“‘Hamlet’ baila sobre las cenizas de los que traicionan o se traicionan”

“‘Hamlet’ baila sobre las cenizas de los que traicionan o se traicionan”

Rodolfo Pacheco trae desde Jujuy una versión contemporánea del clásico de Shakespeare

CONFLICTOS. Rodolfo Pacheco en “Bailemos sobre las cenizas, Hamlet”. CONFLICTOS. Rodolfo Pacheco en “Bailemos sobre las cenizas, Hamlet”.
28 Julio 2018

ACTÚA HOY

• A las 22 en La Sodería (Juan Posse 1.141).

“Cuando cada 9 de Julio escucho cómo se citan en cada Gobierno los legados de la Independencia en la Casa Histórica me asusto con los disparates que se dicen. ‘Hamlet’ es una obra política que tratar sobre este tema, porque hoy esos mandatos de los padres de la Patria están presentes en muchas cosas. Debemos tener clara la lista de obligaciones que nos propone la historia para dejar hacer o rebelarse”.

La afirmación pertenece a Rodolfo Pacheco, quien esta noche presentará en La Sodería el unipersonal “Bailemos sobre las cenizas, Hamlet”, una reinterpretación actual del texto de William Shakespeare escrita por Elena Bossi y con la dirección de Ricardo Arias. “Es un Hamlet contemporáneo que sobrevive al mandato paterno porque se rebela. La escena me muestra como un actor que está viejo para hacer este personaje. Desde esa imagen se encarnan los conflictos, las carencias y las desigualdades”, adelanta a LA GACETA el actor del grupo jujeño Teatro de la Vuelta del Siglo.

- ¿Cómo surgió la obra?

- Fue un trabajo de equipo. Le pedí un monólogo a Bossi y escribió una primera versión libre sobre “Hamlet”. Arias es un rosarino que investiga desde hace más de 10 años a Shakespeare.

- ¿Sobre qué cenizas baila?

- Sobre las de los que traicionan o se traicionan a sí mismos. Está presente la demanda del padre que ejerce una presión sobre nuestros propios deseos. Del patriarcado se deriva la autoridad, el Dios, el modo de incorporarse a la sociedad, la cultura... Su mandato de venganza oscila entre una moral de sangre que pide ultimar al asesino de su padre y otra burguesa que dicta que no se puede andar matando gente. Su vida se paraliza ante dos razones morales distintas: ¿cuál traicionamos? ¿Siempre traicionamos? Hamlet pisa los mandatos para pensarlos.

- ¿Qué hace inmortal a esta obra?

- Su texto interpela de modo diferente a cada época, y se debe poder leer y escuchar ese texto desde la propia problemática. Cada era tuvo su “Hamlet”. Lo hubo en el renacimiento, en el romanticismo, en el modernismo, en el existencialismo y hasta en la posmodernidad.

- ¿Cómo se estructuró este unipersonal desde un texto con múltiples personajes?

- La dramaturgia hace un recorrido con eje en los conflictos de Hamlet con su madre, con su padre, con Ofelia, que devienen en una locura lúcida que surge como un ir y venir por esos niveles de realidad que se van fusionando hasta que no se sabe en cuál de los compartimentos estamos. Todo ello nos interpela y dialoga con el presente. En la estructura conviven las dudas de un actor acerca de cómo encarar la interpretación de este personaje. El público se convierte en asistente al banquete donde se asesina al padre. “Si no entendemos lo que dejamos atrás, qué importa irse antes”, reza Hamlet.

- ¿En qué momento histórico estamos, especialmente en lo cultural?

- El mapa cultural es amplio. Prefiero decir que estamos en un tiempo en el que impera el individualismo y el capitalismo parece ser el modo de inserción; un momento egoísta y algo autista en el cual el otro parece ser borrado en tanto ese otro está para mí: puede ser el hijo, la pareja, el pueblo. Puede ser que la cultura monologue y se inscriba en ese modelo o que trate de romperlo y existan así dos actitudes básicas que se enfrentan.

- ¿Nos enfrentamos como pueblo al destino ineludible de la tragedia?

- Culturalmente hay una tragedia individual inevitable: la muerte. En lo social, aquello que para alguna parte de la sociedad es una tragedia, para otros puede estar muy bien. La política, como la tragedia teatral, tiene como su materia central el conflicto. Su sentido consiste en que el conflicto pueda pensarse con un sentido común, mayoritario, con fuerzas en pugna que encuentren una forma de negociar sus diferencias, para que así se evite el desastre y para que los hombres logren permanecer lejos del precipicio.

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