En Yerba Buena, sigue el temor por la caída de árboles

En Yerba Buena, sigue el temor por la caída de árboles

“Cada vez que llueve, andamos con el Jesús en la boca”, dice una vecina de Yerba Buena, frente al club Tucumán Rugby. “Me cansé de pedir que vengan a podar un eucalipto”, cuenta otra entrevistada en la avenida Solano Vera. El municipio sostiene que han trabajado durante todo el año.

-EN VANO. Desde hace meses, Viviana Curubeto pide que bajen la altura de este eucalipto, en la avenida Solano Vera al 900. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA -EN VANO. Desde hace meses, Viviana Curubeto pide que bajen la altura de este eucalipto, en la avenida Solano Vera al 900. LA GACETA / FOTOS DE FRANCO VERA

A él. Justo a él. A él no le prestan atención. ¿Con todo lo que les ha pasado? Domingo Cancino no lo entiende. Se pregunta cómo es posible que tres veces haya estado en la Municipalidad de Yerba Buena. Lo hicieron escribir notas, dejar notas, anotar números de reclamos e irse. Y nunca -prosigue- aparecieron. Él quiere que poden un árbol situado frente a su casa, en la vía pública. O, al menos, que vayan a verlo. Porque puede que esté confundido y, en consecuencia, la poda no sea necesaria. Pero que vayan siquiera, dice. Más él, que es el padre del transportista al que, un año atrás, le cayó un eucalipto encima de su vehículo, en la avenida Solano Vera. El niño de cinco años, al que debía haber dejado en un jardín de infantes esa mañana de lluvia, murió; el conductor conoció una de las formas del milagro.

- Pero ha quedado mal. Mi hijo sigue muy afectado- cuenta don Cancino. La voz le tiembla. Todo le tiembla. Respira hondo y dice que, para peor, la furgoneta se convirtió en chapas inservibles. Por consiguiente, han quedado sin su fuente de trabajo.

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Cerca de su casa y cerca del lugar en el que aquel niño no llegó a colgar su mochila en el perchero del jardín, Viviana Curubeto también insiste. Pide que quiten otro eucalipto de la vereda, en esa avenida, al 900. Le han respondido lo mismo que a Cancino: nada. Dos días después de aquella aciaga mañana -recuerda Viviana- llegaron los de la Municipalidad y redujeron el árbol. Pero ella persiste en que deben bajarlo más todavía, pues lo que ha quedado en pie -observa- se inclina hacia su casa. “Se ve que este Gobierno se mueve. Pero hay mucha gente pidiendo podas”, declara.

Hasta caminar por la plaza Vieja se les hace riesgoso. Carlos Martínez dice que durante los días de tormenta le da pánico pasar por ahí. “Son árboles viejísimos”, apunta. Está en lo cierto. Los eucaliptos de la Solano Vera, por ejemplo, suman de cinco décadas hacia atrás. Fueron plantados cuando la zona era una sucesión de huertas. Hoy representan un peligro: debido a su porte, los especialistas los desaconsejan para las poblaciones.

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El último censo del arbolado público de Yerba Buena se hizo en 2013. Por aquel entonces, únicamente en el área con mayor consolidación del tejido urbano se contabilizaron unos 17.000 árboles. Eso da cuenta de que, en promedio, cada 7,3 metros se yergue uno. Eso da cuenta de que, en promedio, cada 7,3 metros se yergue una planta. Y eso da cuenta, asimismo, de que el carácter de ciudad verde que se le atribuye resulta insoslayable. Aunque no ha habido otro censo formal, fuentes de la Secretaría de Servicios Públicos y Medio Ambiente del municipio indican que han relevado este año casi 40.000 ejemplares en la vía pública, puesto que han añadido sectores que no habían sido recorridos antes, como el loteo El Bernel y la localidad de San José.

Francisco Toro es ingeniero agrónomo y profesor de la cátedra de Silvicultura de la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la UNT; él considera imprescindible que se instrumente una política de manejo responsable del arbolado. Sólo así -explica- esa ciudad verde será motivo de orgullo, y no de pesar. “Los árboles, como cualquier ser vivo, tienen un ciclo. La erradicación es necesaria. En la avenida Aconquija hay tarcos y lapachos que pueden causar un desastre. La Perón es un muestrario enloquecido de ejemplares que nada tienen que ver entre sí. Y en el Casco Viejo también hay árboles que podrían caerse en cualquier momento”, afirma.

