Otra vez las rejas en las caóticas vidas de los hermanos

Otra vez las rejas en las caóticas vidas de los hermanos

16 Mayo 2012

Luis Tarullo - Columnista de DYN

BUENOS AIRES.- Diecisiete años después uno y once años más tarde el otro, Sergio y Pablo Schoklender vuelven a la cárcel luego de haber estado tras las rejas por los asesinatos de sus padres. En esta ocasión, por hechos de supuesto fraude que distan de aquel drama familiar que quedó grabado a fuego en los anales de la criminología argentina. Las raras piruetas del destino mostraron además, al menos en las primeras horas posteriores a la orden de arresto, la misma escena de hace añares: Sergio en prisión y Pablo prófugo.

Y aparece otro dato que puede oscilar entre la anécdota y la casualidad, pero que sin dudas le agrega patetismo a la ya estremecedora historia: las puertas de la cárcel vuelven a abrirse para los hermanos en el mismo mes en que, hace 31 años, se produjeron los homicidios de sus padres Mauricio y Cristina por los que fueron condenados.

La madrugada de aquel 30 de mayo de 1981 hubo una orgía de sangre en el departamento familiar, en medio de situaciones aún no esclarecidas, que fueron desde el supuesto incesto hasta el presunto tráfico de armas y posibles venganzas. Eran épocas en las que aún no existía el juicio oral y público, y Sergio, tras hacerse cargo de los homicidios, en 1985 recibió la condena a cadena perpetua.

En tanto, Pablo fue absuelto en primera instancia pero la Cámara del Crimen también le aplicó la pena máxima. Cuando fueron a detenerlo, ya estaba en Bolivia con otra identidad, hasta que en 1994 lo atrapó Interpol y lo envió a la Argentina. Apenas un año después Sergio pudo empezar a salir de la cárcel con los títulos de psicólogo y abogado bajo el brazo, mientras Pablo recién volvió a ver la luz de la libertad en 2001.

Sergio, el más conocido, el del carácter taciturno, la barba y las ropas oscuras, fue "adoptado" por la jefa de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, dueña de una vida también signada por la tragedia, aunque en su caso por obra de manos ajenas, las de la dictadura, que le arrancaron a dos de sus hijos.

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