Distintos envases y un contenido: 100% amor

Distintos envases y un contenido: 100% amor

Según pasan los años cambian los miedos y algunos sentimientos de las mamás; sin embargo, la mayoría guarda una historia de pura entrega y coraje.

 LA GACETA / FOTO DE HECTOR PERALTA LA GACETA / FOTO DE HECTOR PERALTA
La felicidad la desborda. Le sale por los poros. No puede contener la sonrisa. Ni quiere. No es para menos. Hoy es su primer Día de la Madre. Por momentos habla como entrecortado. Cada recuerdo de lo que le costó tener a su bebita le cierra la garganta. Fue una larga espera con final feliz. Juana Natalia Asensio, primeriza a los 42 años, es la mamá de María Nicoletta, una muñequita de nueve meses que algún día sabrá la historia de cómo llegó al mundo. De cómo su mamá decidió que nada sería impedimento para que ella naciera.

El embarazo llegó después de muchos intentos y varias decepciones. De todas formas, hay que admitirlo, la búsqueda empezó "tarde", cuando Juana ya había pasado los 37, una barrera temible en términos de maternidad. La explicación que da es de lo más común en esta época. "Me casé a los 34. Y en los años siguientes prioricé mi carrera de Arquitectura, después vinieron viajes; tenía muchas actividades", cuenta, mientras su esposo, Bruno Cinellu, la escucha atentamente.

"Claro que me hubiera gustado tener hijos antes, pero no se dio. Empecé a pensar que algo malo pasaba. A los 38 quedé embarazada de mi primera bebé; se llamaba Raffaella. Al quinto mes de gestación empezaron las complicaciones. Dos meses después, me programaron una cesárea de urgencia. Pero no llegamos a tiempo. La bebé ya no estaba", relata. Su dolor nos contagia; nos moja los ojos. Al poco tiempo, Juana descubrió que tenía un problema: síndrome antifosfolipídico, lo cual le impedía tener hijos sin tratamiento. Con el diagnóstico comenzaba una nueva lucha que terminó el año pasado exitosamente. Tanto la peleó para ser madre que apenas tuvo a su bebé en brazos dejó todo para dedicarse exclusivamente a ella.

Miedos y sentimientos

"Sé que soy un tanto obsesiva; soy muy cuidadosa", reconoce. Tanta dedicación se refleja en el rostro de Nicoletta cuando mira a su mamá. Es puro amor. ¿Miedos? "Muchos, como los de cualquier mamá. Aunque algo tiene que ver con mi edad, no creo que mis temores y mis dudas sean las mismas que las de una chica de 20 años", cuenta. Compartir el tiempo con su pequeña es lo que más le gusta. "Con ella, todos los días es una fiesta", resume. Está viviendo un sueño.

Hay algo que ninguna madre quiere hacer: equivocarse. Otros miedos y sentimientos van variando de mujer a mujer. Especialmente porque cada vez se extiende más la brecha de la maternidad: mientras hay un alto porcentaje de madres adolescentes, la mayoría de las mujeres va corriendo la edad para dar a luz por primera vez. Al mismo tiempo, día a día aparecen nuevos casos de progenitoras que sobrepasan la barrera de los 40.

Cuando Marina vio la doble rayita en el test de embarazo que le dieron en un CAPS pensó que el mundo se le venía abajo. Fue imprevisto, "un poco deseado y otro poco no", admite la adolescente de 14, con la pequeña Romina en brazos -a punto de cumplir 24 horas de vida- y junto a su novio Martín, de 16. Se los ve contentos, un poco desorientados. Saben que la llegada de un hijo va a cambiar sus vidas. "Voy a tratar de seguir la escuela; tengo miedo de no ser buena mamá, pero mi madre prometió ayudarme", cuenta la joven antes de dejar la Maternidad y volver a su casa en el barrio Crucero Belgrano. "Nunca nadie me enseñó cómo cuidarme. Pero jamás pensé en no tener el bebé", resume.

A Luciana Acosta no se le cruzó ser madre antes de los 30 años. Fue primeriza a los 34. No es la única. Representa la creciente cantidad de mujeres que, en 10 años, ha priorizado la estabilidad laboral y el desarrollo profesional antes que ser mamá.

Luciana y su esposo, Federico, decidieron buscar a su primer hijo cuando ya estaba casi terminada su casa. Antes, la mujer, consciente de que un niño insume mucho tiempo, ya había obtenido su título de psicóloga e instalado su consultorio profesional. Tomás tiene 11 meses y ella se siente súper realizada. "El tiempo con él lo disfruto muchísimo. A esta edad, tomás tus propias decisiones y sos más consciente de lo que vivís", cuenta. Aunque admite que tiene muchos miedos: "de sobreprotegerlo mucho, de equivocarme en su crianza, de que le pase algo y yo no esté".

Se las ve soñando con una ecografía, con un tratamiento de fertilización o luchando para conseguir una adopción. Las hay adolescentes y maduras. Profesionales, estudiantes y amas de casa. Tal vez cambia el envase, pero no el contenido. Ellas sienten lo mismo: que llevan 100% amor para dar.

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