Cartas de lectores
29 Mayo 2013

CONSERVATORIO DE MÚSICA

Es triste y penoso todo lo que en estos días se ha dicho sobre el Conservatorio Provincial de Música, por lo que quiero contribuir con algunos datos que son una suerte de "crónica de una situación anunciada". Hace seis años, cuando la ministra de Educación, acompañada por todo el personal técnico, se reunió con los alumnos que se oponían al traslado del Conservatorio, les dio garantías de que la mudanza era provisoria, que el local iba a reunir las mejores condiciones y que todo lo que los alumnos "pronosticaron" iba a ser tenido muy en cuenta. Inseguridad: hace unos días saquearon el Conservatorio y la escuela secundaria en las narices de la vigilancia de la Terminal y del servicio de ambulancias colindante. Precariedad: las aulas están divididas por paneles que no garantizan la acústica para esta actividad. Transitoriedad: el tiempo transcurrido obvia los comentarios; y finalmente, la falta de profesores. De esto puedo dar fe, pues los alumnos de los últimos cursos de percusión, entre los que se encuentra mi hijo, estuvieron hasta hoy por casi dos años sin profesor en una materia y a casi mitad del período lectivo 2013 los estudiantes de nivel medio están sin profesor, sin comenzar con algunas materias. Esperemos que con todo lo que se ha escrito, la respuesta de las autoridades no se deje esperar. 

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Agustín Narvaja
[email protected]


INSTITUTO TÉCNICO DE AGUILARES

Respecto de la nota sobre el Instituto Técnico de Aguilares de la UNT (19/5), nuestro compromiso con la institución y con la formación de los alumnos es pleno. Nos sabemos responsables de una escuela "nueva y en formación" que cuenta con sólo ocho años de existencia. En este tiempo hemos crecido y avanzado en lo académico e infraestructura, mucho más de lo que tal vez soñaron sus fundadores. Contamos con un edificio nuevo que responde a la demanda del proyecto académico; tenemos sistemas de tutorías, clases de consulta y apoyo, un proyecto institucional -tal vez para muchos exigente- que procura lograr egresados de calidad y conscientes del esfuerzo que es necesario para alcanzar la meta. Pensamos continuamente en las estrategias para acompañar y ayudar a alumnos en riesgo académico. No podemos negar las dificultades y carencias que, como en toda organización humana, existen. Sabemos que todavía se deben terminar de equipar los talleres del ciclo profesional, y también sabemos del esfuerzo en la gestión de los directivos y docentes a cargo del área para conseguirlo. Está nuestro compromiso de acompañarlos en la gestión, dentro de las vías y canales naturales y siempre criteriosos ante lo posible. A los alumnos y padres les decimos que cuentan con nosotros para lograr la formación humana y profesional que demanda la sociedad actual.

Carlos Bulacios
y otras firmas 
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REVOLUCIÓN DE MAYO

Ante la pregunta del lector Miguel Galván (carta del 27/5) respecto a la concepción "pueblo" a la que aludí en una entrevista de LA GACETA del 25/5, aclaro que el término tiene un carácter polisémico. En tiempos de la Revolución se lo utilizaba con diferentes acepciones para referirse a las poblaciones ("pueblos americanos", "pueblos del interior"), a las ciudades, villas, lugares o al universo social que se oponía a las autoridades coloniales ("los patriotas", "los revolucionarios"). Muy diferente es la noción de "sectores populares" que utilizo en la nota de referencia. En ella aludí a quienes no formaban parte de la elite ni de la cultura letrada, un conglomerado de grupos y sectores excluidos del poder y la riqueza, que ocupaban una posición de subordinación política, social y económica frente a las élites y que tenían gran diversidad ocupacional. Naturalmente, no participaban entonces de la vida política, reservada a los "vecinos", estatus a los que accedía una minoría. Numerosas instancias de intervención popular eclosionaron tras la Revolución, especialmente las movilizaciones militares que fueron generando una tradición de presencia de las clases populares en los asuntos públicos. El proceso fue muy complejo y las investigaciones sobre este siguen "abiertas", por lo que es imposible sintetizarlo con todos sus matices en una breve entrevista telefónica.

María Paula Parolo
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HOMENAJE A BRAVO FIGUEROA

Hace algunos días, se efectuó en el Centro Cultural Virla un emotivo y justo homenaje al profesor Gustavo Bravo Figueroa, organizado por la Secretaría de Extensión Universitaria de la UNT, en reconocimiento a su larga y meritoria labor por la cultura, realizada en especial desde la Peña Cultural El Cardón, de la cual fue uno de sus fundadores y a la que presidió durante más de 50 años. El acto contó con una numerosa y calificada concurrencia, pero la nota lamentable la dio la ausencia de la comisión directiva de la Peña, lo que revela, una vez más, su incapacidad y desinterés en conservar viva la rica tradición de la casa y el fracaso de una gestión que solamente se mantiene por la apatía e inoperancia de la repartición provincial que debiera velar porque las entidades con personería jurídica cumplan los objetivos para los que han sido constituidas y que les fijan sus estatutos. ¿Hasta cuándo será tolerado el abandono de una institución que hasta hace pocos años era orgullo de los tucumanos?

