Caso Matteucci: el crimen que conmocionó a la city tucumana

Caso Matteucci: el crimen que conmocionó a la city tucumana

Sucedió en 2010. El homicidio quedó impune.

Caso Matteucci: el crimen que conmocionó a la city tucumana

Jorge Matteucci tenía 42 años. El 18 de diciembre de 2010 le avisó a su mujer que saldría de su casa de Avenida Mate de Luna al 3.400 para juntarse con sus amigos de la infancia a disfrutar de un asado. Nunca más supieron de él hasta que lo encontraron asesinado en un camino vecinal cercano a La Aguadita. Fue un crimen con sello mafioso que quedó impune. La Policía tenía una pista, pero el expediente durmió en Tribunales y la causa no avanzó, sino que se estancó definitivamente.

La esposa de la víctima, Rosa Liliana Moreno, denunció su desaparición al día siguiente. Ante las autoridades dijo que él no era una persona que se ausentaba de su hogar y, mucho menos, que no respondería las llamadas al celular. No ocultó su preocupación por la suerte del comerciante que era dueño de una imprenta y de un bar que estaban a nombre de ella. La mujer reconocería luego de que su pareja no estaba pasando por un buen momento. “Lo único que dije es que él estaba un poco nervioso últimamente, preocupado, y trabajando mucho. Pero la verdad que amenazas y cosas así no me manifestó haber recibido”, le dijo a LA GACETA.

VÍCTIMA. Jorge Matteucci tenía 42 años cuando fue asesinado. VÍCTIMA. Jorge Matteucci tenía 42 años cuando fue asesinado.

En una tarde del 21 de diciembre, el cuerpo de Matteucci fue ubicado en un paraje cercano a La Aguadita. Estaba boca abajo. Él o los asesinos habían elegido un lugar para que fuera encontrado porque sabían que por ahí pasaban personas que se dedicaban a trabajar en las fincas de limones de ese sector de El Colmenar. Lo inmovilizaron atándole los pies y las manos con cinta de embalar. Con el mismo elemento, le cubrieron todo su rostro. Después se confirmaría que había fallecido asfixiado. El dato más macabro de esta historia surgió cuando los forenses descubrieron que tenía en la boca la medallita de oro de la Virgen del Valle que siempre usó. No había dudas. En Tucumán se había producido un crimen con tinte mafioso.

Con el correr de los días quedaron al descubierto algunos detalles. La víctima podría haber sido secuestrado momentos después de haber salido de su casa, puesto que nunca llegó a la reunión a la que tenía pensado asistir. También se confirmó que antes de concurrir al encuentro, Matteucci tenía previsto pagar una deuda de $ 3.000, trámite que no llegó a cumplir y el dinero nunca apareció. También había desaparecido el celular que normalmente utilizaba, una pieza que luego sería clave en la investigación. Además se supo que el fallecido había sido detenido por una causa de estafa y evasión fiscal y esperaba ser enjuiciado por la Justicia Federal. Y faltaba algo más: las diferencias familiares.

Diferencias

Matteucci creció en la populosa Villa Alem. Él era el mayor de seis hermanos y su padre habría tenido problemas legales por cuestiones financieras. Fue el primero en casarse. Verónica Matteucci contó que la relación con la esposa era normal. Pero con el tiempo, las diferencias los alejaron. “Él fue cambiando, creo que por influencia de ella. Nosotros éramos los pobres y ellos, los millonarios”, dijo Verónica en una entrevista con LA GACETA. La mujer admitió que conocían que la pareja se había divorciado, pero que la relación seguía y hasta convivían bajo el mismo techo.

Mientras el halo de misterio cubría el caso, en la Justicia se produjo un insólito inconveniente. Carlos Sale, actual fiscal de Cámara, se encontraba de turno cuando se produjo el hallazgo del cuerpo. Cuando se confirmó la fecha de su fallecimiento, se inhibió y envió el expediente a su par Teresita Marnero, quien por fecha debía hacerse cargo de dirigir la pesquisa. La fiscala también hizo un planteo para no hacerse cargo de la causa, pedido que fue rechazado por el ministro fiscal Luis di Mitri en mayo de 2011, es decir, casi seis meses de haberse producido el crimen. Para colmo, el homicidio se registró días antes de que comience la feria, por lo que el expediente terminó en las manos de Arnaldo Suasnábar. En definitiva, el caso pasó por tres fiscalías en menos de dos meses. Esa fue una gran ventaja para los autores del crimen.

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