Es cierto, si Argentina le gana el martes a Colombia, podrá volver a zona de repechaje y calmar las aguas. La Selección, pareciera omitirse en medio de tanto enojo, está a sólo dos puntos del tercero y a uno del cuarto y del quinto. Y todavía quedan siete fechas, 21 puntos en juego. El problema, entonces, no es la tabla de posiciones. El problema es el juego. Cuando defiende, Argentina defiende mal. Y cuanto ataca, ataca mal. Hasta que los partidos van cero-cero todo pareciera funcionar perfecto. No agredimos y no nos agreden. Jugamos a esperar el error rival. El problema, entonces, sucede si el primer error es nuestro. Si ese error termina además en gol, Argentina, aunque queden ochenta y cinco minutos por delante, parece avisar que ya todo está terminado, que no habrá modo de cambiar el curso del partido. Es apenas un gol en contra. Quedan, reitero, ochenta y cinco minutos por delante. No importa. Algo se derrumba. Impotencia pura. Bloqueo mental, como le dicen ahora. Pareciera que hay que escalar el Everest. Que nos hicieron diez goles, no uno. Porque el problema, ya lo dijimos, no son los números. El problema, reiteramos, es el juego.
Tal fue la imagen de resignación que ofreció Argentina contra Brasil tras el 0-2 del primer tiempo en el Mineirao, que miles y miles de personas dejaron de ver el partido y sintonizaron “Moisés y los diez mandamientos”. El rating, que toma la transmisión de la TV Pública (pero no la de TyC Sports), revela que Moisés registró finalmente una media de 24,3 puntos y la selección 18,9. ¿El país futbolero renunciando a ver el clásico contra Brasil? La serie de Telefé está en su parte final. Desfilan las diez plagas, las calamidades naturales que, según el Antiguo Testamento, Dios infligió a los egipcios para que dejaran partir a los hebreos esclavos y así pudieran adorar libremente a su Dios. Las aguas del Nilo ya se convirtieron en sangre matando a los peces (primera plaga), las ranas, mosquitos, piojos y langostas invadieron Egipto, ciudadanos y ganado se enfermaron y ya cayó también la tormenta de granizo y fuego, y luego la oscuridad. La décima y última plaga, la del capítulo del miércoles de Telefé, no fueron los penales contra Chile, la tercera final perdida, sino la muerte de todos los primogénitos. Mejor llorar con Moisés que con Argentina. El drama de Moisés incluyó a los hijos del Faraón. Rendido, el Faraón liberó finalmente a los esclavos hebreos. La historia es conocida desde siempre. No hay sorpresa. Acaso lo mismo pensaron los miles de televidentes que se pasaron a Moisés el miércoles del partido. Que tampoco en el Mineirao habría sorpresa. Que Argentina, rápidamente resignada tras el 0-2 del primer tiempo, no tendría ninguna chance de revertir esa derrota. Y cambiaron de canal. Pasaron a ver al Moisés de Telefé. Serie brasileña.
“¡Me hacés perder guita si no voy al Mundial!”, vocifera el periodista estrella por la pantalla de Fox Sports. Fue su desafortunada explicación para decir que él jamás querría que Argentina se quede afuera de Rusia. Otro periodista de renombre pide que juegue Juan Román Riquelme. Otro afirma que Santiago Ascacíbar, el volante de 19 años de Estudiantes, figura del campeonato, habría anulado fácilmente a Neymar. Si Huracán no hubiese seguido perdiendo, se habrían multiplicado los reclamos por Ricardo Caruso Lombardi. La AFA tuvo que salir a desmentir supuestas nuevas gestiones para que Jorge Sampaoli deje al Sevilla por una cláusula indemnizatoria mucho menor que la inicial y asuma en la selección en 2017. Pero es obvio que si Argentina fracasa otra vez en San Juan, la situación del “Patón” Edgardo Bauza se hará muy difícil de sostener. En apenas cinco partidos, el Patón se desgastó tanto como la Comisión Normalizadora de la AFA. Un desgaste al que contribuyeron clubes y gobierno nacional y su furiosa puja por el poder de la pelota que, meses atrás, precipitó la partida de un Gerardo Tata Martino que también sentía el desgaste. El problema, ahora se agravó. “No sabemos a qué jugamos”, lo desnudó Leo Messi, capitán.
