Cuando se dieron clases a la intemperie

Cuando se dieron clases a la intemperie

EN LOS JARDINES. Las actividades escolares se desarrollaron por algunos días fuera de las aulas, pese al frío.  EN LOS JARDINES. Las actividades escolares se desarrollaron por algunos días fuera de las aulas, pese al frío.
14 Mayo 2019

> HOJEANDO EL DIARIO

MANUEL RIVA

El establecimiento escolar apenas había cumplido dos años desde su inauguración y presentaba una serie de fallas que hacían casi imposible su uso por parte del alumnado. En tal sentido nuestro diario se hizo eco de que las instalaciones sanitarias de la escuela Miguel Lillo, ubicada en calle España al 1.700, debía ser reparada a la brevedad y además decía que debido a esas fallas era imperativo su cierre hasta tanto se realizaran los arreglos correspondientes.

La situación se extendió por algunos días durante los cuales los alumnos recibían sus clases en los jardines, ya que las aulas no podían ser utilizadas. Cabe destacar que la temperatura fue bastante inclemente con los tucumanos de entonces. En aquellos días de mediados de julio de 1935 la temperatura era bastante baja. De acuerdo con los registros de la Oficina Meteorológica ubicada en el parque 9 de Julio, la mínima promedió 3,8 grados bajo cero (reales, no se medía la sensación térmica) y la máxima apenas alcanzaba los 17 grados. Las temperaturas en el interior también estaban por debajo de cero y los pronósticos para los días sucesivos indicaban que se iban a mantener en esos niveles. Por ejemplo en el ingenio Concepción, 0 grado; en Bella Vista, menos uno al igual que en La Florida, El Chañar y Lastenia; en San Andrés, un grado, como en Trinidad, Arcadia y Río Chico. Como vemos las jornadas se presentaban muy frías.

INSTALACIONES SANITARIAS. El establecimiento presentaba fallas que debieron ser reparadas con celeridad. INSTALACIONES SANITARIAS. El establecimiento presentaba fallas que debieron ser reparadas con celeridad.

De acuerdo con nuestro diario “las aulas y demás dependencias escolares se hallan inundadas por líquidos que producen emanaciones pestilentes y que amenazan desbordar hasta la calle pública”. Al señalar la calle pública se refería al pasaje 3 de Febrero, por aquellos años, ahora denominado Sebastián Gaboto. Y en referencia a las clases señalaba: “debido al estado calamitoso en que se encuentra el edificio, a consecuencia de las fallas en sus instalaciones sanitarias, los pequeños escolares viene recibiendo clases sentados en la tierra y a la intemperie, con los consiguientes peligros para su salud, especialmente estos días de crudo invierno”. Añadía: “las autoridades del Consejo General de Educación, que han podido informarse perfectamente de la situación, resolvieron proceder a la inmediata clausura de la escuela, hasta tanto se realicen las reparaciones necesarias”.

Decreto oficial

Casi al mismo tiempo que nuestro diario se hacía eco de la situación el Poder Ejecutivo provincial emitía un decreto que autorizaba al Departamento de Obras Públicas “para que disponga la ejecución de los trabajos de reparaciones en los servicios sanitarios de la escuela Silvano Bores y Miguel Lillo de acuerdo al presupuesto de pesos 368,50 aprobado en su oportunidad”. En la misma resolución también se disponía de fondos para la reparación de otros establecimientos escolares de la ciudad y del interior de la provincia.

Las actividades volvieron a la normalidad pocos días después tras los trabajos que se llevaron a cabo en la escuela.

INAUGURACIÓN. La escuela en 1932 poco antes de abrir sus puertas. INAUGURACIÓN. La escuela en 1932 poco antes de abrir sus puertas.

Inaugurada en 1932

Una edificación simple, elegante y atractiva llamó la atención de LA GACETA en abril de 1932. Era sólo una foto epígrafe bajo el título “No está aún ocupado” y allí explicaba lo siguiente: fue terminado el hermoso edificio que se pensó destinar para la escuela 6 de Septiembre. A pesar del tiempo transcurrido, aún no se le ha dado destino a este local, encontrándose el mismo completamente abandonado y sufriendo los perjuicios consiguientes, mientras en las poblaciones de la campaña se clama por la deficiente comodidad de los establecimientos educacionales. Sería de desear que esta casa que tanto dinero costó fuera aplicada cuanto antes al servicio de cualquier repartición, ya que parece que no se piensa hacerla desempeñar la función que le estaba deparada.

Esa breve crónica vio la luz el día 12, mientras que el 14 nuestro diario anunciaba otra noticia bajo el título “Dos escuelas funcionan en el edificio destinado a la Seis de Septiembre”.

