En busca de acuerdos para medir la pobreza

En busca de acuerdos para medir la pobreza

El flagelo en la niñez es el principal predictor del bienestar futuro de toda la sociedad, afirman especialistas en programas sociales

UN PLATO CON ESCASA COMIDA. La pobreza en la niñez es pura y absolutamente involuntaria, sostiene el análisis realizado por los dos especialistas.  lanacion.com UN PLATO CON ESCASA COMIDA. La pobreza en la niñez es pura y absolutamente involuntaria, sostiene el análisis realizado por los dos especialistas. lanacion.com
02 Septiembre 2017


Sebastián Waisgrais, Especialista en Monitoreo y Evaluación -Unicef Argentina
Jorge Paz - Director del IELDE- Universidad Nacional de Salta
Sebastián Waisgrais, Especialista en Monitoreo y Evaluación -Unicef Argentina
Jorge Paz - Director del IELDE- Universidad Nacional de Salta


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El 1° de enero de 2016 se pusieron en vigencia los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados por 193 estados en una cumbre histórica de las Naciones Unidas. El objetivo número uno es derrotar la pobreza; pobreza cero en el mundo, en todas sus formas. ¿Qué significa “en todas sus formas”? Significa admitir que la pobreza implica algo más que la falta de dinero. Entiéndase entonces: algo más que la pobreza monetaria. Significa que una persona no esté privada de la educación básica necesaria para enfrentar los desafíos de la vida contemporánea, de una vivienda adecuada, de acceso al agua, de un baño, de un ambiente puro y libre. Cero personas viviendo sin esas privaciones que complementan el dinero necesario para comprar bienes.

Lo primero, identificar

Para atacar la pobreza lo primero es conocerla; saber a cuánto asciende y que características tienen las personas que identificamos como “pobres”. Es decir, se necesita medirla. Hay sin embargo un paso previo: definir qué se entiende por pobreza, y si bien todos están de acuerdo en que la pobreza significa privación de dinero, de vivienda adecuada, de salud, de educación, de nutrición y otras dimensiones, hay divergencias acerca de cuáles son los “etcéteras” que deben formar la lista final. El problema es que el valor final, cuántos y quiénes son pobres, depende de cuáles son esos etcéteras.

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Ahí aparece la necesidad imperiosa del acuerdo. Debe existir un acuerdo acerca de qué es lo que se va a medir. Un acuerdo que abarque a la sociedad en su conjunto. Acá radica la importancia de que la medición de la pobreza sea parte del Sistema Estadístico Nacional y que sea el resultado de un acuerdo entre todos los actores que conforman una Nación. Esto hará que todos apuntemos al mismo blanco y evitará la diáspora de mediciones usualmente poco fiables y opiniones alrededor de las medidas que surgen justamente cuando no se dispone de una medida oficial.

A ese requerimiento de una medida oficial de pobreza, a una medida superadora de las diferentes opiniones de diferentes actores, se agrega la necesidad de contar con medidas objetivas de lo que se quiere medir. La percepción de lo que cada uno interpreta es útil en determinados contextos, pero no sirve cuando lo que se intenta es contar con un indicador que permita conocer las características de un fenómeno social indeseable, como la pobreza.

Por qué la niñez

Quizá sea conveniente preguntarse por qué razón centrarse en la niñez. Si bien hay muchas y muy variadas razones que lo justifican, son principalmente tres las que se destacan. Primero, porque la pobreza en la niñez es pura y absolutamente involuntaria. Esto significa dos cosas: un niño no elige estar en la pobreza, ni dispone de los medios para salir de ella. Si bien esto puede ocurrir entre los adultos, hay cierto debate al respecto. En el extremo, aún ciertos adultos en edades centrales que no disponen de los medios que permiten escapar de la pobreza pueden beneficiarse de programas de combate a la pobreza que provean esos medios exigiendo a cambio ciertos servicios, como trabajo comunitario, por ejemplo. Esa posibilidad no es aplicable ni requerible a los niños dado que el país, en línea con los convenios internacionales, tiene una adecuada edad mínima de ingreso al mercado laboral.

La segunda razón es porque la pobreza en la niñez es el principal predictor del bienestar futuro de toda la sociedad. La probabilidad de que un niño pobre se convierta en un adulto pobre es elevada. Hay evidencia que muestra cómo opera una situación de círculo vicioso. Un niño pobre tiene una elevada probabilidad de discontinuar o abandonar sus estudios, lo cual complica su inserción en el mercado de trabajo. Una inserción precaria al mercado de trabajo implica a su vez inestabilidad del empleo y de ingresos, problemas de integración social, desprotección a lo largo de la trayectoria laboral y en el momento del retiro. Es probable también que este joven forme tempranamente un núcleo familiar y que tenga hijos, los que probablemente, si no se interviene a tiempo cortando con esta reproducción intergeneracional de la pobreza, enfrentarán las mismas privaciones que experimentaron su madre o su padre siendo niños o adolescentes. Así como la riqueza se puede heredar, lo mismo ocurre con la pobreza, donde el ciclo comienza nuevamente y la situación económica y social se reproduce.

