando hacia otro lado. Hay intereses económicos que apuntan en esa dirección, pero sería bueno que en algún momento puedan volver a jugarse torneos como era antes el Argentino”, reflexiona Merlo, con nostalgia.

Temas Tucumán
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios