Cartas de lectores
18 Febrero 2019

Cambios en Tafí del Valle

A propósito del Editorial “Cambios positivos y otros negativos en Tafí del Valle” (10/2), la mayor parte de las actividades turísticas que se realizan en nuestra provincia se hacen por la modalidad conocida como turismo masivo o convencional, que pone escasa o nula atención a los impactos que provoca esta actividad al ambiente, a los ecosistemas y a la cultura de la población. Los expertos coinciden en que la fortaleza del turismo depende de la salud del ambiente y por lo que sabemos, a través de los medios o de lo que se observa en situ, el ecosistema del valle de Tafí sufre un sistemático y creciente deterioro. Puede constarse: 1) Gestión inadecuada de los residuos sólidos urbanos (RSU), de las poblaciones del valle; 2) Contaminación sonora y visual; 3) Contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, del suelo y del aire; 4) Falta de gestión de los residuos cloacales; 4) Tránsito desordenado; 5) Sin planeamiento urbano y carencia de un ordenamiento territorial; 6) El patrimonio arqueológico está expuesto al pillaje y al vandalismo, lo mismo que la fauna y la flora; 7) Degradación del paisaje y de los componentes culturales; 8) Riesgos de aluviones por falta de control y sistematización de su cuenca. El valle, como sistema natural, tiene una limitada capacidad de carga y de resistencia, y si los límites son superados las consecuencias serían irreversibles. Los factores mencionados impactan negativamente en el ambiente del valle. Para evitar este deterioro progresivo urge que, con relación al turismo, Tucumán cuente con una política de Estado, tanto a nivel provincial como municipal, teniendo en cuenta lo que se conoce como desarrollo sustentable, en donde lo ambiental, lo económico y lo social se encuentren en equilibrio. Es evidente el desinterés del municipio de Tafí en estos temas. Los primeros interesados en que el valle se preserve tienen que ser sus habitantes permanentes y lo deben defender mediante la educación ambiental, la participación, el compromiso, reclamado y exigiendo como ciudadanos. Es lo que los tiempos actuales exigen para que el turismo en Tucumán y en especial en Tafí del Valle, se desarrolle de modo sustentable y responsable. El día que pierda sus recursos naturales, los servicios ambientales y su clima privilegiado, dejará de tener la importancia y el valor que hoy tiene. Sólo quedarán los arraigados y apegados a la tierra (los turistas van y vienen).

Juan Francisco Segura

Pasaje Baaclini 675

San Miguel de Tucumán

La decadencia argentina

Innumerables son las explicaciones que se han ensayado para explicar la decadencia de un país que, al decir de muchos, estaba destinado a la grandeza. Quisiera compartir las interpretaciones de cinco reconocidos intelectuales. En su último libro, “La Sociedad Cómplice”, el economista liberal José L. Espert diagnostica que el meollo de nuestra decadencia radica en la perjudicial connivencia entre una parasitaria, ineficiente e improductiva clase político-sindical que fomenta un pertinaz endeudamiento, que conlleva a ciclópeos déficit fiscales que debilitan las arcas del Estado, y los empresarios prebendarios, quienes solicitan, como barril sin fondo, millonarios subsidios para brindar servicios de pésima calidad. Marcos Aguinis, en su libro “Un País de Novela” señala que, ya desde los tiempos de la colonia, los argentinos siempre hemos disfrazado nuestra gustosa proclividad para transgredir las leyes con eufemismos que nominan “una apariencia de ley”, que se sustentan en esa tramposa “hecha la ley hecha la trampa”. Siguiendo esta línea, el escritor V. S. Naipaul, célebre por sus ensayos sobre el caudillismo y el peronismo, cuando visitó la Argentina a comienzos de los ‘70 dijo: “la Argentina, ya desde los tiempos coloniales y hasta el presente, ha sido siempre un país al que se lo ha saqueado sin piedad, transformando al Estado en un botín de guerra”. El filósofo Santiago Kovadloff ve nuestra decadencia aduciendo que, el gran jurista Juan B. Alberdi nos legó una Constitución Nacional de lujo, donde están los parámetros para la modernización institucional y económica, pero que nos empecinamos en vivir como en los anacrónicos y caudillescos tiempos preconstitucionales. El novelista y ensayista Abel Posse, en su libro “Argentina, el Gran Viraje”, asevera que el país inició su irreversible cuesta abajo con el golpe de Estado que depuso al presidente, Arturo Illia. Según Posse, desde ese momento se optó de lleno por la “timbera” economía financiera en desmedro de la producción, transformándonos en “eternos arrastrados que siempre reptamos detrás del crédito que ofrece ese dólar fácil que aquí se lo venera como una sagrada deidad”. No obstante la diversidad de interpretaciones, casi todas ellas coinciden: nuestra decadencia se originó debido a malsanos vicios culturales que conllevaron, a lo largo del tiempo, a repeticiones porfiadas de los mismos errores que, insoslayablemente, repercuten en todos los epifenómenos de la cultura: la política, las instituciones, las concepciones éticas y la economía. Ante esto, la pregunta más cardinal sería, ¿cómo hacemos para revertir años y años de putrefacción cultural? Si cada uno de nosotros nos respondemos con sinceridad, es muy posible que este sea el primer paso para encontrar las claves que nos saquen de esta crónica decadencia.

