"Tengo miedo hasta de volver a mi casa"

"Tengo miedo hasta de volver a mi casa"

Mañana se cumplirán dos semanas del asesinato de José Flores, acribillado a balazos en el country "La Arboleda", y no hay detenidos. La esposa de la víctima y sus hijos se mudaron con la abuela materna. "Todos dependen de mi y no tengo nada", se lamenta.

EN SU CASA. María y sus hijas se mudaron tras la muerte de José y sólo regresan durante el día a la vivienda. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARAOZ EN SU CASA. María y sus hijas se mudaron tras la muerte de José y sólo regresan durante el día a la vivienda. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARAOZ
25 Octubre 2013
Celeste Flores se quedó despierta hasta tarde la madrugada del 12 de octubre. Ese día cumplía 15 años y su papá le había prometido que le mandaría un mensaje de texto desde su trabajo a las 12 en punto. Pero el celular nunca sonó. Media hora antes, José Flores había sido asesinado a balazos.

"Ni siquiera lo pude despedir esa tarde porque me había ido a pagar la torta cuando él se fue a trabajar", lamenta hoy María Nieto, su esposa. La alegría por ver crecer a sus hijos, los proyectos que tenía y las ganas de vivir se desmoronaron esa madrugada cuando su sobrino golpeó la puerta y le avisó que a José le había pasado algo.

La muerte del hombre de 35 años, que trabajaba como sereno en el country "La Arboleda" de San Pablo, se confirmaría pocos minutos después. María recuerda que corrió hacia la casa de su madre. "Nadie me quería decir nada, pero después la escuché a mi cuñada que hablaba por teléfono y decía que habían matado a José", relata con la mirada perdida, como si ese momento se hubiese borrado de su memoria. "Ahí me enloquecí. Cuando me desperté estaba en el hospital, parece que me sedaron porque no me acuerdo de nada. Estaba en otra. Quedé mal yo, mis hijos y toda la familia", señala.

Trabajaban juntos
La semana de su muerte a José le tocaba cubrir el horario nocturno, de 19 a 7. Recorría el fondo del country en su moto cuando descubrió a un grupo de ladrones -se desconoce cuántos eran-, los siguió y cayó luego de recibir siete balazos. La Policía sospecha que el sereno conocía a los delincuentes y que, ante el temor de que los denunciaran, lo atacaron a tiros. María también cree en esa versión. "Pienso que es gente de la zona la que le hizo esto. Siempre hay rumores, pero yo no puedo decir de quién sospecho por la seguridad de mis hijos. Ahora quedé con miedo, tengo miedo hasta de volver a mi casa", afirma con los ojos tristes.

La mujer y sus cuatro hijos se mudaron con la madre de María. Como José trabajaba en negro, por el momento no hay otro ingreso en el hogar. "Ahora estoy con lo poco que me ayudó la gente, pero me preocupa qué va a pasar después. Todos dependen de mí y no tengo nada. Me quedé sola", dice como si recién cayera en la cuenta de lo que pasó.

Ella también trabajaba como empleada doméstica en una casa del mismo country donde su marido hacía de sereno, pero no sabe si regresará. "Lo que cobro no me alcanza para nada -agrega- y no sé si volver porque quedé muy mal. Los dos íbamos para ahí, éramos muy compañeros, íbamos y volvíamos juntos. Se me va a hacer muy feo y no sé si quiero volver".

Es la hora de la siesta y María está sentada en el umbral de su casa. A su izquierda hay cuatro cajones repletos de coloridos plantines. María cuenta que una vecina le regaló flores para que las plante en el cementerio. "A él le gustaban mucho las plantitas", explica. ¿Le gustaría pedir algo? Responde que sí. "Pido que aunque sea agarren a uno de los que hicieron esto. Que dondequiera que esté, José me dé fuerzas para seguir adelante y terminar de criar a los hijos que me dejó, que son fruto del amor que tuvimos. Y que se haga justicia, que esto no quede en la nada".

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