Tiempo de sangre en una frontera caliente

Tiempo de sangre en una frontera caliente

La tragedia del narcotráfico en zonas donde impera la ley del más fuerte es nuevamente expuesta en “Sicario 2: soldado”

IMPLACABLE. Benicio del Toro personifica a Alejandro Gillick, quien vive su propia guerra contra los cárteles.  IMPLACABLE. Benicio del Toro personifica a Alejandro Gillick, quien vive su propia guerra contra los cárteles.
28 Junio 2018

› sicario 2: soldado
DIRECTOR: Stefano Sollima. AÑO: 2018.
GÉNERO: suspenso, policial. ORIGEN: Estados Unidos.
CON: Josh Brolin, Benicio Del Toro, Isabela Moner, Catherine Keener, Matthew Modine y Jeffrey Donovan.
DURACIÓN: 122 minutos.
CALIFICACIÓN: apta para mayores de 16 años.

ESTRENOS DE CINE

› SICARIO 2: SOLDADO
DIRECTOR: Stefano Sollima. AÑO: 2018.
GÉNERO: suspenso, policial. ORIGEN: Estados Unidos.
CON: Josh Brolin, Benicio Del Toro, Isabela Moner, Catherine Keener, Matthew Modine y Jeffrey Donovan.
DURACIÓN: 122 minutos.
CALIFICACIÓN: apta para mayores de 16 años.

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El límite entre México y Estados Unidos, cuya temperatura subió desde la llegada de Donald Trump al poder, atrae desde hace décadas a los guionistas, que se centran en una zona donde la tragedia parece estar a punto de suceder constantemente para hablar de las miserias humanas.

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No es casualidad que en una misma semana se estrenen dos filmes con miradas diametralmente opuestas ante la tragedia del narcotráfico. Mientras “Gringo” lo hace desde el humor (ver “De ciudadano...”), “Sicario 2: soldado” lo plantea en términos dramáticos y con mucha sangre de por medio.

El tucumano Juan Bautista Alberdi advertía en el siglo XIX que los territorios fronterizos solían tener leyes débiles. Es un espacio donde hay un ejercicio prepotente del poder, más vinculado a la fuerza que a la formalidad institucional. Y este filme lo retrata con la misma crudeza que su elogiado antecesor, pese a que el “Sicario” inicial fue dirigido en 2015 por el canadiense Denis Villenueve y esta secuela, por el italiano Stéfano Sollima.

Si bien no retoma la historia en el punto que la dejó la primera parte, mantiene el eje central de la relación de los dos personajes principales: el voluble agente estadounidense que construye Josh Brolin, para quien las normas pueden adecuarse a los objetivos buscados; y el ex fiscal imperturbable que personifica Benicio del Toro, para quien la venganza personal es una motivación más fuerte que la búsqueda de la Justicia y el trajín de los tribunales.

La guerra contra las drogas, intensificada por los cárteles que filtran terroristas suicidas islámicos en los Estados Unidos, es abordada desde la brutalidad, la violencia y la facilidad en que los jóvenes se suman a organizaciones delictivas (en un contexto corrupto de falta de opciones y oportunidades), pero con espacio también para la crítica sobre las decisiones políticas del gobierno norteamericano.

Una de las apuestas más grandes fue convocar a Sollima en la dirección, porque es un desconocido en el plano internacional (su principal antecedente es la serie de televisión “Gomorra”), aunque cuenta con el respaldo de que en el guión está nuevamente Taylor Sheridan, el prestigioso escritor tanto del primer “Sicario” como de “Sin nada que perder”, por la que fue nominado al Oscar.

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