La nota señalaba que de acuerdo con una resolución de las autoridades educacionales, desde hace algunos días han comenzado a funcionar en el magnífico edificio de calle España y pasaje 3 de Febrero (hoy Sebastián Gaboto) dos escuelas: la Miguel Lillo y la Silvano Bores, que tenían su sede en los barrios noroeste y para las cuales se alquilaban casas a precios bastante elevados. También se anunciaba que la primera de las nombradas tendría turno mañana y la otra, matutino y vespertino. Acuden diariamente a la nueva escuela, alrededor de 600 niños, poblando el ambiente y dando vida a una zona importante del barrio Oeste, seguía la crónica.

Arreglo de accesos

Al habilitarse el nuevo edificio, el Consejo de Educación le solicitó al intendente municipal el arreglo del pasaje 3 de Febrero, desde avenida Belgrano hasta la escuela- Obtuvo del intendente Irrazabal la promesa de la inmediata ejecución del trabajo, que consistiría en el enripiado de esta arteria, para colocarla en condiciones de tránsito.

El Poder Ejecutivo provincial, que ejercía Juan Luis Nougués (electo el año anterior), presentó el proyecto de ley proponiendo el nombre del naturalista, que había fallecido casi un año atrás, el 4 de mayo de 1931, para la escuela que iba a funcionar en ese flamante edificio que todavía no había sido puesto marcha y que aún presta servicios tras varias décadas.

Nuestra crónica expresaba que para dar un nombre más apropiado a la escuela construida bajo la última intervención federal, cuyas autoridades la denominaran 6 de Septiembre, un homenaje a la revolución de 1930, el Ejecutivo envió un proyecto de ley. Agregaba que Tucumán debe el tributo de un homenaje y de recuerdo al ilustre sabio, que honrara la ciencia argentina y mundial con sus investigaciones y sus famosas colecciones botánicas, con su vida ejemplar y su sobriedad, que hicieron siempre de él un hombre modesto, en quien no se encontraba asidero ni la vanidad, impropia de los espíritus superiores, ni el desplante de los seres animados de subalternas pasiones.

La ley fue aprobada y sus efectos aún se ven con el funcionamiento del establecimiento que cumple 85 años. Allí funcionó también la escuela Silvano Bores, llamada así en homenaje a quien fue diputado nacional y gobernador de la Provincia en 1890. Dejó el cargo debido a los efectos de la Revolución del Parque, encabezada por la Unión Cívica. Como una broma del destino, la edificación en principio iba a llevar como nombre 6 de Septiembre de 1930, día en que fue derrocado el presidente constitucional y radical Hipólito Yrigoyen. Esa fecha abrió paso a los golpes de Estado que fueron protagonistas del siglo XX.

Recuerdos

En referencia a Bores, que murió en 1903, Mariano de Veda decía que era un hombre de talento: “hablaba muy bien. Los libros de sesiones han de registrar excelentes discursos suyos, de fondo grave y de bellas formas. En más de uno desenvolvió con novedad y acierto el trillado tema de la intervención del Gobierno federal en las provincias”.

Por otra parte, el gobernador Nougués consideró que el legado de Lillo debía ser exceptuado del pago de impuestos y por eso presentó la ley correspondiente. En este sentido, la noticia que anunciaba la presentación del proyecto, señalaba que el doctor Miguel Lillo hizo en vida un legado a la Universidad para la instalación y conservación del museo destinado a conservar sus colecciones y a enriquecerlas. Ese legado deberá pagar impuestos a las herencias, con lo cual se reduciría sensiblemente su monto y ya no sería posible mejorar el museo y quizás ni conservarlo.

Lillo según Heller

Era Lillo, según expresaba Juan Heller en un artículo publicado en 1945 en nuestra páginas, “una conciencia firmísima, de una honradez intelectual y científica inquebrantable. Toda su vida fue una lucha contra cierta improvisación y charlatanismo argentino; pero amaba de tal modo lo nuestro, que una vez llegó a reprocharme con amargura, porque me vio plantar un árbol europeo”. En 1930, poco antes de fallecer, donó todos sus bienes a la Universidad Nacional de Tucumán, con tal donación se constituyó la Fundación Miguel Lillo, inaugurada dos años después de su fallecimiento en 1933. El entonces rector, doctor Julio Prebisch, decretó los honores que le correspondían a Lillo, que había sido profesor, director del Museo de Historia Natural de la Universidad y Miembro del Honorable Consejo Superior desde su fundación; y resolvió decretar la suspensión de actividades por duelo y crear una comisión para que participe en el velatorio de Lillo, donde se dio cita a toda la comunidad académica.

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