El fin de las dietas prohibicionistas

El fin de las dietas prohibicionistas

Comer de todo, pero siendo prudentes. Legalizar lo dulce, en mínimas cuotas

SIN RESTRICCIONES. Darse el gusto con platos sabrosos está permitido. LA GACETA / FOTO DE FLORENCIA ZURITA SIN RESTRICCIONES. Darse el gusto con platos sabrosos está permitido. LA GACETA / FOTO DE FLORENCIA ZURITA
16 Octubre 2016
Es posible adelgazar sin caer en el dietismo crónico, sin tener ninguna prohibición. Eso lo ha comprobado Daniela Valperga. A los 41 años y después de haber pasado un cuarto de siglo luchando contra la gordura descubrió que no es tan difícil bajar de peso sin padecerlo. Ella se define como una persona muy golosa. Aunque nunca llegó a ser obesa, por su sobrepeso desde los 16 años empezó a hacer dietas y a visitar a uno y otro nutricionista.

“Me sé de memoria decenas de dietas. Todas las hice. Siempre bajaba de peso y volvía a subir”, detalla. Eso le ocurrió hasta hace unos meses, cuando una nutricionista le propuso una especie de “no dieta”. “En realidad me enseñó a comer de todo, pero a comer bien. No me restrinjo en nada. Puedo comer papa gratinada, que me encanta, o un chocolate sin sentirme mal. Ahora soy ordenada y no como si no tengo hambre”, cuenta.

Ese concepto de “no dieta” se hizo famoso por el libro llamado de la misma forma. La autora Mónica Katz sostiene que hay que dejar atrás las dietas de hambre. Se puede comer de todo: la clave está en medir las porciones y adoptar un estilo de vida saludable.

Así explica Katz por qué las dietas no funcionan y a la larga provocan que las personas aumenten de peso: “el cerebro posee un grupo de estructuras responsables de regular el balance energético. ¡No sabe de dietas! Sólo es capaz de detectar ingreso y disponibilidad de energía o carencia de energía. Y tiene ante eso una respuesta adaptativa que, por un lado disminuye el gasto calórico para ahorrar energía, y por el otro dirige la mente y el comportamiento a la búsqueda de comida. Por eso dietar, someterse a planes de menos de 1.200 calorías al día es una guerra perdida en la primera batalla. ¡No podemos engañar al cerebro!”.

Lo ideal, según la médica, es combinar alimentación saludable en “ porción justa” con actividad física y estrategias para afrontar la vida, las emociones y el estrés sin comida. “Hacer dieta nos marca la reganancia de peso a cuatro años”, indica.

La nutricionista Cecilia Battig sostiene que la palabra dieta es para pacientes internados con una enfermedad. “Es muy común escuchar a la gente: el lunes empiezo la dieta. Yo les pregunto por qué el lunes, por qué dieta. No hay por qué pensar que los fines de semana podemos tener un permitido. Se puede comer de todo, todos los días, con prudencia. Lo primero a lograr es un cambio de hábitos. La gente cree que comer saludable es igual a comer feo. Y no es así: hay que aprender a encontrarle el sabor a las comidas”, resume.

Un plan es lo ideal

“Las dietas cuando son restrictivas provocan aumento de peso. Si una persona pasa un período de tiempo privándose de lo que le gusta, comiendo menos cantidad de lo que necesita, con carencias nutricionales, etcétera, el final siempre es el mismo: bajo cinco kilos y después de un tiempo subo 10. Es un fenómeno de compensación normal con consecuencias negativas para la salud física y mental. Lo ideal es diseñar un plan de alimentación que sea funcional al estilo de vida de la persona, nutricionalmente óptimo y sobre todas las cosas que sea rico. Esto se logra cuando legalizamos lo dulce en mínimas cuotas”, resume Lucía Vallejo Trejo.

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