"Sí, fuimos nosotros", la carta de un rugbier sobre el crimen de Villa Gesell

Tomás Hodgers es uno de los pocos jugadores que hicieron autocrítica sobre la violencia que genera este deporte.

Sí, fuimos nosotros, la carta de un rugbier sobre el crimen de Villa Gesell
23 Enero 2020

El asesinato de Fernando Báez Sosa, del que está acusado un grupo de rugbiers, puso en tela de juicio si este deporte genera violencia. Mucha gente coincide en que sí lo hace, muchos otros dicen que no tiene que ver con el deporte. Defendiendo la primera postura, un jugador rosarino, difundió una carta en la que hace una autocrítica sobre el crimen. 

"Sí, fuimos nosotros", llamó Tomás Hodgers al texto que compartió en sus redes sociales. El joven tiene 23 años y juega al rugby en el Club Atlético de Rosario. En su escrito llamó a sus colegas a hacerse cargo de los hechos de violencia en los que participaron. 

"Nosotros, los que vivimos en el hermético mundo del rugby, nos convencemos de que no tenemos nada que ver con 10 u 11 loquitos que le pegan en el piso a un pobre pibe hasta matarlo. Nos desentendemos. 'Eso viene de casa', decimos para sentirnos mejor", comienza diciendo.

La carta de Hodgers se volvió viral debido a que él es uno de los pocos rugbiers que se refiere a la muerte de Fernando, poniendo el foco en el deporte. 

"Fuimos nosotros los que formamos a 10 desquiciados que mataron con saña y odio a un pendejo indefenso. Lamentablemente también eran nuestros los acusados de violar entre cinco personas a una chica en La Plata, y los que golpearon salvajemente a un linyera en Olivos porque estaban aburridos", continúa.

La carta completa

"Nadie se animó a decir que fuimos nosotros. Nosotros, los que vivimos en el hermético mundo del rugby, nos convencemos de que no tenemos nada que ver con 10 u 11 loquitos que le pegan en el piso a un pobre pibe hasta matarlo. Nos desentendemos. 'Eso viene de casa', decimos para sentirnos mejor.

Nos indignamos porque creemos que nos estigmatizan, que nos ponen a todos en una misma bolsa e intentamos impetuosamente mostrarle a la sociedad qué tan equivocada está con ese prejuicio. Argumentamos que nuestros valores son superlativos y que no existe deporte más digno y honorable que el nuestro. Decimos que es un deporte de bestias jugado por caballeros y se nos infla el pecho.

Nos llenamos la boca hablando de Nelson Mandela y del respeto al árbitro, del tercer tiempo y de la camaradería. De la buena fe dentro de una cancha y del respeto a la autoridad. Nos creemos el ejemplo y nos creemos moral y físicamente superiores al resto. Es por este narcisismo colectivo, por este convencimiento ficticio que tenemos de nosotros mismos que nadie, ni una sola persona en el ambiente rugby se animó a decir que fuimos nosotros.

Nadie se hizo cargo ni pidió perdón. Pero sí, fuimos nosotros, los que habitamos el diminuto mundo del rugby, los que formamos a 10 desquiciados que mataron con saña y odio a un pendejo indefenso. Lamentablemente también eran nuestros los acusados de violar entre cinco personas a una chica en La Plata, y los que golpearon salvajemente a un linyera en Olivos porque estaban aburridos.

También eran colegas los que abusaron de una chica en Miramar, los que le desfiguraron la cara a un pibito en Quilmes por chocar un auto y los tucumanos que casi matan a un empleado de un boliche en Pinamar. Es jugador de rugby, también, el rosarino al que filmaron golpeando salvajemente a su novia y que hoy camina como si nada hubiese pasado. Digámoslo, fuimos nosotros.

Diciendo que fuimos nosotros vamos a poder mirar a los ojos a todas esas víctimas y pedirles perdón sin vergüenza. Vamos a poder decirles que somos responsables, pero que vamos a hacer todo lo posible para cambiar todo lo mal que se está haciendo. Como jugador de rugby les pido a todos los que formamos parte de este ecosistema que seamos los primeros que denunciamos y repudiamos estas cosas, y no los principales encubridores de un amigo o conocido del club.

Tengamos los mismos huevos que tenemos en una cancha para mirar a la cara a ese padre, destruido por la muerte de su hijo por diez cobardes, y hacernos cargo. Digámoslo, fuimos nosotros, e intentemos cambiar".

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