Leandro Luis Cruz

Huayna Capac 623

Tafí del Valle

Los aplazos de figuras públicas

En LA GACETA del 24/1 he leído una carta y muy luego una seguidilla de opiniones y declaraciones, que llegan hasta el 7/2, referidas a la selección de altos funcionarios en los poderes del Estado. Esta carta se refiere a “la escandalosa cantidad de reprobaciones que recibieron en sus exámenes como estudiantes” y, a continuación, “que constituye una incalificable inversión de valores que requiere una urgente autocrítica del proceso de enseñanza-aprendizaje”. Algunos políticos y comentaristas señalan la puntual objeción y desacreditación por el bajo promedio debido a los aplazos y notas bajas o altas de los aspirantes en su época estudiantil. Después de los momentos vividos, cual resaca, ha cobrado fuerza la inquisición del pasado estudiantil y, desde ahora en adelante, los expertos en recursos humanos y empleos se creerán con más derecho para exigir a la universidad la entrega de los antecedentes que hacen a la privacidad de la carrera de los recibidos en ella. Como regla de selección ya no bastará el título profesional y el ejercicio honesto de la profesión durante años para acreditar idoneidad y capacidad, pues se tendrá en cuenta el informe que le entregare la universidad de todos los aplazos, lo que será decisivo y definitorio. En cuanto a la enseñanza universitaria, están aquellos que ayudan al estudiante caído a levantarse y están aquellos que a esa actitud la consideran malversación y, en cambio, desalientan al estudiante caído. También están aquellos que al estudiante que, a pesar de sus numerosas caídas, persiste y no lo perdonan por haberse recibido, pues consideran que un aplazo es un delito y una nota baja un cuasi delito, por lo que en cuanta ocasión se les presente le fregarán en la cara el bajo promedio. En estas ordalías, desgraciado aquel que aspire a un puesto mejor y cuyo promedio fuera bajo, pues corre el horrible riesgo de ser descubierto por la opinión pública. En el desafortunado caso, cual reo convicto por bajo promedio, tratado como el último por cosas ocurridas en su juventud en la época estudiantil, sufrirá el desprecio de su buen nombre y honra. Como es público y notorio, este perverso acoso goza de impunidad y los verdugos de la honra ajena son aplaudidos y aprobados, aunque este escarnio e ignorancia pueda llevar al profesional víctima a la depresión y a la muerte (tal es el caso que sufrió Juan Bautista Alberdi, atacado por la prensa y adversarios políticos, dejándole como única alternativa la muerte en exilio de su patria).

Juan Carlos Rosario Medina

Córdoba 285

San Miguel de Tucumán

El Esquinazo

En su libro sobre anécdotas del tango, H. A. Benedetti cuenta que en 1913 la casa Roher, de Alemania, publicó un catálogo de 24 composiciones. Diez eran tangos y ocho pertenecían a Ángel Villoldo. Uno de ellos era “El Esquinazo”. Este tango no tuvo la difusión universal de “El Choclo”, tango capaz de ser reconocido como un himno argentino, pero sí paseó su fama por Berlín y por París. El éxito de “El Esquinazo” fue un fenómeno propio del Buenos Aires de principios del siglo XX. Este tango nació hacia el 1900, por Barracas, y el propio Villoldo lo difundía desde un tablado y cuenta con un motivo muy pegadizo que los clientes del café acompañaban golpeando las cucharillas. Cada vez más entusiasmados, los parroquianos oían las notas inconfundibles y completaban la frase con los tres clásicos golpes, dándole a lo que hubiera en las mesas. Tazas, pocillos, platos, vasos, todo servía para la percusión. El tango trascendió Barracas y se proyectó a Palermo, en donde hizo mermar la vajilla del café Tarana (ex Hansen). Su dueño, don Antonio Tarana, terminó colocando un cartelito que prohibía terminantemente la ejecución de “El Esquinazo”.

Luis Salvador Gallucci 
[email protected]

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