Como el Señor Oscuro

¿Y si muchas de las obras vienen siendo presupuestadas y no ejecutadas por el Gobierno provincial? Hace exactamente un año surgía esta pregunta en un escenario similar al actual: se analizaba en la Legislatura el proyecto de presupuesto para este año, como ahora se estudia el previsto para el año próximo.

Poco cambió respecto de los números provinciales y de cómo distribuye sus recursos la Provincia, según lo confirmaron incluso el ministro de Economía y el titular de la comisión de Hacienda de la Legislatura tras la reunión del lunes en la Cámara. Ambos ratificaron que se buscó “mantener el balance de los números del presupuesto anterior”. A confesión de partes...

¿Qué inconveniente encierra que las cifras y la distribución del año en curso y del próximo sean casi idénticas en porcentaje (no en montos, porque la inflación impactó en ese sentido)? Que el Gobierno insiste en su plan de garantizar recursos para la burocracia y la política, en vez de incrementar fondos para -por ejemplo- su Talón de Aquiles, la inseguridad. Para seguridad destinó apenas un 0,2% más de recursos para 2019 y mantiene su performance baja en el promedio nacional de lo que otras provincias designan para el área. Tucumán gasta un 6,4% de su presupuesto en seguridad, cuando el promedio está dos puntos por encima y la vecina Salta lo eleva hasta el 10%. Sin dinero para equipar, capacitar, contratar y ocuparse del peor de los males que hoy sufren los tucumanos, difícil será que la situación se revierta.

También se habría mantenido este año la tendencia que ya venía marcándose en años anteriores. Se presupuestan obras públicas que se subejecutan. Sí, así como suena. En pocas palabras, se dice en el proyecto de presupuesto que se harán “X” obras por “X” cantidad de fondos, pero finalmente los porcentajes de ejecución son muy bajos. Nunca se dice, obvio, qué se hizo con el dinero que iba para esas tareas previstas según la letra de la ley escrita por el mismísimo Poder Ejecutivo.

La Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Pública ya había advertido que Tucumán está muy por debajo de la media nacional en cuanto a la ejecución de “gastos en bienes de capital”. Ese ítem muestra la inversión que realiza un gobierno para incrementar la infraestructura de un distrito (puentes, canalización de ríos, cloacas, rutas, viviendas, etcétera). Mientras en Tucumán se ejecuta el 95% en promedio de los “gastos corrientes” (salarios, papeleo y burocracia pública), en “gastos de bienes de capital” apenas se ejecuta la mitad de lo que se promete en la Ley de Presupuesto. La misma entidad, en un análisis que abarca la ejecución de los gastos de capital de las provincias de todo el país entre 2012 y 2016, establece que la Nación cumple con el 91% (en el promedio de esos años) de las obras en bienes de capital, Córdoba el 84%, Capital Federal el 69% y Tucumán el 56%. El Tribunal de Cuentas revela también esos bajos números de nuestra provincia. En los acuerdos 3.761, 3.074 y 3.533 -de 2016, 2015 y 2014, respectivamente- muestra que la ejecución de gastos de capital llegó al 36%, al 55,3% y al 53,5% durante esos años, del anterior hacia atrás.

¿Dónde va el dinero del presupuesto destinado a esas obras que no se “gasta”?

Otro misterio es el presupuesto de la Legislatura, el único poder del Estado que se da el lujo de no avisar a nadie cuánto gasta, cómo gasta y para qué gasta (trascendió que serían unos $ 4.000 millones el año próximo). Se pone de espaldas a los que supuestamente representa escondiendo sus números y esquivando las preguntas. Ahora sus autoridades dijeron que gastan más del 90% del presupuesto en sueldos, algo así como si pagaran unos $ 30.000 por mes a 10.000 empleados. ¿Esa cantidad de gente emplean? ¿O el doble por el sueldo “promedio” estatal de $ 15.000? ¿O el triple? ¿O son muchos menos con sueldos de privilegio? O alguien miente.

En el Concejo Deliberante de San Miguel de Tucumán había pasado algo similar, pero el juego entre el cuerpo opositor y el Ejecutivo oficialista forzó a que se conocieran un poco mejor los números y se bancarizara a todos los empleados. En la Legislatura se ponen de acuerdo, pero para hacerse los distraídos y avalan que todo lo que allí sucede sea más oscuro que el villano de Harry Potter.

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