Los padres de las víctimas del violador serial no quieren que goce de beneficios en la cárcel

Oscar Emilio Fernández escuchó la sentencia sin inmutarse. En uno de los casos fue absuelto por falta de pruebas. Hubo insultos, luego de que el imputado dijera frente a los jueces que era un "chivo expiatorio" de una investigación que no cerraba y que no tenía "necesidad de andar arruinando gente". Desmayos en el pasillo de tribunales.

CONTENCIÓN POLICIAL. Antes de escuchar la condena, el imputado Oscar Emilio Fernández tuvo ocasión de hablar frente al tribunal y se declaró inocente, lo que provocó la reacción de los familiares de las víctimas, que intentaron agredirlo. LA GACETA / FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO CONTENCIÓN POLICIAL. Antes de escuchar la condena, el imputado Oscar Emilio Fernández tuvo ocasión de hablar frente al tribunal y se declaró inocente, lo que provocó la reacción de los familiares de las víctimas, que intentaron agredirlo. LA GACETA / FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO
Gustavo Cobos
Por Gustavo Cobos 20 Septiembre 2012
Llegó a su casa unos minutos más tarde de las 14 junto a su esposa. Con la mirada buscó a su hija de 11 años en el comedor y la tomó entre sus brazos. Fue un abrazo profundo. "Ya está", le dijo. La condena que una hora antes le dieron al hombre que violó a la niña hace cuatro años, fue el comienzo de la sanación de una herida que, sabe, nunca cicatrizará.

La pequeña es una de las víctimas del violador serial. Ayer, con lágrimas en los ojos, sus padres escucharon al secretario Carlos Lix Klett leer que los jueces de la sala I de la Cámara Penal Pedro Roldán Vázquez, Alfonso Zóttoli y Emilio Páez de la Torre decidieron condenar a Oscar Emilio Fernández a 29 años de prisión.

Las últimas palabras
Fernández llegó a juicio oral acusado de seis abusos sexuales a menores de entre siete y 11 años, cometidos en 2008 y 2009. En cinco de esos casos, las pericias de ADN del semen hallado en las víctimas o en sus ropas arrojó una coincidencia del 99,9% con el patrón genético del acusado. En el sexto hecho, ocurrido el 1 de febrero de 2008 (conocido como "Caso Uno"), lo habían acusado por la similitud del modus operandi con los otros abusos, ya que no se pudo realizar el cotejo de ADN.

A las 9.15, Fernández se sentó delante de los jueces para decir sus últimas palabras, que indignaron a los padres de las niñas. "Entiendo a los papás y la situación de ellos hacia mí, pero no puedo haber hecho esto, señores jueces; yo tenía mi familia, no tengo necesidad de andar arruinando gente", expresó.

"No le deseo a nadie que pase por lo que estoy pasando. Mi única conclusión es que me usaron de chivo expiatorio, como un perejil, para justificar algo que no andaba. Soy inocente. No sé qué hago acá", agregó el imputado.

Cuando Fernández salía de la sala, los familiares de la víctima intentaron agredirlo. Los insultos y el llanto se confundieron, pero un cordón policial evitó que la situación pasara a mayores. "No puede decir lo que dijo. Con todo lo que hizo arruinó a seis familias", gritaba una mujer, que, vencidas sus fuerzas por el dolor, se cayó.

Los jueces deliberaron durante tres horas, que a los familiares de las niñas les parecieron eternas. "¿Sabés algo?", preguntaban a los periodistas cada vez que se cruzaban con alguno. Una de las madres tuvo que ser asistida por el servicio de emergencias. "Le bajó la presión. Ahora está tomando una bebida hidratante. Es muy difícil este momento, pero sabemos que se va a hacer justicia", comentó el esposo de la mujer que se descompuso.

A las 13, Lix Klett informó que los jueces ya habían tomado la decisión. Lentamente fueron ingresando los familiares a la sala de juicio del Palacio de Justicia. Los padres y tíos de las víctimas se sentaron hacia la izquierda. La pareja de Fernández, su hermano y dos cuñados se ubicaron hacia la derecha. El secretario leyó la sentencia. Bastó que dijera "condenar a Oscar Emilio Fernández" para que los padres comenzaran a llorar. El acusado, en cambio, no se inmutó. Su rostro permaneció serio, aún cuando le colocaban las esposas para ser trasladado, por última vez, al penal de Villa Urquiza.

Aunque 29 años de condena les pareció poco, y que en el "Caso Uno" fue absuelto, los padres sintieron que se hizo justicia.

El querellante Álvaro Zelarayán advirtió que dentro de 13 años podrá gozar de beneficios. "Ahora hay que estar atentos de que no empiece dentro de poco a recibir permisos de salida", puntualizó una de las madres. Llorando, en silencio, se fueron de Tribunales a reencontrarse con sus hijas.

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