“Que el mejor jugador del mundo” tenga que “soportar derrotas humillantes es consecuencia de una AFA en descomposición”, que “improvisa técnicos”, no tiene “plan de juego” y “quiere ganar campeonatos tirando únicamente de talento”, escribió Ernest Folch en el diario catalán Sport. Su colega Ernesto Pérez de Rozas recuerda una frase, desafortunada, de Bauza a poco de asumir (“Barcelona no cuida a Messi”). Y dice que el que no cuida a Leo es el DT, “despreciando su fútbol, rodeándolo de ex futbolistas y talonadores de rugby”. En Barcelona no se preocupan por Argentina, se preocupan por Messi. Porque lo precisan tanto como nosotros. Apenas dos semanas antes, vi a Sergio “Kun” Agüero liderar un gran triunfo de Manchester City contra Barcelona y a Pablo Zabaleta anular en ese mismo partido a Neymar. Y una semana después lo vi a Messi cargándose casi él solo al Barcelona para ganarle 2-1 al Sevilla de Jorge Sampaoli, que le había dado un baile en la primera media hora, creando ocho situaciones claras de gol. Y vimos todos también a Gonzalo “Pipita” Higuaín haciendo goles para Juventus. No los vemos así en la selección (que sigue número uno en el ranking de la FIFA). ¿Son los jugadores? ¿Es el esquema de Bauza?
Malo conocido
La derrota del domingo fue lo más cercano que vi al 5-0 de Colombia en el Monumental en 1993. La Colombia de los últimos años, en realidad, ha servido de trampolín de recuperación a la selección argentina. Y la de José Pekerman, como Argentina, también está sufriendo problemas para generar juego. Puede hacer circular la pelota, pero no agrede. En sus últimos 21 partidos (eliminatorias y dos últimas Copas América), Colombia anotó sólo 23 goles y generó 4,1 opciones de gol por cotejo. Y en estas eliminatorias es peor. Generó 45 opciones en once fechas, pero 21 de ellas en sólo dos partidos (contra Venezuela y Ecuador). La media de ocasiones de gol baja entonces en la eliminatoria a 2,6 por partido. Poquísimo. ¿Cuántas ocasiones genera Argentina? La selección, es cierto, aún jugando mal, no había merecido perder contra Paraguay, el partido en el que creó más ocasiones. Contra Brasil, aún en los minutos que tuvo pelota y terreno, no generó juego ni creó ocasiones. Todo se redujo a intentos individuales, como bien le apuntó a Bauza en la conferencia pospartido el ex jugador Marcelo Espina, actual comentarista de ESPN. Messi, es cierto, no tuvo compañía. En su fastidio, acaso él tampoco ayudó a conectarse. “No puedo entender a qué juega esta selección argentina”, dijo César Menotti. No es el único.
“Argentina se clasificará”, dijo también Menotti. Tal vez no logre jugar bien, pero se clasificará. Imposible quedar afuera. ¿Imposible? Brasil, aún cuando retrasa líneas como lo hizo ante Argentina, sabe a qué juega. Uruguay también, aún consciente de que lo suyo es más furia que juego y que podría servirle en una eliminatoria, pero difícilmente en el Mundial. Estamos pendientes ahora de que la FIFA revise su curioso fallo (porque contradijo sus propios reglamentos) sobre el caso Bolivia que otorgó puntos extra a Chile y a Perú. Y, por las dudas, ya comenzamos también a estar atentos a la zona Oceanía. A que Nueva Zelanda le ganó 2-0 a Nueva Caledonia y podría ser rival en un eventual repechaje, por delante de Fiji, Tahití, Papúa Nueva Guinea e Islas Salomón. Por ahora, es lo que hay.
Tal fue la imagen de resignación que ofreció Argentina contra Brasil tras el 0-2 del primer tiempo en el Mineirao, que miles y miles de personas dejaron de ver el partido y sintonizaron “Moisés y los diez mandamientos”. El rating, que toma la transmisión de la TV Pública (pero no la de TyC Sports), revela que Moisés registró finalmente una media de 24,3 puntos y la selección 18,9. ¿El país futbolero renunciando a ver el clásico contra Brasil? La serie de Telefé está en su parte final. Desfilan las diez plagas, las calamidades naturales que, según el Antiguo Testamento, Dios infligió a los egipcios para que dejaran partir a los hebreos esclavos y así pudieran adorar libremente a su Dios. Las aguas del Nilo ya se convirtieron en sangre matando a los peces (primera plaga), las ranas, mosquitos, piojos y langostas invadieron Egipto, ciudadanos y ganado se enfermaron y ya cayó también la tormenta de granizo y fuego, y luego la oscuridad. La décima y última plaga, la del capítulo del miércoles de Telefé, no fueron los penales contra Chile, la tercera final perdida, sino la muerte de todos los primogénitos. Mejor llorar con Moisés que con Argentina. El drama de Moisés incluyó a los hijos del Faraón. Rendido, el Faraón liberó finalmente a los esclavos hebreos. La historia es conocida desde siempre. No hay sorpresa. Acaso lo mismo pensaron los miles de televidentes que se pasaron a Moisés el miércoles del partido. Que tampoco en el Mineirao habría sorpresa. Que Argentina, rápidamente resignada tras el 0-2 del primer tiempo, no tendría ninguna chance de revertir esa derrota. Y cambiaron de canal. Pasaron a ver al Moisés de Telefé. Serie brasileña.
