16 Octubre 2016
La pesadilla de David Robles comenzó a los 13 años. Empezó a engordar y llegó a pesar 135 kilos a los 27. “Comía muy mal, siempre frituras y cosas con grasa. De una sentada podía comer una pizza o dos sánguches de milanesa con un litro de gaseosa”, describe el joven que hoy tiene 30 años y logró bajar 35 kilos.
“Tenía un problema serio, pero era muy negador. No podía hacer ninguna actividad física. Caminaba dos cuadras y sentía que el corazón me salía por la boca. No tenía energías. De noche, cuando dormía, me quedaba sin aire. Mi novia me ayudó a darme cuenta que estaba mal”, relata David, que logró bajar 35 kilos en los últimos tres años.
“Busqué a una nutricionista para que me guiara. Al principio fue muy duro. Lo primero que hice fue ordenarme: respetar las cuatro comidas. Antes no desayunaba y ahora sí. Como bien variado, alimentos saludables. Frituras, cada 15 días. Pero no las extraño. Prefiero las verduras y las frutas. Aprendí a encontrarles el gusto. Ahora, cuando como alimentos con mucha grasa empiezo a sentirme muy mal, me duele el estómago”, relata el muchacho, que trabaja en un hotel.
David mira para atrás y piensa que tendría que haber empezado antes a comer sano. “El problema cuando sos chico, a los 13, es que nadie te apoya, nadie te dice cómo tenés que comer. Y la oferta de alimentos ricos en grasa es a toda hora. En los colegios, en la calle, nadie te está vendiendo ensalada de fruta; te ofrecen panchuques”.
“Tenía un problema serio, pero era muy negador. No podía hacer ninguna actividad física. Caminaba dos cuadras y sentía que el corazón me salía por la boca. No tenía energías. De noche, cuando dormía, me quedaba sin aire. Mi novia me ayudó a darme cuenta que estaba mal”, relata David, que logró bajar 35 kilos en los últimos tres años.
“Busqué a una nutricionista para que me guiara. Al principio fue muy duro. Lo primero que hice fue ordenarme: respetar las cuatro comidas. Antes no desayunaba y ahora sí. Como bien variado, alimentos saludables. Frituras, cada 15 días. Pero no las extraño. Prefiero las verduras y las frutas. Aprendí a encontrarles el gusto. Ahora, cuando como alimentos con mucha grasa empiezo a sentirme muy mal, me duele el estómago”, relata el muchacho, que trabaja en un hotel.
David mira para atrás y piensa que tendría que haber empezado antes a comer sano. “El problema cuando sos chico, a los 13, es que nadie te apoya, nadie te dice cómo tenés que comer. Y la oferta de alimentos ricos en grasa es a toda hora. En los colegios, en la calle, nadie te está vendiendo ensalada de fruta; te ofrecen panchuques”.
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