Clan Toro: La vida de 'La Jefa', una historia de película

Clan Toro: La vida de 'La Jefa', una historia de película

Margarita Toro fue condenada por dirigir una red de narcomenudeo en Villa 9 de Julio.

Un rápido ascenso en el oscuro mundo narco. Apasionadas relaciones sentimentales que se forjaron con la actividad ilícita. Años de encierro que hicieron mella en el aspecto físico y psicológico de una mujer que había pretendido dejar atrás la pobreza que sufrió en su infancia. Historias de muertes y venganza. Un crecimiento económico que despertó asombros y sospechas. Víctima de un secuestro extorsivo y de un plan con el que pretendían asesinar a los principales referentes del grupo. Esa no es una sinopsis de una película o de una serie de narcos, son sólo algunos pantallazos de la vida de Margarita Toro, conocida también como “La Jefa” o “La Patrona” que fue condenada por dirigir una red de narcomenudeo en Villa 9 de Julio, una de las zonas más calientes de la provincia.

La supuesta líder del clan Toro nació el 10 de enero de 1965 y creció en un hogar muy humilde de La Costanera. Sus primeros años de vida, como la mayoría de los habitantes de ese sector de la capital, fueron difíciles porque estuvo repleta de necesidades básicas insatisfechas. A duras penas terminó la primaria, pero su existencia cambió a los 14 años. A esa edad, un desconocido Daniel “Rengo Ordóñez” Tévez le dio trabajo como empleada doméstica en su casa. No pasó mucho tiempo y terminaron enamorándose.

Mientras se afianzaba la relación, según explicaron las veces que se sentaron frente a un tribunal, se dedicaron a la venta de ropa que traían desde Bolivia para revender en la provincia. Los investigadores siempre sospecharon que esa en realidad era una pantalla y que a principios de los 90 habrían comenzado a traficar drogas en pequeñas cantidades.

En 1998 la Dirección General de Drogas peligrosas allanó por primera vez la vivienda de la pareja y secuestró 40 “ravioles” de cocaína. El 14 de abril de 2001 Gendarmería allanó su casa y halló otra vez cocaína. “El Rengo Ordóñez” se hizo cargo de la droga y terminó siendo condenado a más de cuatro años de prisión.

Cuando él estaba encerrado, le tocó a Margarita. El 11 de junio de 2001, “La Jefa” y su hermano Manuel “Maño” Toro fueron detenidos en un operativo donde se le secuestró menos de 20 gramos de cocaína. En 2003, en un juicio abreviado fueron penados a cuatro años de prisión. “Me hicieron la causa, era una bochita y nada más”, se quejó en esos tiempos.

División de territorio

Los años de encierro y los amores clandestinos de “El Rengo Ordóñez” terminaron destruyendo a la pareja. Después de 23 años de estar juntos, “La Jefa” y Tévez se separaron. Como no podían tener hijos, criaron al de Verónica Toro, hermana de la líder del clan, al que llamaron Ismael Tévez, que años después sería conocido como “Ima Toro”. Pero la ruptura sentimental no significó un quiebre en la actividad. Para evitar problemas, dividieron la zona donde continuarían con el negocio ilegal.

Según las investigaciones, su organización se encargó de masificar el consumo del paco en la provincia. Habrían instalado un centro de procesamiento y estiramiento de cocaína en Villa 9 de Julio. No desperdiciaban nada. A la cocaína, que era de buena calidad, la vendía Margarita en su barrio; los residuos Tévez, en La Costanera.

Pero el acuerdo duró pocos años. En enero de 2009, en una serie de allanamientos que desarrolló la Dirección General de Drogas Peligrosas, se desarticuló al casi desconocido clan Toro. Un año y medio después Margarita fue condenada a siete años de prisión, pero como era reincidente, no pudo acceder a ningún beneficio como el arresto domiciliario.

Al poco tiempo solicitó que le permitieran cumplir con la pena en su casa, puesto que tenía un problema de salud. Los jueces, al comprobar su enfermedad, aceptaron el planteo, pero ordenaron una custodia policial durante las 24 horas. Después pidió regresar a la cárcel. “La consigna policial, que además era de la Digedrop, le espantaba a la gente que iba a su casa”, dijo María Fernanda Ramírez, vecina del barrio El Matadero.

