La comida saludable, ¿una moda pasajera?

La comida saludable, ¿una moda pasajera?

Cada vez más gente se plantea la necesidad de comer sano. Los nutricionistas hablan de la “no dieta”. La vuelta de los platos caseros.

SABOR NATURAL. Menos gente pide delivery de comida rápida; prefieren viandas que tengan verduras frescas. SABOR NATURAL. Menos gente pide delivery de comida rápida; prefieren viandas que tengan verduras frescas.
16 Octubre 2016
Algo está pasando en la mesa de los tucumanos. Aparecen cada vez más preguntas. ¿De dónde viene el pollo que servimos? ¿Cómo será que se procesan estos lácteos? ¿Qué son los conservantes y los transgénicos? ¿Qué significa aceite hidrogenado? Los alimentos procesados son cada vez más cuestionados. Y hay una creciente revalorización de la comida casera, movida de la que también se han hecho eco los chefs. Mientras tanto proliferan las ferias de productos naturales y más personas se plantean la posibilidad de convertirse en vegetarianos o veganos.

¿Es una verdadera revolución o una moda pasajera? La pregunta aún no tiene respuesta. Los nutricionistas sí coinciden en un punto: está cambiando la relación de las personas con la comida. Cada vez más gente quiere comer saludable y no sólo lo hacen para bajar de peso; quieren sentirse bien, prevenir enfermedades, cuidarse. Por eso, le dicen no al fast food o a la comida “siempre lista” de la góndola del supermercado.

En EE.UU. la movida se llama “Mindful eating” (Alimentación consciente). Plantea la idea de aprender a relacionarse de manera sana con la comida.

En ese replanteo sobre lo que consumimos y su estrecha relación con el cuidado de la salud los expertos están sumando nuevas ideas: ya no hablan de dietas ni de prohibiciones, sino de plan alimentario. Les parece una buena estrategia para luchar contra la epidemia de obesidad que castiga al mundo entero.

En la provincia, según las cifras del Ministerio de Salud, alrededor de 200.000 tucumanos mayores de 18 años padecen obesidad. Y el 40 % de los chicos tiene sobrepeso. Los números son más que preocupantes porque de no haber un cambio serio en la alimentación aumentarán significativamente las enfermedades relacionadas con esta epidemia: diabetes, hipertensión, males cardiovasculares, entre otros.

La licenciada en Nutrición Lucía Vallejo Trejo cuenta que cada vez más personas buscan ayuda de profesionales que les enseñen a comer bien. “La gente se pregunta de dónde viene lo que comemos, quiere comer sano. No diría que esto es una revolución. Es un proceso, un cambio de paradigma. El volver a lo viejo, a lo que nos enseñaron nuestros abuelos. Volver a la huerta y a la granja familiar. A cuidar el cuerpo y el bolsillo. Muchos adhieren, pero falta todavía. Ya lo harán; hay que derribar viejas estructuras, ampliar la mirada. Esto debe ir acompañado de políticas en salud que potencien este proceso”, sostiene la experta.

En este proceso, según cuenta, se valora más la comida casera. “Cuando alguien organiza un evento en su casa o en algún lugar privado resalta con orgullo el haber cocinado comida casera y los invitados siempre se sorprenden y disfrutan. Lo casero se volvió como el objetivo para muchos. Porque no sólo se aprecia lo rico y nutritivo sino el toque personal, esa conexión con la cultura regional y personal, lo innovador de su receta, etc. Y no hay nada más encantador que nos digan: qué rico lo que cocinaste. Por suerte la gente está comenzando a organizarse y a darse tiempo para cocinar”, apunta.

A la nutricionista Cecilia Leonor Battig le gusta hacer una diferencia cuando se habla de “la vuelta a lo casero”. “Las abuelas han sido grandes cocineras, pero todo lo hacían con mucha manteca y aceite. Hoy tratamos de usar menos estas grasas y más el líquido que traen las verduras, por ejemplo. Lo ideal es encontrarle el verdadero sabor a la comida”, explica la profesional, que tiene un emprendimiento de viandas saludables.

Mónica Katz, autora del libro “Somos lo que comemos”, sostiene que siempre es mejor comer casero. Pero advierte que es saludable tener la flexibilidad de poder ayudarse con alimentos envasados para improvisar una salsa o para preparar una ensalada con atún.

Fanatismo

La médica especialista en nutrición no ve que el replanteo que se está haciendo la gente sobre lo que comemos sea una revolución. “Me parece que asistimos a un proceso de fanatismo que excede la nutrición. Es una metarreligión o necesidad de certeza. Por supuesto que muchos aprovechan este proceso social para vender”, opina.

En ese sentido, habló sobre las teorías que dicen que las harinas son veneno o aquellas que proponen olvidarse de las carnes para estar más saludables: “todas estas teorías son herramientas de marketing con imagen de ciencia. Nada en exceso es saludable y, además, las personas no necesitamos alimentos sino 60 nutrientes contenidos en diversos alimentos. Por eso si prefiero no comer carnes puedo hacerlo, pero no es lo mismo decir que es peligrosa. Lo mismo con las harinas. ¡Una cosa es no vivir en base a harinas y otra es creer que el fideo o el arroz van a matarte! Pueblos completos han vivido consumiendo esos alimentos y lo han hecho saludablemente ¿Desde cuándo comer pan o un guiso se volvió peligroso?

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