Víctor Gustavo Luna
José Malabia 2.280 
San Miguel de Tucumán


El hincha

El hincha del fútbol mereció desde siempre la atención y el análisis de investigadores, entendiendo que en las tribunas se mezclan todas las clases sociales, y sus actitudes no ofrecen distingos. De allí se inspiraron guionistas del cine para producir películas como "El hincha", "Pelota de trapo", "La Raulito"; también los incluyen autores de libros de cuentos o poetas del tango. El hincha del fútbol hace lo más increíble e impensado en pos de favorecer a su equipo favorito. Se vale de las más ingeniosas artimañas o antojadizas ocurrencias, las que van variando conforme a los tiempos. Lo más común y tradicional es insultar previamente al árbitro, y la consiguiente silbatina al rival cuando ambos aparecen en el campo de juego. En el fútbol comarcano no falta el travieso que desparrama sal en el vestuario del visitante para insuflarle maleficios; otros se acuerdan justo el día del encuentro para regar la cancha, cuando a priori el rival de turno resultaría superior. En otros casos el encargado de las duchas del vestuario no le suministra agua caliente al visitante en días invernales. En épocas pasadas se usaba el recurso de arrojar otra pelota al campo mientras se disputaba el encuentro, lo que obligaba al árbitro a detener el juego, consiguiendo con ello "enfriar" al rival, que se mostraba superior y agresivo. Después, ante la demora en devolver la pelota al campo de juego (retenida ex profeso por algún hincha) se decidió exigir la provisión de una mayor cantidad de esféricos en los bancos de suplentes. Mientras que en el fútbol profesional se implantó el servicio de jóvenes "alcanza pelotas" durante los encuentros; pero allí vuelve a aparecer la "picardía criolla" de demorar la entrega según las circunstancias del partido, y en otros casos entregan a propósito una pelota inflada a medias, la que será rechazada por el arquero o por el árbitro, ganando así unos minutos de descanso ante el asedio del rival. En tiempos idos, el canchero del club Sportivo Guzmán tenía un perro amaestrado; y toda vez que el conjunto local era dominado, introducía al can por un pequeño agujero de la cerca olímpica, el que se encargaba de correr detrás de la pelota y de los jugadores, obligando al árbitro a detener el partido, y con ello "calmar" los ataques del rival. Y en tiempos modernos, los "servicios" del sofisticado láser, enfocando a los ojos del guardavallas rival, ya que es un clásico de los estadios ante la carga de su equipo favorito. A su vez las bombas de estruendo son lanzadas para atemorizar al rival, recurso que suele tener un efecto inverso, al aprovechar el contrincante para declararse víctima de la explosión, lo que obliga al juez a suspender el encuentro, y el riesgo de dar por perdido y quita de puntos.

Ysmael Díaz
Mario Bravo 247 
Banda del Río Salí-Tucumán


CONSEJOS DE WASHINGTON

Al término de su segunda presidencia de los EEUU, en 1812, George Washington no aceptó la re-reelección, a pesar de haber logrado el 100% de los votos, argumentando: "La república necesita un presidente y no un rey". Dos períodos y nunca más, se convirtió en una regla no escrita cumplida por 43 presidentes, a lo largo de 226 años. En su despedida, Washington brindó algunas recomendaciones. "Que vuestra unión y cordial afecto sean inalterables, que la liberal constitución, obra de vuestras manos, se conserve religiosamente. Que su administración en cada departamento se haga con sabiduría y virtud. Amáis la unidad de gobierno, que os constituye un solo pueblo, y la amáis justamente, porque es la principal columna del edificio de vuestra real independencia, el sostén de la tranquilidad doméstica, y de la paz exterior, de vuestra seguridad, prosperidad, y de aquella libertad que apreciáis tanto". Los consejos de Washington fueron puestos en práctica por sus dirigentes. Hasta el día de hoy cumplieron religiosamente la Constitución, no la modificaron en 226 años. ¿Será que en tantos años no apareció ningún líder carismático, pero ignorante de las condiciones necesarias para que pueda funcionar una república, como tal? En una república, el gobierno debe cumplir con el motivo primordial de su creación: el bien común, esto es por la mayoría, pero también sumándole la minoría. Si sólo lo hace por su mayoría, habrá dividido a la sociedad y finalmente, la minoría ocupará el lugar del "enemigo", y en ese punto dejará de funcionar la república. Hoy gobierna una facción mayoritaria, a la que ya en 1787 James Madison la definía: "Un grupo de ciudadanos, una minoría o mayoría, quienes están unidos y actúan por un impulso común de pasión, o de interés, adverso a los derechos de otros ciudadanos, o al permanente y agregado interés de la comunidad".

Roberto Walter Sehringer
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PARADA DE COLECTIVOS

He observado que en la esquina de Bolívar y Ayacucho, los vehículos estacionan donde está la parada de los colectivos, dificultando el ascenso de los pasajeros. No sólo haría falta señalización y control, sino también la instalación de un refugio para protegerlos de las inclemencias climáticas.

Eduardo González Aráoz
[email protected]


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