El Museo Iramain, un regalo que nadie quiere aceptar

El Museo Iramain, un regalo que nadie quiere aceptar

Los herederos del gran escultor tucumano intentan, desde hace cinco años, donar la casa, las obras y los muebles a la Municipalidad, pero nunca obtuvieron respuesta. Leonardo Iramain y su esposa, María del Huerto, lo abren dos veces por semana y pagan de su bolsillo la limpieza.

¿QUIÉN SE HACE CARGO? Este museo necesita un dueño. En los papeles es municipal, pero en los hechos sigue siendo de la Fundación Juan Carlos Iramain, afirman los herederos ¿QUIÉN SE HACE CARGO? "Este museo necesita un dueño. En los papeles es municipal, pero en los hechos sigue siendo de la Fundación Juan Carlos Iramain", afirman los herederos
02 Marzo 2013

Se llama, en los papeles, Museo Municipal "Juan Carlos Iramain", aunque en los hechos, de municipal apenas mantiene el nombre. 

Triste destino el de la casona de Entre Ríos 27, en cuyos cuartos, patios y salas se aloja la mayor parte de la obra de uno de los artistas más prolíficos y renombrados de nuestra histórica ciudad. A punto de cumplir los 80 años, sus gestores sacan fuerzas y recursos de donde no hay para tratar de mantenerla en pie. Sin embargo, las buenas intenciones y el amor por el arte en algunos casos no son suficientes. Al fin y al cabo, pareciera que el músico Fito Páez tenía razón con aquello de que "no se puede vivir del amor".

"Este museo necesita un dueño. En los papeles es municipal, pero en los hechos sigue siendo de la Fundación Juan Carlos Iramain. Hace cinco años que iniciamos un expediente para donar todo: inmueble, obras y muebles a la Municipalidad, pero siguen sin contestarnos. Nosotros nos vamos a morir y no tenemos herederos. ¿Qué va a pasar con esto?", se pregunta todos los días Leonardo Iramain, hijo de Juan Carlos, también escultor, pintor, escritor y -la mayor parte del tiempo- abogado.

El Museo cuenta con la voluntad de Leonardo y María del Huerto, su esposa, para que siga abierto al público. Ellos sacan plata de sus bolsillos para pagarles a dos empleados que hacen la limpieza, de modo tal de poder abrir al público -de manera gratuita- dos veces por semana: martes y sábado, de 19 a 22. "Más no podemos", se justifica María del Huerto, quien padece de esclerosis múltiple y aún así sigue abriendo el corazón de su suegro para que los artistas -los futuros y los consagrados- disfruten de la obra del creador del Cristo Bendicente de San Javier.

El verano ha castigado duro la casa-museo. La humedad se come las paredes y los frisos esculpidos por el propio Iramain cuando todavía era su vivienda y su estudio. Las lluvias comenzaron a derrumbar el techo de la sala del piano, donde eventualmente se sienta María del Huerto para regalar algo de música a quien se acerque. El que era el taller de Juan Carlos está prácticamente inhabitable, sin techo, y así la cuenta sigue.

"El año pasado, y en reiteradas ocasiones, le pedimos a la Municipalidad una mano para restaurarlo. Sólo pedimos obreros, los materiales los ponemos nosotros, pero no tuvimos respuesta. También el año pasado nos retiraron la empleada municipal que nos habían puesto para ayudar con las tareas del museo. Así que ahora estamos los dos solos", lamenta el hijo del "maestro Iramain", como se lo conoce en el ámbito artísitco.

"No sé nada"
Otras de las opciones que baraja Leonardo Iramain es donar la casa-museo a la Universidad Nacional de Tucumán, ante la falta de respuestas de la Municipalidad. "El año pasado elevé la propuesta a la UNT y se está evaluando. Sé que hay buenas intenciones y les interesa, pero seguimos esperando", contó. De no prosperar, podría ofrecerselo también a la Provincia, una puerta que todavía no tocó. "No tengo preferencias. Yo sólo quiero que esto quede para Tucumán. Una importante fundación de Buenos Aires nos ofreció llevar las obras e incluso hacer copias de los frisos e instalar el museo allá, pero esa no es la idea. Queremos que quede aquí porque esto les pertenece a los tucumanos, ¡pero nadie quiere ser el dueño!", se asombra Leonardo, quien, a los 75 años, sigue trabajando como abogado y esculpiendo en los ratos libres.

Desde la Municipalidad la respuesta hacia LA GACETA fue el silencio. La directora de Cultura, Beatriz Amelia Torres Correa, afirma que desconoce por completo la situación del museo y recomendó hacer la consulta a Marcos Díaz, secretario de Gobierno. Él no respondió los llamados.

Según el archivo de nuestro diario, el museo fue creado por el propio artista en 1935. En 1973, a los pocos días de fallecido el escultor, el Concejo Deliberante le dio el estatus de municipal al museo, pero lo perdió en manos del gobierno de facto: en 1981 se volvió nula la ordenanza declaratoria.

Recién en el 84 el Concejo dispuso dos empleados para colaborar con el museo, aunque no le devolvió la categoría de municipal. Finalmente, en 2008, por iniciativa del entonces concejal Raúl Pellegrini (UCR) se lo declaró "de interés municipal". "Para que tenga el estatus municipal debería ser propiedad del municipio. Considero que el museo es una de las joyas de la ciudad y que debería revalorizarse, pero nunca tuve una respuesta concreta por parte de la Municipalidad acerca de por qué no se aceptaba la propuesta de Leonardo", dijo Pellegrini en diálogo con LA GACETA.

A pesar de lo inaudito del asunto (que nadie quiera recibir semejante regalo), el matrimonio de Leonardo y María del Huerto pretende seguir adelante hasta sus últimos días. El maestro, por ahora, está bien cuidado. Pero nadie sabe hasta cuándo.

Un león que todavía ruge en el patio de la casa del artista de la espátula y el cincel 
Este magnífico autorretrato de Juan Carlos Iramain, que toma forma de león, está realizado como sobrerrelieve en cemento. El surtidor de agua, que fluye de la boca, hace de él la fuente que adorna la base de un cantero del patio. En su tarea, el escultor era incansable. En 1949 partió a EEUU, donde dio conferencias y dictó clases. Allá empezó esculpiendo el busto del compositor húngaro Ernest von Dohnányi, que lo hospedó, y luego hizo el de Albert Einstein y los de gobernadores estadounidenses. Después de concluir el Cristo Bendicente de San Javier proyectó el Cristo Penitente, para el cerro San Bernardo, en Salta. Allí también hizo un monumento a Belgrano, de 7 metros de altura. 

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Así comenzó a bocetar el cristo bendicente de San Javier
Este es uno de los primeros bocetos para el Cristo Bendicente. La colosal escultura, que mira hacia la ciudad desde la cima del cerro San Javier, mide 28 metros de altura y es uno de los cinco Cristos más grandes del mundo. Es una de sus principales obras y fue inaugurada en 1942. En 2003 fue restaurada por un equipo interdisciplinario conducido por el escultor Herman Langlouis. Los restos de Iramain descansan al pie del monumento.

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