"Uno puede amarse, pero la cuestión es comprenderse"

"Uno puede amarse, pero la cuestión es comprenderse"

Domingo Minniti, de 89 años, y Norma Espeche, de 76, esperan casarse pronto. Con la vida hecha, los hijos y los nietos grandes, hoy, después de 12 años de convivencia, decidieron apostar por el amor.

La tercera es la vencida, dicen. Sin embargo, Domingo Minniti, con sus 89 recién cumplidos y el sentido del humor a flor de piel, bromea y afirma que Norma Espeche (76) es la penúltima. 

Se conocieron “oficialmente” hace 12 años, aunque ella lo recuerda desde la infancia como el único escribano de la zona sur de la provincia. Su estudio está en Concepción.

El destino los cruzó tiempo después, con la vida hecha y rehecha, ya con hijos y nietos. Y en ese momento, cuando muchos creen que las persianas del amor ya han sido cerradas para siempre, ellos decidieron seguir apostando y ahora, después de poco más de una década de vivir juntos, están planeando su casamiento.

Norma recuerda que hace 12 años llegó al estudio de Domingo para escriturar una donación. Él no perdió el tiempo. “La atendía por un asunto de escribanía y bueno, me gustaba, entonces me tiré el lance”, ríe con picardía.

Ella todavía recuerda esos primeros encuentros. “Me averiguó primero un teléfono fijo, después un celular. ‘Ahora me va a dar el celular porque en cualquier momento la puedo llamar’. Ya era zorro viejo”, cuenta entre risas.

Como él no quería cobrarle, ella lo invitó a comer. Domingo llegó en el auto con uno de sus nietos que lo lleva y lo trae a todos lados. “Y así, primero dejó un pantalón en la casa, después una camisa y después toda la ropa”, resume Norma divertida.

Un día, cuando iba a despedirlo, ella le estiró la mano; él le clavó un beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de los labios. Así empezaron, coincidieron en la vida cuando llevaban mucho tiempo solos, creyendo que ese tren ya había pasado.

“Yo creo que a mí me aprecian mucho sus hijos, el solo hecho de cuidarlo a él, verlo cómo se ha recuperado porque estaba muy ultrajado, muy abandonado”, recuerda Norma. “Enamorarnos nos cambió la vida a los dos”, agrega.

La vida de Domingo estuvo siempre llena de intensidad. Nació en Italia y a los tres meses lo trajeron a la Argentina, a la provincia de Jujuy.

Luego llegó a Tucumán a estudiar, tuvo seis hijos, 14 nietos y siete bisnietos. Además de desarrollarse como escribano incursionó en el periodismo, fue campeón argentino del Torneo Evita de pelota a paleta, récord de los 100 metros y lagartijas del Colegio Nacional Bustamante de Jujuy y secretario de la Corte Suprema.

Cuenta con orgullo que le dieron el título de Ciudadano Destacado en la ciudad de Concepción. ¿El secreto?, no fumar, una vida sana, deporte y de vez en cuando una copita de vino.

Tres pilares de la vida

Y con toda una vida hecha, ¿por qué seguir apostando al amor? “Hay que tratar de cumplir con los tres pilares de la vida: salud, amor y dinero. Salud primero, si no tenés salud para qué vas a querer lo otro. Después amor y recién el dinero que te ayuda a vivir”, sostiene Domingo. Cada vez que gasta plata, bromea que está más cerca de ser un cadáver pobre. Y aunque en su vida tuvo que afrontar la pérdida de un hijo, no ha perdido el sentido del humor ni la jovialidad.

Ambos saben que a esta altura de la vida, nada es más importante que un compañero. “La vida nuestra es linda, tranquila y nos damos los gustos, ahora nos vamos de vacaciones. Ella me acompaña bien, me atiende, yo también la atiendo. Es mi curandera, mi médica sabionda”. Norma también se siente feliz, acompañada. “Él es una persona equilibrada que da muy buenos consejos. Siempre está a la expectativa de lo que me pasa y de lo que no me pasa.”

Domingo espera casarse antes de los 90. Sólo tiene que resolver un tema de papeles del divorcio, pero los hijos y los nietos ya están planeando una pequeña fiestita. “Para que el hijo que viene no sea ilegítimo”, suelta con una carcajada cuando se le pregunta por qué va a casarse a esta edad. Y ya serio afirma que cree firmemente en el amor: “Uno puede amar toda la vida. La cuestión es comprenderse; se pelea también, pero hay momentos de mucha felicidad”. Norma ya está lista, “¿Y qué vamos a hacer?, decir que sí, nomás”, ríe ella.

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