Un romántico de la tecnología

Un romántico de la tecnología

"He hecho mucho mas de lo que soñaba y no me queda nada pendiente, excepto diseñar el próximo proyecto", afirma César Pelli, un pragmático a ultranza y un habitante del mundo. Ha logrado trascender construyendo sus ideas en sitios muy diversos, con un estilo que es la calidad constructiva, el detalle tecnológico, el funcionamiento perfecto.

17 Junio 2012
Desde hace años pertenece al séquito de los excepcionales. Sus hijos arquitectónicos están en Nueva York, Kuala Lumpur, California, Hong Kong, Miami, Milán, Tokio, Hawaii, Bilbao, Osaka, New Haven, Buenos Aires, Londres, Tokio. Una carrera prolífica que no esta exenta de polémica. Ejecutó más de 500 proyectos, unos 300 en su país de adopción.

Recibirlo en Tucumán es una situación asombrosa. Nos brinda sensaciones de profundo orgullo. Es un misterio que reside en su persona por su origen, su obra y trayectoria. Su nombre está consagrado en el tiempo. Las personas, las culturas, necesitan participar del éxito del que alguna vez se fue y que el mundo reconoció. Tucumán no es la excepción. Esto sucedió por los importantes edificios en lugares distinguidos, cuyas imágenes luego se hicieron parte del cine, la televisión, la literatura. Pelli posee la existencia indudable de un artista contemporáneo. Su presencia es universal. Es sensible a las calidades visuales de la tecnología arquitectónica, a la escala, a la jerarquía de los espacios, al uso del color y a la cultura de cada sitio. Un artista que dedica su obra a los demás en un acto de generosidad elocuente.

Fumihiko Maki, el distinguido arquitecto japonés, lo definió como "un romántico de la tecnología", en 1971. Hoy, 41 años después, afirmo la vigencia de la definición. Cada nuevo proyecto contiene exquisitos detalles tecnológicos. Su arquitectura de sentido común es exaltada por encima de lo prosaico, y se convierte en un medio que vivifica la ciudad.

"Tengo dos hijos a los que adoro por igual; y de no haber sido así, jamás les hubiera hecho saber que los quiero de manera diferente. Lo mismo ocurre con mis obras", confiesa. Todas le producen sensaciones de afecto equilibrado. Su genio está bañado por la flexibilidad e independencia de cualquier estilo. Ama New Haven, Buenos Aires o Venecia. Sostiene que "la calidad del edificio es secundaria a la calidad del total en una ciudad". Admira a los ingleses por los cuidados espacios verdes y se preocupa por la falta de estos en las ciudades argentinas.

Egresado en 1949 de la Escuela de Arquitectura de la UNT, siempre reconoció el privilegio de haber recibido las enseñanzas de Calcaprina, Caminos, Cavagna, Sacriste, Tedeschi, Vivanco. Su visión pregona el concepto "arquitectura es 90% transpiración, 10% inspiración". Hizo una vocación del trabajo, el esfuerzo y la constancia. A la par de la profesión siempre ejerció la docencia académica. La constante mención y reconocimiento de aquel importante momento también contribuye a sumar al orgullo que sentimos por él los argentinos y los tucumanos en particular.

Es sencillo, amable y modesto. Su vivienda, en New Haven, tiene 97 años. Es de un estilo simplificado colonial inglés, frente a un parque, cerca de un río y una montaña. El lugar más importante en su casa es la cocina por todo lo que allí sucede. En Tucumán inició la construcción de la casa de sus padres que no pudo terminar por viajar a Estados Unidos. También hizo una casa de veraneo en Salta para sus suegros.

Sin desconocer la situación del continente, expresa que el problema y la solución de la vivienda social en Latinoamérica son políticos. "Luego los arquitectos podemos contribuir", añade. La manera de abordar sintéticamente la problemática es parte de una visión objetiva y concreta.

Repite hasta el cansancio que "en arquitectura uno tiene que tener algo que decir pero, además, hay que resolver un problema". Y afirma: "Uno debe amar la arquitectura, o algún aspecto de ella, porque es una carrera que trae muchas desilusiones. Pero si uno la ama, también trae muchas alegrías y muy profundas".

"Tato" es un hombre de carcajada fácil y contagiosa. Este sobrenombre dentro del entorno familiar marca otra de las características del origen tucumano y la tradición de poner apodos. Es una persona como cualquiera de todos nosotros pero también es una persona diferente. De eso se trata.

© LA GACETA Julio Middagh - Arquitecto, urbanista, consejero ejecutivo del Colegio de Arquitectos de Tucumán.

Comentarios