Las Casildas, una “tribu” que socializa sus vivencias

Las Casildas, una “tribu” que socializa sus vivencias

31 Agosto 2014
“Cuando nació mi Valentina sentí la necesidad de contar determinadas cosas a través de las redes sociales. Hasta ese momento era directora creativa de una agencia de publicidad y comencé a replantearme el tiempo que le entregaba a un trabajo que comenzó a parecerme chiquito”, cuenta Julieta Saulo la fundadora de Las Casildas, una tribu que se formó en Buenos Aires en 2011. Hoy ya tienen cuatro grupos en distintos puntos del conurbano y Capital Federal. Además, giran con una obra de teatro-debate llamada “Parir(NOS)” con relatos de partos de cuatro mujeres. Para cerrar el círculo publican “Enredo”, una revista que lanzaron en marzo con material sobre embarazo, parto y crianza respetuosa.

“Cuando comencé no tenía intenciones de que fuera algo gigante. Subía cosas y se comenzó a masificar así conocí a las chicas”, cuenta Julieta. Se refiere a Mariela Franzosi y Valeria Wasinger, con quienes se completa el trío de Las Casildas. El nombre se lo deben a Casilda Rodrigañez Bustos, escritora española, autora de “El asalto al Hades” y “Pariremos con placer”, entre otros.

Desde la génesis, en el grupo se vivió la maternidad como una militancia, procurando espacios para el debate y propiciando proyectos que lograran cambios sociales. “La idea es no quedarse en la queja, sino pasar al plano de la acción”. En estos años le dieron impulso al proyecto para extender las licencias por maternidad y paternidad en Argentina, la creación del primer Banco gratuito de sacaleches, las campañas de difusión de leyes y derechos que asisten a las mujeres y sus familias en el momento del embarazo, parto y nacimiento.

Creen firmemente en la necesidad de volver a la tribu como otro espacio más de crianza. Indispensable para toda madre a la que la asaltan las dudas, el temor y que necesita apoyo y palabras de aliento. “Tiene que ver con nuestra propia naturaleza. Los animales también viven en manadas”, añade Julieta. La soledad de las ciudades obliga a una mujer a enfrentar bastante sola la maternidad. “Miro hacia arriba, veo una luz prendida a medianoche y me juego que es una mamá que deambula en su departamento”.

En los encuentros semanales siempre hay un disparador para el debate: un relato, una canción, un video. A veces también van las parejas. “Es impresionante lo que aportan los varones y te das cuenta la necesidad que tienen de compartir. Es muy bueno incluir su mirada”. La receta es que no hay recetas. “No te vamos a decir qué es lo que tenés que hacer. Algunos llegan esperando eso y a la larga se van”, aclara Julieta, que al final largó el trabajo de la agencia, terminó su Psicología Social y además es puericultora.

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