Entre risas y dientes apretados

Entre risas y dientes apretados

La ordenación del nuevo arzobispo sorprendió. Fue en una cancha de fútbol, entre empanadas, con gran fervor popular y contagió alegría. Este nuevo liderazgo contrasta con la voracidad y las mañas de la política que quiere todo.

La alegría le explota por los poros Su risa estalla en cada intervención. Ni la risa ni la alegría son características de la vida pública tucumana. Muy por el contrario, son los dientes apretados y el enojo los rictus que se repiten a diario en cuanta acción desarrollan las autoridades y dirigentes de esta provincia.

La alegría y la risa son el emblema del nuevo conductor de la Iglesia Católica de la provincia. Y, curiosamente, no es algo exportado de ningún mundo recóndito. La risa de Carlos Sánchez se empezó a cultivar hace 54 años en la provincia. No es importada. Sánchez es el primer arzobispo de Tucumán que nació en tierras tucumanas. El viernes por la noche ante la multitud de feligreses que fue a vivarlo, Sánchez ha iniciado una nueva forma de liderar. Apuesta a un liderazgo diferente.

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Ese rol y esa forma de conducir invita a un diálogo a cara descubierta, con las miserias a cuestas y con las satisfacciones en la misma mochila. Por eso cuando en nombre de los sacerdotes le dieron sus mensajes al arzobispo se habló de la necesidad de ayudar en los momentos de las debilidades y de los problemas de los curas. El mensaje fue sencillo y claro. Y, a cambio, Sánchez contestó con aceptación y un abrazo sonriente.

“Escobita nueva barre bien” es la reflexión de cualquier abuela. “El diablo sabe más por viejo que por diablo”, le respondería otra en una tertulia matera en la que le da la razón a su compañera de tarde. De todos modos esa es la apuesta de Sánchez. La misma audacia mostró al convocar a un estadio de fútbol para hacer la ceremonia de su ordenación. Cuando le tocó hablar revisó cada uno de los pasos que dio dentro de la Iglesia tucumana donde tuvo (junto con el obispo de Añatuva, el tucumano José Melitón Chávez), una preocupación y atención especial a la violencia de la droga en la comunidad provincial. Es decir este nuevo líder justificó su rol contando su historia.

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Responsabilidad electoral

A Gladys Medina, a Beatriz Ávila, a Nadima Pecci y a Alejandra Arreguez les costó sonreír. Sin embargo, se divirtieron el miércoles pasado cuando se pararon ante las cámaras en el programa Panorama Tucumano y debatieron de cara a la sociedad. No es una costumbre de los políticos tucumanos afrontar ese tipo de desafío. No obstante, las cuatro tucumanas que aspiran a tener una banca en la Cámara de Diputados de la Nación dieron un ejemplo, expusieron sus ideas y, en algunos momentos, lograron una discusión sana. Sus ejemplos debieran servir para aquellos que se ocultan tras el silencio porque son incapaces de asumir su historia y, menos aún, de defender sus acciones.

La transparencia se grita

En Muñecas al 400 parece que consiguieron empleo todos los que reúnen esas características. Gustavo Durán, cabeza del Instituto de la Vivienda, es la excepción que confirma la regla. A veces habla y hasta puede ser capaz de reconocer un error, pero, no obstante, es incapaz de aceptar las irregularidades y los excesos que se han cometido en ese organismo bajo su administración. Es en ese momento donde prefiere callar. Sus manos derechas hacen lo mismo. Lucas Barrionuevo y Miguel Jiménez Augier no tienen vergüenza. El suspendido funcionario no volvió a dar la cara y las últimas palabras del expulsado han sido que va a esperar que la Justicia se pronuncie. Lo mismo llegó a decir el gobernador Juan Manzur cuando empezaron a salir a luz las irregularidades del IPV. No debería hacer falta que la paquidérmica Justicia diga algo para que de una vez por todas el IPV deje de ser el organismo del mal ejemplo del que sólo se siente orgullosos los que hacen negocios o son beneficiados por izquierda. Ni Durán, ni Barrionuevo, ni Jiménez Augier, ni José Alperovich ni Manzur han podido ponerle paredes de cristal para que la transparencia en favor de los carenciados les permita presumir.

Las vendas de la Justicia

En la Argentina, a la Justicia se la ve (aunque la tenga) sin su venda fundamental. Por eso cuando esta semana estallaron algunas causas, terminaron siendo relativizadas. Eso pasó con la causa sobre el plan “Qunita” donde se le rechazó el sobreseimiento al gobernador Manzur, algo que se sabía antes del pronunciamiento de la Cámara de Casación que revisó el fallo. Además, el tiempo político que vive el país impide darle credibilidad y confianza a esa decisión judicial.

El mismo día el fiscal Carlos Brito le pidió al juez Daniel Bejas que indagara a funcionarios de segunda línea por sus intervenciones en el Plan Más Cerca.

Se trata de un plan que se lanzó durante la gestión anterior en la que se destinaron millones para que a través de los municipios se concretaran obras para los ciudadanos. A Tucumán desde el Enohsa le mandaron 245 millones de pesos para hacer obras. Del mismo programa la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda envió 536 millones de pesos y desde la Secretaría de Recursos Hídricos 85 millones de pesos. En total, desde estos tres organismos que dependían de Julio De Vido y del increíble José López llegaron 866 millones de pesos. Todo ese dinero ingresó a la Casa de Gobierno durante la gestión de José Alperovich, y se distribuyó a los municipios a través del ministerio del Interior que estaba a cargo de Osvaldo Jaldo y se repartía de acuerdo a los convenios que se fueron firmando con cada uno de los responsables de los municipios.

En su investigación, Brito soltó prenda a sólo 10 días de la elección a diputado nacional. Su pedido de indagatoria parece movido por cierto apuro. En los tribunales federales hay quienes aseguran que buscaba pronunciarse antes que Bejas resolviese un conflicto de competencia en el caso “Más Cerca”.

El apuro habría hecho que el dictamen del fiscal federal se ajustara sólo a las obras que se hicieron a través del Enohsa. Tampoco le habría permitido escudriñar en los principales responsables de los organismos tucumanos y sólo habría hallado responsabilidad en otros de menor jerarquía. Ni Jaldo ni Alperovich ni Domingo Amaya figuran en sus pedidos de indagatoria aún cuando aparecerían obras en cuyas auditorías exigen explicaciones más precisas e incluso se los menciona en los considerandos. Tampoco tuvo la posibilidad de ahondar sobre el movimiento de fondos que tuvieron las comunas y los municipios.

La Justicia, aún cuando se pueda mover en tierra firme, carga la incertidumbre de si la política mete la cola.

En Tucumán esta semana se han sembrado semillas de nuevos liderazgos y se han dado los ejemplos necesarios para que el ciudadano pueda soñar con que sus nietos pisen tierras con otros valores. De la cordura de sus dirigentes y de las vendas de la Justicia dependerá que los sueños se hagan realidad.

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