Por Carlos Páez de la Torre H
07 Junio 2012
EN TUCUMÁN, 1938. Desde la izquierda, los doctores Manuel García Morente, Norberto Antoni y Alberto Rougés, escuchando una disertación. LA GACETA / ARCHIVO
Es sabido que el destacado filósofo Manuel García Morente (1888-1942) enseñó en la UNT en 1937-38. Sus "Lecciones preliminares de filosofía", reeditadas incansablemente desde entonces, salieron de los apuntes de clase que tomaron sus alumnos tucumanos. En un reportaje de 1981, de Dardo Nofal, el profesor Mario Santamarina recordó que cada una de las clases de García Morente era "un acontecimiento social".
Santamarina era entonces secretario del Centro de Estudiantes. "Nunca terminaré de bendecir el momento en que tuvimos la idea de registrarlas, contratando a los taquígrafos de la Legislatura, encabezados por Carlos Maurín", recordaba. "De otra manera se hubiera perdido ese material, que sirvió para generaciones enteras, de aquí y de América Latina".
"Imprimíamos todo y, para pagar los gastos, vendíamos al peso el ejemplar de cada conferencia. A las pocas semanas llegaron pedidos de Buenos Aires: Victoria Ocampo, Francisco Romero, Amado Alonso, todos querían tener esas joyas. De las 25 clases -dedúzcase la jerarquía de las exposiciones- García Morente hizo una sola corrección sobre el original".
Para Santamarina, "era algo imposible de olvidar aquella su primera clase en el salón del Consejo Superior. Bien erguido, en actitud de total concentración. Me dí cuenta en ese momento que realmente, como él solía decir, 'el esfuerzo de la producción intelectual es como el del atleta que se prepara a batir un récord'. Su oratoria, de una precisión y de una elegancia formidables, se desgranó hasta dejar cautivado a un auditorio formado por todos los hombres que tenían actividad cultural en Tucumán".
Santamarina era entonces secretario del Centro de Estudiantes. "Nunca terminaré de bendecir el momento en que tuvimos la idea de registrarlas, contratando a los taquígrafos de la Legislatura, encabezados por Carlos Maurín", recordaba. "De otra manera se hubiera perdido ese material, que sirvió para generaciones enteras, de aquí y de América Latina".
"Imprimíamos todo y, para pagar los gastos, vendíamos al peso el ejemplar de cada conferencia. A las pocas semanas llegaron pedidos de Buenos Aires: Victoria Ocampo, Francisco Romero, Amado Alonso, todos querían tener esas joyas. De las 25 clases -dedúzcase la jerarquía de las exposiciones- García Morente hizo una sola corrección sobre el original".
Para Santamarina, "era algo imposible de olvidar aquella su primera clase en el salón del Consejo Superior. Bien erguido, en actitud de total concentración. Me dí cuenta en ese momento que realmente, como él solía decir, 'el esfuerzo de la producción intelectual es como el del atleta que se prepara a batir un récord'. Su oratoria, de una precisión y de una elegancia formidables, se desgranó hasta dejar cautivado a un auditorio formado por todos los hombres que tenían actividad cultural en Tucumán".
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