“¡Me hacés perder guita si no voy al Mundial!”, vocifera el periodista estrella por la pantalla de Fox Sports. Fue su desafortunada explicación para decir que él jamás querría que Argentina se quede afuera de Rusia. Otro periodista de renombre pide que juegue Juan Román Riquelme. Otro afirma que Santiago Ascacíbar, el volante de 19 años de Estudiantes, figura del campeonato, habría anulado fácilmente a Neymar. Si Huracán no hubiese seguido perdiendo, se habrían multiplicado los reclamos por Ricardo Caruso Lombardi. La AFA tuvo que salir a desmentir supuestas nuevas gestiones para que Jorge Sampaoli deje al Sevilla por una cláusula indemnizatoria mucho menor que la inicial y asuma en la selección en 2017. Pero es obvio que si Argentina fracasa otra vez en San Juan, la situación del “Patón” Edgardo Bauza se hará muy difícil de sostener. En apenas cinco partidos, el Patón se desgastó tanto como la Comisión Normalizadora de la AFA. Un desgaste al que contribuyeron clubes y gobierno nacional y su furiosa puja por el poder de la pelota que, meses atrás, precipitó la partida de un Gerardo Tata Martino que también sentía el desgaste. El problema, ahora se agravó. “No sabemos a qué jugamos”, lo desnudó Leo Messi, capitán.
“Que el mejor jugador del mundo” tenga que “soportar derrotas humillantes es consecuencia de una AFA en descomposición”, que “improvisa técnicos”, no tiene “plan de juego” y “quiere ganar campeonatos tirando únicamente de talento”, escribió Ernest Folch en el diario catalán Sport. Su colega Ernesto Pérez de Rozas recuerda una frase, desafortunada, de Bauza a poco de asumir (“Barcelona no cuida a Messi”). Y dice que el que no cuida a Leo es el DT, “despreciando su fútbol, rodeándolo de ex futbolistas y talonadores de rugby”. En Barcelona no se preocupan por Argentina, se preocupan por Messi. Porque lo precisan tanto como nosotros. Apenas dos semanas antes, vi a Sergio “Kun” Agüero liderar un gran triunfo de Manchester City contra Barcelona y a Pablo Zabaleta anular en ese mismo partido a Neymar. Y una semana después lo vi a Messi cargándose casi él solo al Barcelona para ganarle 2-1 al Sevilla de Jorge Sampaoli, que le había dado un baile en la primera media hora, creando ocho situaciones claras de gol. Y vimos todos también a Gonzalo “Pipita” Higuaín haciendo goles para Juventus. No los vemos así en la selección (que sigue número uno en el ranking de la FIFA). ¿Son los jugadores? ¿Es el esquema de Bauza?
Malo conocido
La derrota del domingo fue lo más cercano que vi al 5-0 de Colombia en el Monumental en 1993. La Colombia de los últimos años, en realidad, ha servido de trampolín de recuperación a la selección argentina. Y la de José Pekerman, como Argentina, también está sufriendo problemas para generar juego. Puede hacer circular la pelota, pero no agrede. En sus últimos 21 partidos (eliminatorias y dos últimas Copas América), Colombia anotó sólo 23 goles y generó 4,1 opciones de gol por cotejo. Y en estas eliminatorias es peor. Generó 45 opciones en once fechas, pero 21 de ellas en sólo dos partidos (contra Venezuela y Ecuador). La media de ocasiones de gol baja entonces en la eliminatoria a 2,6 por partido. Poquísimo. ¿Cuántas ocasiones genera Argentina? La selección, es cierto, aún jugando mal, no había merecido perder contra Paraguay, el partido en el que creó más ocasiones. Contra Brasil, aún en los minutos que tuvo pelota y terreno, no generó juego ni creó ocasiones. Todo se redujo a intentos individuales, como bien le apuntó a Bauza en la conferencia pospartido el ex jugador Marcelo Espina, actual comentarista de ESPN. Messi, es cierto, no tuvo compañía. En su fastidio, acaso él tampoco ayudó a conectarse. “No puedo entender a qué juega esta selección argentina”, dijo César Menotti. No es el único.
“Argentina se clasificará”, dijo también Menotti. Tal vez no logre jugar bien, pero se clasificará. Imposible quedar afuera. ¿Imposible? Brasil, aún cuando retrasa líneas como lo hizo ante Argentina, sabe a qué juega. Uruguay también, aún consciente de que lo suyo es más furia que juego y que podría servirle en una eliminatoria, pero difícilmente en el Mundial. Estamos pendientes ahora de que la FIFA revise su curioso fallo (porque contradijo sus propios reglamentos) sobre el caso Bolivia que otorgó puntos extra a Chile y a Perú. Y, por las dudas, ya comenzamos también a estar atentos a la zona Oceanía. A que Nueva Zelanda le ganó 2-0 a Nueva Caledonia y podría ser rival en un eventual repechaje, por delante de Fiji, Tahití, Papúa Nueva Guinea e Islas Salomón. Por ahora, es lo que hay.
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