Cuenta también que hacia el norte del distrito la situación podría estar controlada, pues la Facultad en la que se desempeña, la Municipalidad y la empresa distribuidora de energía eléctrica han abordado una misión conjunta, que consiste en identificar las plantas peligrosas y retirarlas. “Se avanza despacio. No es fácil. Tienen gran tamaño”, grafica. Aunque inicialmente relevaron esa zona, han avisado de otros casos, como el de unos eucaliptos situados dentro de un centro comercial en el cruce de Solano Vera y Mendoza. Sostienen que están en las mismas condiciones que el árbol que, a unos metros de ahí, el año pasado provocó una tragedia.

La avenida Perón es la más verde, ya que a lo largo de sus 6,5 kilómetros crecen unos 1.200 árboles. No obstante, unos 900 llegan, apenas, a los dos metros de altura. La siguen la avenida Aconquija, con unos 700 árboles, y la calle Salas y Valdés, con alrededor de 600. Ana María Arriola vive en esa arteria, frente al club Tucumán Rugby. “Cada vez que llueve, ando con el Jesús en la boca”, confiesa. Ella y los otros vecinos han hecho “un montón” de reclamos. Pero el diálogo -indica- ha sido extenuante. Beatriz Carnero también se siente desoída. En la vereda de su casa, en el barrio Viajantes, tiene una mora. Si corre viento, se queda sin luz. Si llueve, se queda sin luz. Enfatiza que ha presentado cartas solicitando la poda. Verónica Juárez trota en la plaza de Marcos Paz. Levanta la mirada, señala los árboles y dice que las obras de infraestructura urbana, como el tendido subterráneo de las redes de cloacas, pueden haber afectado su estabilidad.

Cada año, debería renovarse al menos el 2% del total de árboles, que se supone es el porcentaje que ha cumplido su ciclo. “Pero ese trabajo no se ha hecho en los últimos 10 años. Si tomamos esas cifras, tendríamos que podar y plantar unos 400 ejemplares cada año”. El que habla es Hernán Macedo, secretario de Servicios Públicos del municipio. Con los aguaceros de verano a la vuelta de la esquina, se le pregunta, entonces, cuántas plantas han sacado y cuántas han puesto. Aunque no proporciona esas cifras, contesta que han trabajado el año completo. Eso no significa -aclara- estar exentos de que ocurran situaciones extraordinarias. Pero sí los sitúa -prosigue- en mejores condiciones que cuando asumieron.

Se lo consulta, luego, sobre los cuestionamientos de numerosos vecinos, quienes aún hoy se quejan de la poda masiva que efectuaron meses atrás en la Perón, principalmente. Macedo reitera que un manejo responsable del arbolado implica el retiro. “Una vez que han cumplido su ciclo, hay que sacarlos. Tratamos de hacerlo con cuidado, atendiendo a la sensibilidad de la gente. En la mayoría de los casos, se los baja hasta una altura en la que resulten inofensivos”, plantea. A Macedo le parece oportuno destacar que la actual gestión ha adquirido maquinaria y capacitado cuadrillas de operarios.

La opinión de Rodrigo Ordóñez -profesor en Ciencias Biológicas e integrante de la fundación ProYungas- suena similar. Él hace hincapié en que una ciudad verde, además de sus bondades, supone algunas aristas conflictivas. Vivir rodeado de árboles -razona- conlleva riesgos. “En la medida en que se aplique un mayor esfuerzo, el peligro disminuirá. El mantenimiento debe ser una prioridad en la gestión”, alienta.

Hace poco, el municipio elaboró el borrador de una nueva ordenanza municipal referida al arbolado urbano. Ese texto -cuenta ahora Pablo Quiroga, biólogo del Jardín Botánico de Horco Molle- tiene una impronta progresista. Según sus dichos, se está bregando por instalar una idea que se expande en algunas ciudades europeas, y que se resume en la siguiente frase: el árbol indicado, en el sitio indicado. “Nuestra generación se está haciendo cargo de las decisiones tomadas 30 años atrás, cuando se pusieron árboles inapropiados. Estamos pagando esa falta de planificación”, explica el científico, cuya opinión ha sido requerida para la confección de ese texto.

