Médicos Sin Fronteras: "A veces la diferencia entre la vida y la muerte es que estemos ahí"

Médicos Sin Fronteras: "A veces la diferencia entre la vida y la muerte es que estemos ahí"

Paiz Bekker, titular de la organización, y María José Cáceres, que estuvo en Níger, Irak y Haití, se encuentran en Tucumán. Darán una charla en la Maternidad y otra en el Centro Cultural Virla.

DESDE EL TERRENO. Paiz Bekker y Cáceres inaugurarán una muestra fotográfica sobre el trabajo de MSF en el mundo, y darán una charla para contar sus experiencias. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO DESDE EL TERRENO. Paiz Bekker y Cáceres inaugurarán una muestra fotográfica sobre el trabajo de MSF en el mundo, y darán una charla para contar sus experiencias. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
En las crisis humanitarias más desgarradoras, en medio de desastres naturales apocalípticos y en guerras que quiebran a pueblos enteros, la presencia de los doctores y enfermeras de Médicos Sin Fronteras (MSF) puede significar, para muchos, la diferencia entre la vida y la muerte.

“Todos los días salvamos vidas”, relata María José Cáceres, enfermera de la organización, que estuvo en Irak, en Haití, en Colombia y en Níger, entre otras misiones.

La joven profesional y Luis Paiz Bekker, director de MSF Argentina, visitan Tucumán como parte del proyecto "Ciudades Sin Fronteras", con el que la organización busca difundir su actividad, concientizar acerca de las crisis humanitarias que podrían evitarse y reclutar profesionales y solidaridad. Hoy, a las 11, darán una charla destinada a profesionales de la salud, en el aula de Maternidad. Por la tarde, se inaugurará una muestra fotográfica, en el Centro Cultural Virla, que resume las cuatro décadas de vida de la organización en los países más pobres o desamparados. La muestra se abrirá a las 18.30 y, a partir de las 19, Paiz Bekker y Cáceres darán una charla abierta al público, para contar sus experiencias como parte de Médicos Sin Fronteras.

“La idea es que concientizar acerca de las peores crisis en el mundo, que se desarrollan en países como el Congo, Siria, Sudán del Sur y Mali –explica-. Queremos que la gente se solidarice y se indigne junto con nosotros”.

"Hacer la diferencia"
“Al incorporarme a MSF, en 1993, pensé que uno puede hacer alguna diferencia. Aunque no podemos resolver los grandes problemas, sí sabemos que hemos salvado a gente que -si no hubiéramos estado ahí, llevando a profesionales, asistencia, medicamentos, equipos sanitarios- se hubiera muerto. Muchas veces la diferencia entre la vida y la muerte es que estemos allí”, insistió Paiz Bekker. Este médico guatemalteco se interesó por el trabajo con la organización mientras estudiaba un posgrado en medicina tropical en Liverpool, Inglaterra.

Su primera misión fue en Somalia, “durante una hambruna tremenda, en la que morían 1.000 niños por día”, relata. “Hoy, esa situación no se ha superado, un hecho inaudito y vergonzoso”, se indigna.

Otra área en la que se trabaja desde MSF, son las “epidemias olvidadas”, como la tuberculosis, en las que la industria farmacéutica no invierte porque los que se enferman son los pobres, que no pueden comprar medicamentos, denuncia Paiz Bekker.

Actualmente, MSF tiene presencia en 70 países, cuenta con al menos cinco millones de socios (aportantes) en el mundo, 19.000 de los cuales son argentinos. Argentina es también un país donde se hace reclutamiento de profesionales. Es el caso de María José, que regresó, hace dos semanas, de Irak, donde trabajó en un hospital materno-infantil, como capacitadora de profesionales de la salud.

“Irak es un país en posguerra, que intenta reconstruirse. Estuve cinco meses en Nayar, al sur de Bagdad, donde encontré con una imagen distinta a la que imaginaba. El hecho de que sea una cultura, una religión y un idioma distinto fueron enriquecedores. Muchas mujeres universitarias (a veces son mayoría sobre los hombres) que son tratadas con gran respeto desde el punto de vista profesional”, relató la especialista en neonatología, nacida en Buenos Aires y que estudió en la escuela de enfermería Cecilia Grierson.

Tras los bombardeos, Nayar sufrió el éxodo de gran cantidad de profesionales, y ahora se manifiesta la necesidad de gente capacitada en el área de salud.

La gran epidemia de malaria en Níger
El mayor desafío, recuerda María José, llegó durante su segunda misión, en Níger, durante 2010, cuando le tocó asistir en una epidemia de malaria: “En el hospital estatal había 80 niños internados y –de golpe, empezaron a llegar de a decenas, del desierto, en muy malas condiciones. El hospital, en medio del desierto, no tenía la capacidad para atenderlos a todos, hubo que armar tiendas alrededor del edificio central. Llegamos a atender a 400 niños, trabajábamos en equipo, nos acostábamos a medianoche y empezábamos a la madrugada. Veíamos la vida y la muerte todos los días”.

El esfuerzo, asegura, valió la pena, a tono con el concepto de “hacer la diferencia”, que marca Paiz Bekker, porque detrás de los números fríos (2.600 profesionales en el terreno, 5 millones de socios, casi 30.000 trabajadores locales, más de 350 proyectos), están las historias de gente de carne y hueso. “Y eso te llena”, cierra María José, por ahora en Argentina, hasta que salga su próxima misión.

La organización Médicos sin Fronteras, que recibió el Premio Nobel de la Paz en 199, se sostiene con aportes solidarios de los socios. “Les llamamos socios porque los consideramos más que simples aportantes de una cuota mensual, sino que son personas a las que les mandamos información acerca de nuestras misiones y lo que se hace con los fondos - explica Luis Paiz Bekker, director de la organización en la Argentina-. Ellos nos ayudan a difundir nuestra tarea y hablan de los problemas que no se están atendiendo, lo que no se hace o lo que no se investiga”. Para acercarse a Médicos Sin Fronteras, conocer sobre las misiones que conduce la organización, se puede ingresar a la página www.msf.org.ar. Algunos de los proyectos se pueden ver en video, en el canal de YouTube de MSF. LA GACETA

Comentarios