Reporte Rural: con decisión política se acaban las inundaciones

Reporte Rural: con decisión política se acaban las inundaciones

Desde hace décadas, cuando comienzan las lluvias se padece el mismo problema en diversas zonas de Tucumán. Se debe trabajar, sin banderías ideológicas, en hallar una solución definitiva. Múltiples instituciones y personas tienen la voluntad de ayudar. Si bien la situación económica no es buena, el nuevo Gobierno debe dar respuestas a pobladores y productores.

Siempre, sobre el cierre del año, cuando aparecen las lluvias -a finales de la primavera y al inicio del verano-, los problemas originados en diferentes zonas de Tucumán resultan malas noticias, debido a los daños que ocasionan las inundaciones y escorrentías en las poblaciones ribereñas.

En varias oportunidades suele oírse que “después de la tormenta viene la calma”. Pero año tras año, eso no sucede acá.

Por el contrario, el tiempo pasa, y poco o nada se hace para resolver este problema. A tal punto que ya parece no tener solución, porque no existe la decisión política para que se realicen las inversiones necesarias para erradicar ese grave problema que padecen los pobladores afectados desde hace más de dos décadas.

Además, se suma que algunos pobladores todavía no tuvieron soluciones, que les den la tranquilidad necesaria para que se sientan nuevamente seguros en sus casas.

En LA GACETA, de manera casi periódica se publican cartas de opinión, entrevistas y reflexiones de diferentes técnicos y dirigentes políticos, que señalan qué se debe hacer -y qué no- para solucionar este problema, ya casi permanente cuando llueve.

Existen numerosos estudios acerca de cuáles son las causas de estos problemas. Dan un diagnóstico preciso de la situación en nuestra provincia, y sirven como una importante herramienta para que se encuentren las soluciones definitivas, que seguramente implicarán esfuerzo e inversiones durante muchos años.

Lo que ocurre año tras año en La Madrid, en La Cocha, en La Invernada, en Niogasta, en Graneros, en Atahona, en El Sacrificio, en Ingas, en Sud de Lazarte, en Palancho, en El Mistol, en Esquina, en Huasa Pampa Norte y Sur, entre varias más, que causa diferentes daños y perjuicios sobre campos, animales, caminos, escuelas y casas, debe ser solucionado. Y para ello se necesita decisión y recursos.

Se conoce a ciencia cierta cuáles son las causas que originaron la devastación; en muchos casos, es la sumatoria de diversos eventos.

Debe quedar claro que la deforestación, la tala indiscriminada, la falta de sistematización de cuencas y de campos, la falta de protección de la vegetación de las altas cumbres, la falta de mantenimiento de desagües y de cauces de ríos y arroyos, y la falta de diversas obras hídricas son algunos de los factores que originaron los desastres.

Los efectos del desmonte en el pedemonte, el sobrepastoreo y los incendios en las altas cumbres hacen que la masa vegetal sea cada vez menor y, por ende, que los suelos tengan cada vez menor poder de absorción. A esto se suma que en muchas cuencas aparecen más emprendimientos, que también reducen la capacidad de absorción de agua de los suelos.

Es necesario precisar que no sólo el Estado es responsable de encontrar las soluciones a todo lo que viene pasando con las inundaciones. Resulta fundamental el acompañamiento del sector privado, por medio de acciones responsables de los productores, que deben trabajar sus campos de manera adecuada y ambientalmente sustentable, para que se minimicen los efectos de las grandes lluvias.

Se debe hacer un arduo trabajo multidisciplinario, que seguramente será muy oneroso. Pero se debe empezar por algo, a pesar de la actual situación económica que vive el país y la provincia.

Según muestran los estudios, resulta necesario que se realicen grandes obras de infraestructura hídricas. Estas deben ser acompañadas con trabajos que busquen solucionar la formación de torrentes en las altas y medianas cumbres, con una adecuada tarea de recuperación de especies arbóreas, arbustivas y pastizales de altura, para que el agua que caiga sea retenida y, de esa manera, se evite que escurra hacia abajo de manera violenta. Además, se debe trabajar en la construcción y en el mantenimiento de obras de desagüe y de drenaje de envergadura, que ayuden a que las aguas escurran sin ocasionar daños y que salga de las zonas bajas rápidamente evitando inundaciones. Se debe trabajar a consciencia en el dragado y en la correcta canalización de ríos y de arroyos, tratando de que sus cauces se encuentren limpios, anchos y profundos para que conduzcan el agua.

En Tucumán existen dirigentes, técnicos, instituciones y diversas personalidades de ámbitos científicos que están trabajando y que quieren seguir haciéndolo para solucionar estos problemas. Pero debe existir un marco de contención que aglutine todas estas voluntades y conocimientos que, despojadas de cualquier intencionalidad política, lleven adelante un plan estratégico a largo plazo sin que importe el Gobierno de turno. Sólo de esa forma se encontrará, de una vez por todas, una solución definitiva a las inundaciones.

Estamos en un momento de cambio de Gobierno, que debe ser aprovechado para impulsar iniciativas que traigan solución a las poblaciones que, años tras año, sufren de los embates del agua ocasionadas por las lluvias de primavera-verano.

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