La economía argentina está teñida con el clima electoral reinante

La economía argentina está teñida con el clima electoral reinante

Los tiempos electorales han puesto a la economía nuevamente en el centro de la escena. El crecimiento de la actividad argentina genera algunos dilemas para el Gobierno. Por un lado, puede mostrar la reactivación. Por el otro, debe asumir mayores compromisos ante acreedores.

AJUSTE AL MODELO. Por ahora son pocos los que realiza el Gobierno. FORD ARGENTINA (ARCHIVO) AJUSTE AL MODELO. Por ahora son pocos los que realiza el Gobierno. FORD ARGENTINA (ARCHIVO)
28 Julio 2013

Eduardo Robinson

Economista

Mientras se acerca el primer test electoral del año, la economía argentina evidencia sus dilemas y recetas poselectorales. Es claro que se han agudizado los desequilibrios macroeconómicos: en el primer semestre se redujo el saldo de la balanza comercial, 26% comparado con el mismo período de 2012, crecen las tensiones en el mercado cambiario al no ceder la demanda de dólares y porque hasta el momento los resultados del blanqueo son escuálidos, no se modera la inflación, pese a los controles de precios anunciados, aumenta el desabastecimiento energético y se asienta el rojo en las cuentas públicas. A estos factores, se suma la brusca caída de los precios internacionales de soja y maíz. Posibles señales de una reversión del contexto internacional que podría dejar de ser tan generoso como lo fue en los últimos 10 años. 

Sin embargo, pese a todo esto, las cifras oficiales muestran que la economía se expandió un 5% en los primeros cinco meses del año, con respecto a igual periodo de 2012. Por lo tanto, al parecer, los desequilibrios mencionados no afectan a la actividad, por el contrario, apuntalan la economía. Si esto es así, para qué cambiar de receta. Si siguiendo la siguiente receta: anunciar controles de precios, retasar tarifas públicas indefinidamente, incrementar la presión fiscal, descuidar a los sectores con ventajas competitivas, comprar cada vez más energía en el exterior, anestesiar el dólar blue vía teléfono, disfrazar el desempleo con una generosa porción cuya marca comercial es plan social, forzar la sustitución de importaciones impidiendo sin ningún criterio estratégico las compras externas, y no olvidarse sazonar con una generosa medida de emisión monetaria que disimula la restricción fiscal permitiendo expandir el gasto público, se obtiene un delicioso crecimiento, por qué usar la poco convincente y amarillenta receta de la abuela para crecer. Así desempolvando el borroneado papel se puede leer: no abusar de la emisión monetaria, reducir la presión fiscal, no mantener indefinidamente impuestos altamente distorsivos para la actividad económica, como retenciones e impuesto al cheque, reducir la inflación para que no envilecer la moneda y que se desborde la apetencia por los refugios, como el dólar, mejorar la productividad para permitir que crezca el salario, fortalecer el comercio internacional, mejorar la infraestructura, en definitiva para saborear el delicioso plato del crecimiento y el desarrollo, sugiere la receta, emprender el largo, pero seguro, camino de la genuina competitividad. 

Los desequilibrios 
Ante la evidencia de que se han profundizado los desequilibrios, surgen las preguntas: ¿qué puede pasar?, ¿habrá o no fuerte devaluación del peso después de octubre?, ¿hay margen para profundizar el modelo?, en definitiva, cambiará la receta o alcanza con estos ingredientes, sus dosis y combinaciones. 

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En medio de la incertidumbre, hay algo claro. En la cocina de la actual administración no está la receta de la abuela. Nadie la tiene. Pero si hojeando el menú alguno de los cocineros advierte la ajeada hoja de esa tediosa receta, después de mirarse, llegarán a la conclusión que no tienen ni la convicción ni la mano para prepararla. Entonces, qué hacer. Aunque cada vez cueste más esconder los problemas, lo único que podrán hacer es revisar lo que conocen, aunque ya no tenga los sabores originales. Se evalúa que los costos de cambiar superan a sus posibles beneficios. Por supuesto que costará reconocer que algunos ingredientes no van más. 


La actual receta, con ingredientes distintos al de las viejas prescripciones, logró, a simple vista, el mismo plato del crecimiento económico. Por eso, aunque se evidencien problemas crecientes se insistirá con algunas variantes dentro de lo mismo, desde la convicción de que los problemas no están en la receta sino fuera de ella. En cualquier parte, menos ahí. No fallan las prescripciones. 

La actual receta económica incubó los desequilibrios vigentes. Tras el primer round electoral no habrá cambio de receta, se insistirá sólo con variantes de la misma. Hoy la economía está teñida por el clima electoral. 

