Fray Mamerto Esquiú: la Santa Sede declaró inexplicable la curación de una niña tucumana

Fray Mamerto Esquiú: la Santa Sede declaró inexplicable la curación de una niña tucumana

Después de 98 años de iniciada la causa, el notable fraile franciscano está más cerca de ser beato. Falta que los cardenales aprueben.

ESTATUA EN PIEDRA BLANCA. Mamerto Esquiú nació en este pequeño pueblo de Catamarca en 1826.  ESTATUA EN PIEDRA BLANCA. Mamerto Esquiú nació en este pequeño pueblo de Catamarca en 1826.

Fue hace unos cuatro años, que el alma se le estrujó al lado de la cama de su hija. Un médico de la terapia intensiva le susurró al oído: “récele a fray Mamerto Esquiú. He visto casos similares y él ha hecho prodigios”. La madre dejó que esas palabras le encendieran la confianza en Dios que ella mantenía como una llama en piloto. Rezó con todas sus fuerzas. Los tíos de la pequeña y su esposo también oraban. Y a la semana seguía rezando pero sola para agradecerle a fray Mamerto Esquiú su intercesión. Su hija estaba curada y la enfermedad había pasado sin dejar rastros.

Este caso ocurrido en Tucumán fue analizado por un equipo internacional de médicos convocados por la Santa Sede, en el marco de la causa de beatificación del fraile catamarqueño. Su dictamen se conoció el jueves: la ciencia no tiene explicación para la curación de la niña tucumana.

“Para la orden franciscana esto ha sido una gran alegría y una bendición del Señor. Pero también significa un reclamo a la conversión continua y constante de nuestra vocación franciscana y al servicio al Señor. Además esto refuerza nuestro compromiso con la comunidad especialmente con los pobres y los necesitados, siguiendo el ejemplo de fray Mamerto”, confiesa, desde Salta a LA GACETA, fray Marcelo Enrique Méndez, vicepostulador de la causa de beatificación.

“Para nosotros Esquiú será un santo muy importante no solo porque es argentino, sino también porque fue un fraile, obispo, patriota, político, prócer e hizo que se cerrara una grieta en un momento de la historia. Logró que todos aceptaran la Constitución Argentina para vivir en unidad y en paz”, destaca el guardián del convento franciscano de Tucumán, fray Fernando Lapierre.

“Que ahora reaparezca su figura no puede ser casualidad, yo no creo en las casualidades. Dios nos está regalando como argentinos y como Iglesia a alguien que nos haga de espejo, de ternura y de mirada profunda, más allá de nuestras mezquindades, pequeñeces, partidismos, heridas y dolores. Pero ante todo creo que Esquiú fue un buen hombre y por eso será reconocido santo”, dice con profunda emoción.

Han pasado 98 años desde que se inició la causa de fray Mamerto Esquiú. “Estuvo muchos años estancada por diversas razones. Progresaba un poco y se volvía a detener. Pero en los últimos tiempos ha avanzado con mucho entusiasmo”, reconoce fray Méndez. El apoyo del papa Francisco fue fundamental. Al obispo de Catamarca, el tucumano Luis Urbanc, le expresó que esperaba que “cuanto antes podamos tener beatificado” a fray Esquiú.

Según el orden canónico, la causa de beatificación todavía debe pasar por otras etapas. Si Esquiú se convierte en beato en 2020, la congregación espera que la celebración pontificia se realice en Catamarca, lugar de nacimiento del futuro beato. La canonización, en cambio debe ser presidida por el Papa, en Roma.

Si se realiza el año próximo coincidirá con los 400 años de la aparición de la Virgen del Valle y con la realización del Congreso Mariano Nacional.

“Pero no todo termina aquí, en la beatificación -aclara fray Méndez, ahora tenemos que esperar la aparición de un nuevo milagro para continuar con la causa de la canonización”.

En Tucumán

La figura de fray Mamerto Esquiú estuvo vinculada a Tucumán ya en vida del Venerable Siervo de Dios. Cuenta el historiador Carlos Páez de la Torre (h), que el fraile estuvo varias veces en nuestra ciudad. Rescata, por ejemplo, un testimonio del doctor Ernesto Padilla que recordaba que parado a mitad de lo que es hoy la calle San Martín, frente a la plaza, en un mediodía caluroso, vio “bajar a un franciscano que pasó cubierta la cabeza con un gran sombrero de alas anchas. Su nombre fue señalado a su paso: era el padre Esquiú”. Fray Mamerto había pronunciado el sermón inaugural de la Catedral el 20 de febrero de 1856.

También en Tucumán, en junio del año pasado, se dio por concluida la instrucción del presunto milagro ocurrido por intercesión de Esquiú. De acuerdo con normas canónicas, se cerraron las carpetas con los estudios médicos de la niña, desde su diagnóstico hasta su estado de salud en ese momento y se enviaron a Roma para su estudio. Ahora una comisión de teólogos examinará el nexo entre la intercesión y la oración. Recién entonces pasará a la de cardenales para su estudio y luego, por fin, llegará a manos del Santo Padre.

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