Sibila Camps: “La historia no tiene punto final”

Sibila Camps: “La historia no tiene punto final”

La periodista y escritora estuvo esta semana en Tucumán presentando su libro Tucumantes. “Son historias que expresan cómo continúan hasta hoy las huellas del terrorismo de Estado en la provincia”, afirma. Y cuenta que lo que le llamó la atención cuando empezó a escribir El Sheriff fue cómo “la sociedad tucumana había dejado llegar tan lejos al Malevo Ferreyra”

DESTACADA TRAYECTORIA. La periodista y escritora Sibila Camps escribió anteriormente sobre el Malevo Ferreyra y el caso de Marita Verón. DESTACADA TRAYECTORIA. La periodista y escritora Sibila Camps escribió anteriormente sobre el Malevo Ferreyra y el caso de Marita Verón.
12 Mayo 2019

> ENTREVISTA A SIBILA CAMPS

Por Ulises Rodríguez

PARA LA GACETA - TUCUMÁN

El disparador que empujó a Sibila Camps a escribir el libro Tucumantes fue una pregunta: ¿Cómo puede ser que este hombre haya dormido 33 años sobre cadáveres? La historia del ex montonero Juan Carlos Clemente, quebrado por la tortura y luego obligado a trabajar en la Jefatura de Policía de Tucumán, que logró sacar numerosos documentos que dan cuenta de secuestros, tormentos y asesinatos cometidos por los represores que ocultó en su cama de mampostería y recién en 2010 se atrevió a entregarlos a la Justicia motivó a la periodista a hurgar en las cicatrices que dejó abiertas el terrorismo de Estado en la provincia. “El libro es un relato coral de esas huellas en una provincia que llegó a ser un campo de concentración a cielo abierto”, sostiene en la introducción la autora de otros libros como El sheriff. Vida y leyenda del Malevo Ferreyra (2009) y La red. La trama oculta del caso Marita Verón (2013), que también tienen a Tucumán como escenario.

A la vez en Tucumantes conviven otras historias fuertes como el caso de un joven al que le cambiaron dos veces el apellido sin que le llamara la atención; la casa donde vivía Diana Oesterheld usurpada por una mujer policía durante 33 años; los cuatro pueblos fundados por el Ejército que perpetúan el relato de los represores; el Paseo de la Independencia de Famaillá, que cuenta la historia con un estilo infantil y omite lo ocurrido en La Escuelita, el primer centro clandestino de detención del país, que siguió dictando clases hasta 2016.

- ¿Podríamos pensar a Tucumantes como un libro con historias que son para otros libros en sí mismos pero que tienen un mismo eje?

- Totalmente. Y eso es lo que busqué al construir el libro. No quería que fuera un rejunte de relatos sino que se viera la coordinación entre la mayor parte de ellos, los elementos en común y que tuviera una estructura de libro. Busqué trabajar la palabra, busqué diferentes maneras de contarlo según las historias con un hilo conductor que es Clemente.

- ¿Por qué hay tanta atracción de su parte con la provincia de Tucumán a la hora de investigar historias y luego transformarlas en libros?

- Por un lado se fue dando solo y por el otro debe ser que tal vez haya logrado captar, en parte, la idiosincrasia de Tucumán. Cuando empecé la investigación para El sheriff, que fue en 1994, ya había ido a Tucumán dos o tres veces y lo que me llamó la atención en ese momento fue cómo la sociedad tucumana había dejado llegar tan lejos a ese hombre, después viene la condena y cuando estuvo prófugo se transforma en un mito y ahí se me despertó la curiosidad de saber por qué ocurría eso. Así que viajé muchas veces a entrevistarlo y hubo muchos viajes más por notas como inundaciones, salud, comunidades indígenas y otras. Luego cuando estaba por jubilarme en Clarín y dedicarme a escribir libros sale el juicio por el caso de Marita Verón. Cuando se estaba por inaugurar el primer hogar para víctimas de trata de la Fundación María de los Ángeles viajé a Tucumán y tomé contacto directo con el caso Marita Verón. Entonces cuando sale el juicio estaba muy metida en el tema y no quise perdérmelo, así que fui a cubrirlo. A la segunda audiencia me di cuenta de que tenía un libro porque cuando declara una de las acusadas, Daniela Milhein, se quiebra y habla de todo lo que conocía: el Malevo Ferreyra y las torturas de él hacia ella, habla de la Chancha Ale, del comando Atila, del enfrentamiento entre Ales y Gardelitos, del homicidio del oficial Salinas. Entonces pensé: acá hay un trasfondo mucho más grande que vale la pena contarlo.

- En el libro todo está documentado y debidamente citado algo que en el periodismo actual no se ve con tanta rigurosidad. Hasta parece un libro escrito por una académica.

- Creo que es algo de mi generación, de los que estamos arriba de los 50 años que aprendimos a hacer periodismo con pies de plomo, trabajando con todas las pruebas posibles para que luego no nos cayera un juicio.

- ¿Qué significa el nombre del libro?

- Me surgió la idea de inventar este participio presente precisamente para expresar cómo continúan hasta el día de hoy las huellas del terrorismo de Estado. Las y los “tucumantes” son los personajes-personas de mi libro, pero también los miles y miles de tucumanos y tucumanas que aún no lograron vencer al silencio y a la negación.

© LA GACETA

> PERFIL

Sibila Camps nació en la ciudad de Buenos Aires, en 1951. Egresó de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, como profesora para la enseñanza secundaria y especializada en Literatura y Lenguas Modernas

En 1977 inició su carrera periodística en el diario La Opinión, donde trabajó hasta su cierre, en 1981, en Espectáculos y en el suplemento cultural. En 1983 ingresó al diario Clarín, donde trabajó hasta 2013 como redactora en la sección Información General. Ganó premios de Adepa y de la SIP.

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