Tigre demolió a Atlético y lo obligó a un milagro para pasar a la gran final

Al "Decano" le salió todo mal en una noche para el olvido en Victoria.

PUDO HABER SIDO EL EMPATE. Leandro Díaz recibió solo ante Marinelli y con Colazo detrás suyo; el delantero definió mal y en la siguiente jugada, Tigre marcó el segundo gol. Una jugada que cambió todo. foto de matías napoli escalero (especial para la gaceta) PUDO HABER SIDO EL EMPATE. Leandro Díaz recibió solo ante Marinelli y con Colazo detrás suyo; el delantero definió mal y en la siguiente jugada, Tigre marcó el segundo gol. Una jugada que cambió todo. foto de matías napoli escalero (especial para la gaceta)

Cuando Diego Morales marcó el 4-0 parcial y todavía faltaban más de 35 minutos para que se terminara el inesperado tormento de Atlético en Victoria, Cristian Lucchetti convocó a sus defensores e intentó detener la hemorragia de goles de Tigre con una improvisada pero necesaria charla anímica.

Sus muchachos estaban aturdidos, con la mirada clavada en el césped, en especial los centrales, Jonatan Cabral y Andrés Lamas, y el arquero intentó explicarles que el “Decano” estaba cometiendo un pecado impropio de un equipo siempre inteligente: de tan desesperado por revertir el resultado parcial, no parecía jugar una serie que en total dura 180 minutos, divididos en dos partidos.

La súplica de Lucchetti tampoco surgió efecto. Enseguida llegó el 5-0, un cabezazo de Juan Ignacio Cavallaro previa atajada del propio “Laucha”, y Atlético quedó condenado a buscar una hazaña, una de las mayores de su historia, el próximo sábado en el Monumental. Los más optimistas podrán pensar que por qué no, si este año el “Decano” ya venció a Boca en La Bombonera y eliminó a River en Núñez. En todo caso, el partido de la epopeya el que Atlético comenzará a jugarse esta misma semana.

Si los guiños del fútbol jugaron a favor del “Decano” en la inmortal serie contra River, ayer se le volcaron en contra desde el comienzo. El equipo no jugó un mal primer tiempo pero terminó perdiéndolo muy feo, 2-0, y sin convertir el bendito gol de visitante.

Atlético fue una versión futbolística de “El extraño caso de Doctor Jekyll y señor Hyde”, como si en el mismo equipo convivieran al mismo tiempo la amenaza ofensiva que suele mostrar Atlético -que no mereció irse al descanso sin haber convertido ningún gol- con una prolongación del tembladeral defensivo del 1-4 del martes. Alguien dijo entre los allegados de Atlético y es difícil contradecirlo: “Parece el tercer tiempo del partido con River”.

Todavía sin Bruno Bianchi a disposición, Ricardo Zielinski eligió a Lamas en lugar de Franco Sbuttoni, inseguro ante River, pero el resultado no cambió. Nueve goles en dos partidos hablan de una defensa con muchos agujeros, aunque el 0-5 de ayer también se explica en que, acorde a una noche que amagó con tormenta pero no cayeron más que chispazos, Atlético llenó de nubes el área de Tigre y nunca concretó sus amenazas.

Ya en el segundo tiempo, con la debacle irreversible, el “decano” siguió haciendo figura a Gonzalo Marinelli, pero la gracia es que en el primer tiempo Atlético también había creado tres situaciones claras sin llevarlas a la red. Y perder 5-2 o 5-3 no habría sido lo mismo que 5-0, el resultado que termina padeciendo y que deberá revertir en el Monumental.

Atlético pudo haber festejado en no menos de cinco jugadas durante todo el partido: un cabezazo de Javier Toledo apenas desviado, un gol anulado al propio Toledo -previa notable atajada de Marinelli a Leandro Díaz-, un remate de Ramiro Carrera en el travesaño y al menos tres atajadas notable de Marinelli, en especial un cabezazo al 9.

Sin embargo, la postal que quedará del partido fue lo que no suele mostrar Atlético, la del desorden defensivo. Ya en el primer tiempo habían llamado la atención los reproches ampulosos entre los centrales, Cabral y Lamas, y las permanentes indicaciones tácticas entre Zielinski, Nery Leyes y Rodrigo Aliendro para tratar de encontrar la forma de encriptar a Lucas Menossi y Diego Morales, los que se terminaron adueñando del partido.

También es cierto que hubo momentos del duelo en que Atlético ganó la pelota y construyó algún circuito interesante, digno de ver, en especial a través de la movilidad de David Barbona -y Gervasio Núñez y Juan Cruz Kaprof contagiaron agilidad con sus ingresos-, pero en las dos áreas del estadio “José Dellagiovanna”, el partido -lamentablemente para Atlético- siempre fue de Tigre.

En más de un punto, el equipo ya no le puede pedir más al año. O sí: es posible que el operativo milagro se pondrá en marcha durante la semana.

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