Testigo de un dulce y refinado pasado

Testigo de un dulce y refinado pasado

EL CHALET DE FIESTAS. La comuna comenzó a recuperarlo del deterioro. LA GACETA / FOTO DE  OSVALDO RIPOLL EL CHALET DE FIESTAS. La comuna comenzó a recuperarlo del deterioro. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
23 Septiembre 2011
Una vez que fue propietario del territorio que alguna vez habitaron los indios diaguitas singuiles, Hileret formó un sistema de colonias. Al comienzo eran cuatro, diseminadas estratégicamente por toda la estancia. Después llegaron a ser 18.

En el centro de la propiedad creó el ingenio y la ciudad de Santa Ana. Urbanizó esta última con canales, acequias, un acueducto, planificó las calles del pueblo anchas y arboladas, con especies de la zona y otras que hizo traer de su país. Construyó túneles de comunicación al estilo de los de Francia. Estos unían el chalet Nº 1, ubicado en el parque -era el de la familia- con el chalet Nº 2 -destinado a fiestas y huéspedes-, que hoy ocupa la Dirección de Cultura comunal, y otras dependencias del ingenio.

Los túneles tenía pisos de baldosas de mármol, y las paredes, nichos con estatuas de mármol o adornos de bronce y otros materiales lujosos. Ello le permitía a la familia comunicarse sin ser vista y aparecer en cualquier momento. También quedaban a resguardo de las alimañas y de los peligros. Al morir Hileret, los túneles fueron aprovechados para construir un exitoso cine, que tampoco hoy existe. "Acá el problema es cultural. No cuidamos lo que tenemos y muchos aún esperan que el Estado o capitales privados instalen otra fábrica para que así todo sea como antes. Ignoran que cada uno es artífice de su futuro", sentenció Javier Carrizo, estudiante universitario oriundo de Santa Ana.

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