Dream Theater: virtuosismo en estado puro

Dream Theater: virtuosismo en estado puro

La brutal cantidad de ideas condensadas en una hora de música transforma la escucha de "Dream Theater" en una experiencia extenuante. Por momentos feliz, por momentos en clave de deja vu. A fin de cuentas, hay 11 discos de la banda en la memoria y las estructuras de algunas canciones están colmadas de esas referencias.

Dream Theater camina por papel de arroz sin romperlo. Perennes buscadores del equilibrio entre el metal y el rock progresivo, administran los tiempos con maestría. Les sobra chapa, aún cuando la partida del baterista Mike Portnoy parecía el principio del fin. Pero no. Mike Mangini luce más cómodo que en "A dramatic turn of events", el álbum de 2011 que significó su debut. Mangini ataca con decisión y potencia los complejos arreglos que son la marca de fábrica de Portnoy. Bien.

Las capas de teclados, dominantes, explicitan el indetenible avance de Jason Rudess en el sonido de Dream Theater. Esa es la base desde la que fluye la guitarra de John Petrucci. Ese juego permanente va de lo original y estimulante a la repetición de fórmulas. Un estadío natural para una banda con tanto camino recorrido.

El corazón del disco es la suite "Illumination theory". Más de 20 minutos y cinco movimientos que combinan algunos logrados pasajes del vocalista James LaBrie con veloces asaltos de Petrucci y un bello toque sinfónico, cortesía de un conjunto de cuerdas dirigido por Eren Basbug. Hay pianos ("The bigger picture"), guitarras acústicas ("Surrender to reason"), el espíritu de una balada ("Along for the ride"), un hit ("The enemy inside") e innumerables y volcánicos zarpazos del más clásico metal progresivo.

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