Tercero, porque erradicar la pobreza en la niñez es la manera más eficaz para derrotar la pobreza en el mediano plazo. Actualmente, los gobiernos nacionales y subnacionales, disponen de dos medios para luchar contra la pobreza general: el crecimiento económico y los programas de protección social. Si bien el crecimiento es una manera genuina de reducción de la pobreza, para que sea efectivo debe ser inclusivo y con un esquema claramente redistributivo. Además, se trata de un objetivo de largo plazo, es decir, un proceso que comienza a notarse en dos o más décadas de duración, una vez iniciado y mantenido a lo lardo del tiempo. Por su parte, la evidencia disponible muestra que los programas de protección social, que es la herramienta de que disponen los estados para reducir la pobreza en un plazo más corto, no están logrando plenamente sus objetivos.

Las evaluaciones disponibles muestran que estos programas son eficaces para reducir en parte la pobreza monetaria extrema de manera inmediata, pero no está muy claro de qué manera impactan sobre otras dimensiones de las privaciones, sobre la pobreza monetaria no extrema, ni sobre las privaciones de largo plazo de los que hoy son sus destinatarios.

Un foro en el que redefinen los conceptos de bienestar y pobreza

La palabra bienestar refiere a un concepto siempre bajo discusión, dado que remite a la definición que las diferentes culturas realizan de lo que constituye una vida deseable, anticipa el documento de presentación del foro en el que Unicef y el Gobierno de Tucumán (a través de su Secretaría de Planeamiento) serán anfitriones, el lunes y el martes. El encuentro internacional “Entre la medición y la acción: debates en torno al bienestar” se desarrollará en la sede de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Tucumán de 25 de Mayo 456. Se analizarán los distintos abordajes para medir la pobreza, la Asignación Universal por hijo y la importancia creciente del tiempo no remunerado en la economía global.

Los organizadores del encuentro señalan que en las discusiones académicas y de políticas ya se reconoce que el bienestar significa algo más que solamente ingresos, incorporando incluso dimensiones subjetivas. Y añaden, en esa dirección, que el cómputo y el análisis de indicadores de bienestar son cruciales para la definición de políticas y acciones orientadas a generar impactos en este sentido. “Es necesario avanzar en la medición del bienestar y de la pobreza, analizar su estructura y los factores que la determinan, e incorporar en ese ejercicio la perspectiva multidimensional y de género así como desagregaciones particularmente importantes como aquellas relativas a los tramos etarios y la ubicación geográfica”, se explica en los fundamentos del foro.

El objetivo del Seminario, se consignó, consiste en intercambiar y debatir perspectivas, argumentos y experiencias acerca de distintas metodologías de medición de bienestar y las respuestas necesarias desde la política pública.

El lunes abrirán el seminario el gobernador Juan Manzur, el Secretario de Planeamiento de la provincia, Julio Saguir, la vicedecana de la Facultad de Derecho de la UNT, Marta Tejerizo, y Roberto Benes, representante de Unicef en Argentina.

A lo largo de las dos jornadas disertarán Fernando Cortés (Coneval, México), Luis Beccaria (UNGS/UBA, medición de pobreza monetaria); Adriana Conconi ; Héctor Najera (Universidad de Bristol); Walter Sosa Escudero (UdeSA / Conicet: Big-Data y la medición del bienestar); Rubén Mercado, con moderación en las mesas a cargo de Sebastián Waisgrais (Especialista en Inclusión Social y Monitoreo de Derechos de UNICEF).

Por la tarde del lunes se volcarán experiencias de países en la medición del bienestar, con la participación de Roxana Muñoz (asesora del Gabinete del Ministerio de Desarrollo Social de Chile); Lorena Moreno (Ecuador); Fernando Cortés (México); Gustavo de Armas (Uruguay; Magdalena García (Honduras), Cynthia Pok; Jorge Paz, Nieves Rico ( Uso del tiempo y trabajo no remunerado: dimensiones invisibles del bienestar); Ernesto Espíndola, de Cepal; Enrique Delamónica; Javier Curcio (Unicef Argentina); Carla Arévalo; Antonio Raúl García; Juliana Merello; Florencia Alvarez Picco, Facundo Biffi; Eugenio Actis Di Pasquale; Anahí Amar, Agustín Salvia; el secrfetario de Planeamiento de tUCUMNÁNBJulio Saguir; el ministro de Desarrollo Social de Tucumán, Gabriel Yedlin, Alberto Minujin y David Gordon (Universidad de Bristol) entre otros funcionarios, técnicos y académicos de diversos países.

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