Pinta tu aldea

Estimulante, integradora, identitaria, significante, educadora, la experiencia del arte urbano vinculado a los vecinos es exactamente lo opuesto a la teoría de las ventanas rotas: en vez de pensar que dejar una ventana rota o un papel tirado incitan a que en breve haya más vandalismo y abandono, el arte mural entrega ideas, estimula a mejorar la casa, el jardín, la calle; mejora la percepción, atrae porque hay mensajes a interpretar. Ejemplos hay a rabiar en el planeta: los callejones laberínticos del barrio El Carmen de Valencia, inundados de grafitis que han generado un movimiento turístico en los free tours llamados “Valencia alternativa”; o en las bellas casitas de colores de la islita de Burano, junto a Venecia; o el “Qartier des Etats Unis” de Lyon, con edificios de departamentos enteramente pintados con motivos de arte urbano. “Pinta tu aldea”, se dice que dijo León Tolstoi. Este barrio lyonés es conocido como “museo urbano Tony Garnier”, arquitecto que diseñó en los años 20 (hace un siglo) una nueva área experimental para acomodar a las clases trabajadoras y en él vive gente de pocos recursos pero orgullosa de su vecindad. El arte urbano tiene eso... llama la atención y estimula, hace pensar que la ciudad está viva y recuerda que uno forma parte de ella.

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