Gustavo Guerrero tenía cinco años. Sus papás le habían puesto el delantal y lo habían despedido con un beso. Estaba haciendo lo mismo que un montón de otros chiquitos de su edad, a esa hora. Murió cuando aquel eucalipto destrozó el vehículo que lo llevaba a la escuela. Quizás, los memoriosos recuerdan el episodio del arquitecto Rolando Piñero, a quien una mañana de sol, mientras conducía su Chevrolet, se le vino encima una rama del mismo tamaño del auto. Acabó internado con lesiones en un pulmón. Mariela Molineri es otra arquitecta que vivió para contarlo. Era noviembre de 2013 y una tormenta castigaba la ciudad. Un pino aplastó su camioneta, en el Casco Viejo. Viajaba con sus hijos de 16 y seis años; el más grande alzó a la niña pequeña y escaparon. “Desde ese día, hay un antes y un después en nuestras vidas. Si se viene una tormenta, nadie sale de casa”, cuenta. En el imaginario popular, una tragedia implica un elemento externo a la vida humana, que no puede ser controlado -precisamente- porque excede lo social. Aquí, en ocasiones las cosas se oyen distintas. Hay árboles que nunca deberían haber estado, coinciden los expertos. Que ya no deben estar. Que hace tiempo deberían haber sido sacados.


¿A DÓNDE LLAMAR? 
La Secretaría de Servicios Públicos y Medio Ambiente no posee un número telefónico ni otro canal de comunicación específico para solicitar podas y extracciones, o comunicar urgencias referidas a caída de árboles en la vía pública. Las solicitudes se reciben en la oficina de Atención al Vecino (4254593) o en los puntos de contacto web del municipio. Desde allí las canalizan.
Los Sí 
Y LOS NO
¿Qué árboles debo plantar?
Fresno
Lapacho
Tarco
Molle
Crespón
Arrayán
Mato
Chalchal
¿Qué árboles no debo plantar?
Eucalipto
Casuarina
Cedro
Ciprés
Gomero
Pino
Sauce
Álamo
Ombú
Palo Borracho
* Fuente consultada, Pablo Quiroga, biólogo del Jardín Botánico de Horco Molle, dependiente de la Facultad de Ciencias Naturales
Calles y avenidas con mayor cantidad de ejemplares
Avenida Perón: unos 1.200
Avenida Aconquija: unos 740
Salas y Valdés: unos 600
Brasil: unos 500 
Sarmiento: unos 500
Las Higueritas: unos 440
Los Ceibos: unos 440 
Cariola: unos 420 
Ituzaingó: unos 400
Pedro de Villalba: unos 400
Paraguay: unos 400
Perú: unos 400
Pringles: unos 350
Santo Domingo: unos 340
Las Rosas: unos 270
Frías Silva: unos 260
Diego de Villarroel: unos 240


> ¿A dónde llamar? 
La Secretaría de Servicios Públicos y Medio Ambiente no posee un número telefónico ni otro canal de comunicación específico para solicitar podas y extracciones, o comunicar urgencias referidas a caída de árboles en la vía pública. Las solicitudes se reciben en la oficina de Atención al Vecino (4254593) o en los puntos de contacto web del municipio. Desde allí las canalizan.

> Los sí y los no
- ¿Qué árboles debo plantar?
Fresno
Lapacho
Tarco
Molle
Crespón
Arrayán
Mato
Chalchal


- ¿Qué árboles no debo plantar?
Eucalipto
Casuarina
Cedro
Ciprés
Gomero
Pino
Sauce
Álamo
Ombú
Palo Borracho

* Fuente consultada, Pablo Quiroga, biólogo del Jardín Botánico de Horco Molle, dependiente de la Facultad de Ciencias Naturales

> Calles y avenidas con mayor cantidad de ejemplares
Avenida Perón: unos 1.200
Avenida Aconquija: unos 740
Salas y Valdés: unos 600
Brasil: unos 500 
Sarmiento: unos 500
Las Higueritas: unos 440
Los Ceibos: unos 440 
Cariola: unos 420 
Ituzaingó: unos 400
Pedro de Villalba: unos 400
Paraguay: unos 400
Perú: unos 400
Pringles: unos 350
Santo Domingo: unos 340
Las Rosas: unos 270
Frías Silva: unos 260
Diego de Villarroel: unos 240



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