Un vasco seducido por el cerro tucumano

Había venido algunas veces a la Argentina, pero en todas aquellas ocasiones el Trasmontaña le había quedado desfasado de su agenda. Para peor, en todos lados le recomendaban: “tienes que correrla; como esta carrera no hay nada”. El deseo fue creciendo dentro de sí, hasta que un buen día decidió armar su cronograma de trabajo de tal modo que pudiera estar en Tucumán para mediados de agosto. Y se inscribió. Y participó. Y quedó fascinado: “la verdad, esto es algo muy, muy, muy bueno”.

Jon Iriberri vive en Bilbao, y vive de y para la bicicleta: su principal actividad laboral tiene que ver con la biomecánica del ciclismo -el motivo de sus varias visitas a la Argentina-. Pero, entre otros, también es profesor en el Centro Mundial de Ciclismo de la Unión Ciclista Internacional, y preparador de unos 20 atletas olímpicos. Con todo ese bagaje a cuestas ayer participó, por fin, del Trasmontaña.

“El que completa este circuito ya puede decir que anda en mountain bike. Esta prueba es durísima; es exigente técnica, física y psicológicamente. Aquí la única alegría es cuando llegás, todo lo demás son dificultades. Entonces, el que viene aquí a probar, a ensayar y no sabe muy bien a lo que viene se puede buscar un problema, porque te puedes hacer daño”, dijo a LG Deportiva, segundos después de cruzar la meta.

Una vez que se decidió a correr el Trasmontaña, comenzó a buscar escenarios similares, para realizar su entrenamiento. En ese sentido, vivir en Bilbao le resultó una ventaja. “El clima tucumano, respecto al de Bilbao tiene ciertas similitudes. La temperatura, el tipo de vegetación, el tipo de río, son relativamente parecidos, y eso me ha facilitado mucho la preparación. Aquí me encuentro mucho más cómodo, mucho más en mi tierra. Ya me habían dicho que me iba a gustar, porque se parecía más a lo mío; para mí, venir aquí es como estar en casa”, afirmó.

Según contó, la noche del jueves llegó a Tucumán, y a la mañana siguiente ya había trepado a San Javier, para conocer el circuito y practicar. “Recorrimos hasta la zona de La Sala, y al día siguiente hicimos otra tiradita por la misma bajada inicial. Pero toda la segunda parte era nueva. Para mí era un reto; una carrera en la que no sabes por dónde vas a ir, no sabes dónde están las trampas, no sabes dónde están las piedras. El año que viene hay que venir enfocándolo de otra manera; porque una vez que conoces el recorrido, aunque lo cambien, tienes muchísima ventaja”, expresó el español.

Sus palabras no dejaron dudas: no será el de ayer su último Trasmontaña: “no, no, no, no... Yo aquí vuelvo, seguro. A mí, si una carrera me gusta, me complace y tienes un compañero con el que te entiendes bien (corrió en pareja con el cordobés Juan Pablo Lopardo) y has disfrutado, mierda... la vida tiene bastantes problemas, cuando te da una alegría tienes que intentar repetirla”. De hecho, no sólo regresará a Tucumán, sino que prometió recomendar la carrera por los lugares del mundo que suele visitar. “Yo suelo hacer un trabajo de embajador, y es exitoso. Durante todo el año estoy en las redes sociales, diciendo que voy a venir, y hago un efecto imán. Una región como Tucumán, con la potencialidad que tiene, necesita que venga gente de afuera. Tú puedes tener el tesoro más grande, pero si no tienes un altavoz para contarlo no tienes nada que hacer”, puntualizó.

Su visión no se agota en el Trasmontaña. “Me llamó la atención Tucumán capital; pensaba que era una ciudad más o menos pequeña, pero es inmensa. Y los cerros, toda esta parte, me ha parecido maravilloso. Es un sitio que, si se admiten sugerencias, está poco explotado”, aconsejó.