Los visitantes se van de Tucumán sabiendo pelar y chupar caña

Los visitantes se van de Tucumán sabiendo pelar y chupar caña

La costumbre más tucumana de todas les llama la atención a los turistas. Un atado cuesta desde $ 5, según la cantidad. ¿Hace cuánto que no lo hacés?

¿CÓMO SE COME? La familia Reviglio, de Córdoba, aceptó la invitación de Víctor y se animaron a probar la caña. LA GACETA / FOTO DE JULIO MARENGO ¿CÓMO SE COME? La familia Reviglio, de Córdoba, aceptó la invitación de Víctor y se animaron a probar la caña. LA GACETA / FOTO DE JULIO MARENGO
13 Julio 2012
"¿Cómo es esto, cómo se come?", preguntan los turistas cuando ven a Víctor Villafañe pelando caña en la puerta de su local de venta de productos regionales, frente a la Casa Histórica. "Como muchos preguntaban por la caña de azúcar, comencé a traer y a vender unos ataditos seleccionados. En el horario que más se vende es durante la siestita, después de que han comido o cuando hace un poquito de calor", cuenta este comerciante que le encontró el filón al más tradicional de los productos naturales que pueden encontrarse en Tucumán.

Algunos miran con desconfianza cuando Víctor estira la mano para ofrecer una rodaja de caña dulce pelada y lista para ser saboreada. Otros se animan a probar, pero piden instrucciones para hacerlo. "La gente grande, por lo general, no me acepta ¡pero es porque tienen miedo a romperse la dentadura!, cuenta Víctor y larga una carcajada. No miente: los abuelos que pasan cerca agradecen con la cabeza el gesto amable, pero siguen su rumbo. El tucumano se divierte y dice que puede pasar largos ratos enseñándole a quien quiera aprender esta costumbre más local que ninguna. "No hace falta tener un cuchillo enorme, es cuestión de maña", señala mientras deja blanca la caña con un cuchillo tipo sierrita y emboca en el cesto de basura las cáscaras.

Por momentos, a Víctor se le llena la puerta del boliche y, como si fuera un espectáculo, los curiosos se acercan a verlo pelar caña. Muchos de ellos se vuelven a sus provincias con un atado de tres o cuatro cañas por $ 5 y seguramente con una historia más por contar. Él se entretiene enseñándoles cómo agarrar el cuchillo e indicando que deben sacarle el jugo pero no tragar los restos secos.

La familia Reviglio, que llegó de Córdoba capital, se animó a probar este néctar tucumano. A Diego y Mariela, los papás, les encantó por lo dulce y novedoso, aunque, curiosamente, sus dos hijos, Facundo y Morena, dijeron que no al ofrecimiento del anfitrión. "Qué raros estos coloraditos -comentó Víctor- los chicos son los que primero se prenden, porque les llama la atención y porque ellos generalmente se animan a probar de todo". De todos modos, el pequeño Facundo después aceptó.

Una buena idea
No solamente Víctor descubrió que es una buena opción venderles caña de azúcar a los turistas. En la plaza de los artesanos, ubicada al lado de la Casa Histórica, también se pueden conseguir esos dulces ataditos que despiertan la curiosidad de los visitantes y la nostalgia de los tucumanos.

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