Gombrowicz
20 Enero 2012
Por Fabián Soberón

A María Julia Lazcano

Gombrowicz está sentado en un bar. Pide un vodka. El mozo le trae una copa negra y húmeda. El polaco levanta el vaso y toma. Lo deja y escribe con una letra minúscula las anotaciones del día. El calor absoluto de Santiago del Estero le quema los huesos y Gombrowicz siente que la única forma de combatir el calor es escribir un diario. El diario es la venganza contra el calor.
  En una de sus noches Gombrowicz conoce a Santucho. Se sienta en la mesa de Gombrowicz y conversan. Roby le habla de la esencia de la Argentina. Le dice que Santiago es la Argentina, que Buenos Aires representa la inmigración europea. Le dice que los argentinos deben mirar más hacia adentro. Y Gombrowicz piensa en su teoría de la inmadurez mientras Santucho le habla de la esencia del país. Gombrowicz toma un vaso de vodka mientras Roby dice que los argentinos deben recuperar la herencia indígena. Entre los vasos transparentes y las palabras a media lengua comienza la revolución en la Argentina. El legado de Santucho comienza en la noche en que se cruza con Gombrowicz.
   Después el polaco anota en su diario (en la siesta de Santiago del Estero) que Santucho es el más joven de la familia. El polaco usa la "S" para designar el apellido. Dice que Roby es el más joven de los S. Y que tiene las ideas de la revolución argentina. El primer documento de las ideas revolucionarias de Santucho lo da Gombrowicz en su diario. Esa fue la función del polaco en la Argentina.
   Y unos meses después, cuando el polaco ya está en Buenos Aires, Santucho le pide Ferdydurke. Gombrowicz le dice que la novela está confiscada por los yanquis y que no se la puede mandar. Y por supuesto Santucho se da cuenta de la mentira y se burla del polaco. Así comienza la guerrilla. La burla del santiagueño es el inicio de la guerrilla en la Argentina.

© LA GACETA

Fabián Soberón
- Escritor y docente universitario

FE DE ERRATAS
Por un error involuntario, en la edición de ayer salió publicado que el cuento La muerte del Mero Macho Mandinga había sido escrito por Carlos Duguech. En realidad la obra pertenece a Jorge Estrella. Pedimos disculpas al autor del cuento y a los lectores.

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