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El dilema 
Los atajos 

Pero, ¿se justifica sostener la receta que se viene aplicando, más trabajosa, si al fin de cuentas el resultado es el mismo? Se expande la economía argentina. Este es el dilema de fondo que empezó a evidenciarse en los últimos meses. Atajos con sorprendentes resultados inmediatos versus el camino más largo. Crecer en apariencia o genuinamente. Disimular o resolver problemas; es la cuestión para el Gobierno.

La cuestión 
Los superávit gemelos 

La economía argentina se expande. Ese es el escenario que muestran las estadísticas oficiales. Pero, entonces dónde quedaron ¿los superávit en el sector externo y fiscal, el dólar alto que camuflaba la competitividad exportadora, la acumulación de reservas internacionales, la caída de los precios de los productos para abastecer la mesa de los argentinos, la lluvia de gas oil, la generación de empleo genuino, el crecimiento a lo chino? 

Síntomas 
La inflación no cede 

¿Importa la calidad del crecimiento?, ¿alcanzará con el teléfono, el blanqueo, Cedin y Baade?, ¿se reduce la inflación con los controles? Para responder estos interrogantes es necesario revisar la receta vigente. En los últimos meses subió la tasa de devaluación del peso en el mercado formal que llega al 20%, se negociaron salarios por casi 25%. Todos síntomas que la inflación no cedió y que y que la receta impide enfriar el consumo. 

Seguimos con la misma receta

Sólo con el crecimiento no alcanza. La Argentina necesita captar más dólares para lo que se viene. Un incremento del Producto Bruto Interno (PBI) inexorablemente lleva a la gestión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a cumplir un millonario compromiso con los acreedores que apostaron a los títulos del denominado Cupón PBI. Y en esa orientación surge el gran dilema oficial: crecer o no crecer por arriba del 3,5%. Las recetas que se están aplicando son las mismas que vienen desde hace años. Con algunos que otros retoques para ajustar el cepo, controlar los precios y las expectativas inflacionarias de la población. El consumo sigue siendo la variable más usada.

La actual receta económica incubó los desequilibrios vigentes, al decir del economista Eduardo Robinson. Por lo tanto, no los podrá resolver. En caso de agudizarse los problemas, es claro que no hay ningún paso en la receta actual que vaya a resolverlos de raíz. En todo caso, habrá más esfuerzos para disimularlos. En las recetas se pueden introducir innovaciones, pero los resultados serán distintos. Argentina tuvo, ¿tiene? un muy favorable contexto internacional que fue por mucho tiempo el verdugo del crecimiento, con ese contexto se pensó que alcanzaba para innovar en la receta del crecimiento y el desarrollo, pero al evaluar los resultados, volvieron los viejos desequilibrios del sector externo.

Desempolvando el borroneado papel se puede leer que las recetas sugeridas para estos momentos pasan, fundamentalmente, por no abusar de la emisión monetaria, reducir la presión fiscal, no mantener indefinidamente impuestos altamente distorsivos para la actividad económica, como retenciones e impuesto al cheque. También por reducir la inflación para que no envilecer la moneda y que se desborde la apetencia por los refugios, como el dólar, mejorar la productividad para permitir que crezca el salario, fortalecer el comercio internacional y mejorar la infraestructura. ¿Cuáles son los parches del modelo? Anunciar controles de precios o retasar tarifas públicas indefinidamente, con el fin de mantener a rayas a una inflación que, según los cálculos de las consultoras, ronda el 20% anual. También incrementar la presión fiscal, descuidar a los sectores con ventajas competitivas y comprar cada vez más energía en el exterior. Párrafo aparte es la política que se instrumenta desde la anterior elección (octubre de 2011) como la de anestesiar el dólar blue vía teléfono, con profundización del cepo cambiario. Esa es una receta que seguirá vigente por algún tiempo más.

En definitiva, según Robinson, para saborear el delicioso plato del crecimiento y el desarrollo, la receta es emprender el largo, pero seguro, camino de la genuina competitividad. Sucede que en medio de esta ruta las elecciones le vuelven a poner ruido a la economía y por esa razón la economía forma parte de los discursos de los distintos candidatos que se postulan.

La cuestión 
Se expande la economía. Este es el dilema de fondo que empezó a evidenciarse. Atajos con sorprendentes resultados inmediatos versus el camino más largo. Crecer en apariencia o genuinamente. 

La referencia 
El segundo trimestre del año ha dejado como corolario que la economía Argentina ha recuperado el ritmo de expansión. Los acreedores comenzaron a calcular cuánto cobrarán por el cupón PBI en 2014.

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