Renovadores de esperanzas

Renovadores de esperanzas

Las caras nuevas aumentan la expectativa del “Santo”

ENTRANDO EN CONFIANZA. Darío Cajaravilla y Marcelo Castellano (que van al frente) se movieron ayer junto al equipo y los otros cinco refuerzos que llegaron; hicieron sus primeros trabajos bajo las órdenes de Darío Tempesta. la gaceta / foto de franco vera ENTRANDO EN CONFIANZA. Darío Cajaravilla y Marcelo Castellano (que van al frente) se movieron ayer junto al equipo y los otros cinco refuerzos que llegaron; hicieron sus primeros trabajos bajo las órdenes de Darío Tempesta. la gaceta / foto de franco vera
05 Febrero 2015
Caras nuevas, renovación de expectativas. En San Martín son días de ambientación, de presentaciones y primeras impresiones. Sí, la revancha del clásico con Atlético está a la vuelta de la esquina, pero a decir verdad el momento de formación que transita La Ciudadela es lo que más se atiende y ayer dos nuevos refuerzos lo ratificaron: Marcelo Castellano y Darío Cajaravilla se calzaron el equipo de entrenamiento y salieron al campo a moverse junto a sus nuevos compañeros.

“La primera impresión fue muy buena, ya había hablado con algunos compañeros (los que conoció de Juventud de San Luis) y me dijeron que el club es de Primera y las instalaciones son las mejores”, dice Castellano mientras mira a su alrededor en su primera mañana de trabajo en el Complejo Mirkin, como confirmando lo que le habían anticipado. “Estoy muy contento de estar acá y los chicos me recibieron de 10”, confiesa.

Antes de partir de nuevo al estadio en el micro que traslada al equipo, el volante derecho explicó cómo fue que arribó a Tucumán tras jugar en la B Nacional, con Sarmiento de Junín. “Lo que me hizo decirle que sí a San Martín fue el hecho que es un club grande y el grande de la categoría. Sí, está en el Argentino A, pero lo que se recuerda del club es que jugó mucho tiempo en Primera y B Nacional. Más que nada fue eso”, devela Marcelo sin desentonar con la idea de los otros seis refuerzos que llegaron para esta temporada, mientras Darío pasa por su lado haciendo fila para subir al colectivo.

El llamado personal que Darío Tempesta le hizo antes de asumir en el cargo de DT, claro, también inclinó la balanza para ellos. “Me gustó su idea y quise venir a tratar de hacer lo mejor y aportar un granito de arena para el equipo. Quiero cumplirle”, dice con la idea de ascenso obligado que todos saben recae en las espaldas una vez que se pisa La Ciudadela.

Experiencias de sobra

Castellano, de 29 años y Cajaravilla, de 34, saben bien que son los recién llegados dentro de un grupo que se arma para la pretemporada con el correr de los días, pero por el conocimiento mutuo con el DT esperan que quienes entiendan la idea ya conocida por ellos sean los mismos jugadores que ayer les dieron la bienvenida. “Conozco cómo trabaja Tempesta y sólo espero que el grupo se adapte y se acople rápido para hacer un buen torneo”, pide Marcelo antes de subir al micro oficialmente como uno más del grupo.

Tanto él, que decora su ficha personal con un importante paso por Bahía Blanca (donde jugó en Olimpo y Villa Mitre), como Darío -experimentado defensor que hizo escala desde Tristán Suárez pero también pasó por Aldosivi y hasta cruzó la cordillera cuando en 2004 fue hombre de del Colo-Colo chileno- desempacaron valijas en San Martín justo en la antesala de la revancha por la Copa Pálpitos 24 que el equipo tiene pactada para el domingo, en La Ciudadela. Sin embargo, aunque les gustaría dar una mano para revertir el 1-0 de la ida, no quieren desesperarse y mucho menos saltear etapas (el mismo Tempesta confirmó que su idea es asumir el segundo chico con el mismo grupo que afrontó el primero).

“Las expectativas igual están. En lo personal, algo escuché: de que habían perdido el partido de visitante pero que habían jugado muy bien los chicos. A nosotros sólo nos queda esperar y vamos a ver qué pasa, desde donde toque”, aseguró Castellanos, cómodo en su primer día de trabajo pero más esperanzado aún con lo que le espera dentro del nuevo San Martín, el que aún se prepara para ascender que, entienden todos, siempre será lo más importante.

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