La verdadera sequía es la de gestión

La verdadera sequía es la de gestión

"Yo fui el primero en percatarme de la pereza del agua" (dice Magdaleno)... "Así comenzó la parálisis del Chaupihuaranga. Luego se detuvieron los demás ríos. Ojalá hubieran sido los únicos en volverse inválidos" ("Redoble por Rancas", Manuel Scorza)

Los vecinos de Tafí Viejo viven con hilitos de agua. Los del barrio Horco Molle, de Yerba Buena, tienen que levantarse de madrugada a cargar baldes para tener agua para bañarse. Otros se lavan los dientes con soda. Los que viven en la zona de Camino del Perú y Mendoza debieron invertir en cisternas y bombas porque desde hace dos años nunca sube agua para la planta alta. Los de barrio El Bosque desde hace mucho tienen bombas conectadas clandestinamente a las cañerías de la calle para sacar agua. Así dejan sin líquido a los que no tienen bombas. Los de San Javier padecen la seca constante pese a que hace tres años la UNT reparó el acueducto de Anfama. Los de los barrios nuevos de la zona de San Pablo llegaron a casas con escasa presión porque se hicieron cañerías muy pequeñas y faltan pozos.

Esta pereza del agua es parte del realismo mágico de esta provincia, que en los 90 (en tiempos de Menem y Bussi) pretendió aportar líquido del río Salí para el frustrado Canal Federal que iba a llevar agua a La Rioja. ¿Significa que hace dos décadas había agua de sobra? No, sino que entonces no se creía a los que auguraban la crisis hídrica. Por eso, como dice el ex titular de la ex Dipos, José Domián, no se hicieron obras de infraestructura (que duran 25 años) para enfrentar los problemas de hoy, cuando una brutal sequía se adueñó de las napas.

¿Pero el problema se debe sólo a las gestiones anteriores? José Alperovich maneja la provincia desde hace 10 años y su gobierno hizo muchos anuncios. Por ejemplo, en 2010 el gerente de la SAT, Alfredo Calvo, dijo que en 2012 se iban a licitar los acueductos de Anfama y de Vipos, para solucionar los problemas de Tafí Viejo y Yerba Buena. Todavía se sigue esperando esas licitaciones. Algunas obras de agua de la cuestionada DAU están bajo sospecha de haber sido sobrefacturadas. También está bajo cuestionamiento un acuerdo con la UTN de La Plata por 5,5 millones de pesos, para estudiar la cuenca serrana, porque ya fue estudiada en 2001. Y de las obras que se están haciendo, como la cisterna para alimentar el megabarrio Lomas de Tafí, son criticadas por Domián, que afirma que se está quitando agua del acueducto que alimenta Tafi Viejo y la capital, cuando en realidad lo que debería hacerse es otro acueducto de El Cadillal y duplicar la capacidad de la planta del dique.

Esto lleva a la pregunta: ¿es que la SAT no tiene plata para obras? Porque hubo aumentos de tarifas en diciembre (24%) y junio (15%). Según la legisladora opositora Silvia Elías de Pérez, la SAT tiene un déficit operativo del 20%. Otra pregunta: ¿quién controla las obras? El Ersept no, porque sus directores Sergio Sánchez, Joaquín Ferre y Santiago Yanotti responden al gobernador y en el ente no hay participación de los usuarios, según denunció el abogado Luis Iriarte.

Es decir, no podemos saber si las obras que se hacen son las adecuadas. Tampoco si son suficientes. Necesitamos planeamiento y control. ¿Qué pasará en los próximos 12 años de sequía? La SAT dice que esta semana comienzan a construir tres pozos para Yerba Buena, pero Domián asegura que hacen falta más pozos y, además, cinco tanques (que ayudan a mantener la presión) y renovar las cañerías de tres cuartas partes de Yerba Buena, que tienen más de 70 años.

Tucumán está en el punto crítico y sus habitantes -que se lavan los dientes con soda y se bañan de madrugada- comienzan a actuar como en el pueblo imaginado por Manuel Scorza, porque los ríos de soluciones que deberían recibir del gobierno están inmóviles.

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