Cuatro años después recuperó la libertad de manera condicional y recién hace unos cuatro años cumplió con la condena.

Un apellido polémico

Margarita Toro no tuvo más problemas legales por causas de droga, pero el grupo que lleva su apellido siguió saliendo en las páginas policiales. Nunca por ser considerada como un ejemplo de rehabilitación y reinserción en la sociedad. Los miembros del grupo que lidera estuvieron involucrados en graves enfrentamientos con los clanes Carrión, Acevedo y Robles, entre otros a lo largo de los últimos cinco años.

Varios de sus allegados terminaron detenidos cuando fueron descubiertos trasladando cocaína y marihuana a la provincia. Ella negó algún tipo de vinculación, pero la Justicia Federal de diferentes provincias la investigó por su posible participación.

“La Jefa”, en dos oportunidades en los últimos dos años, se puso el traje de víctima. En abril fue secuestrada y sus allegados debieron pagar un rescate para que no la mataran. En diciembre pasado, quedó al descubierto que una banda, integrada por policías, asaltantes y narcos, habría planeado asesinarla para quedarse con el dominio de Villa 9 de Julio.

Y justamente, en ese barrio, ubicado en el sector noreste de la capital, todos la respetan. “Ella es una mujer muy peligrosa. Tiene un ejército de gente trabajando para su grupo. Todos le tienen miedo. Así como la ven, es picante la tía”, explicó Juan M. un joven que habla despacio para que nadie lo escuche. “Aquí sos boleta si se entera que sos un ‘batecana’”, agregó.

Toro nunca abandonó su casa del barrio 11 de Febrero. De frente, parece una casa común y corriente. “Dicen que se la compró el ‘Rengo Ordóñez’, pero no sé. Lo único que puedo decir es que ese lugar siempre está rodeado de changuitos que evidentemente se encargan de cuidarla”, comentó Rosa, otra vecina que pidió que su apellido no fuera publicado. En esa vivienda fue donde la secuestraron los miembros de los clanes Robles y Acevedo, que están detenidos esperando ser enjuiciados por el hecho.

Diferencias

“La Jefa” fue diferente a otras personas condenadas o sospechadas de dirigir organizaciones vinculadas al narcomenudeo. Su vida nunca estuvo cargada de lujos, o al menos, no hacía ostentación de ellos. Algunos vehículos y motos de alta gama le secuestraron en alguna oportunidad, pero nada más que eso. Pero una de las habitantes más famosas de Villa 9 de Julio siempre tuvo una debilidad: la música. “Todo el barrio sabe que le encanta hacer grandes festejos. Para su cumpleaños o para fechas especiales contrataban a Chiquino y hasta la Banda 21 para que actúen. Parece una película, pero era así”, comentó Marcos Guzmán, un ex vecino que se fue del barrio 11 de Febrero hace más de dos años harto de los problemas que se generaban en el vecindario.

Toro siempre fue una mujer decidida, de carácter fuerte y dispuesta a hacer lo que sea con tal de defender lo suyo y lo de sus seres queridos. Los fotógrafos de LA GACETA la sufrieron. Cuando fue llevada a declarar por la causa de 2009, entre tres custodios la tuvieron que detener para que no agrediese al fotoperiodista. En el juicio en su contra, no tuvo problemas en extender el dedo medio cada vez que descubría que le estaban tomando imágenes. Los miembros del tribunal, atónitos, le llamaron la atención en más de una oportunidad por su conducta. Ella nunca dejó de hacer gestos obscenos.

“Recurrí a LA GACETA porque estoy cansada ya de todo esto. Por cualquier cosa involucran a los Toro, a Ismael, a Maxi”, dijo la mujer en la única entrevista que concedió y que se publicó en nuestro diario en enero de 2019. En el reportaje, además de quejarse porque se la llamaba “La Jefa” o “La Patrona”, señaló que sus ingresos provienen de los alquileres de un galpón (la misma fuente de dinero que confesó tener “El Rengo Ordóñez” ) y una casa. “Tuve problemas con la droga. Estuve condenada dos veces. Pero ya está. No va a ser así toda la vida. Vivo de la locación”, insistió.

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