El símbolo del poder económico de los Hileret

El símbolo del poder económico de los Hileret

El parque del ex ingenio todavía conserva su atractivo. Aunque ya no hay botes ni cisnes ni lagos aún abundan los árboles y plantas exóticas.

SECO. El lago, los cisnes y los pájaros ya no están. Son ecos de otro tiempo. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL SECO. El lago, los cisnes y los pájaros ya no están. Son ecos de otro tiempo. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
Sin dudas es un emblema del poder económico de Clodomiro Hileret, el visionario industrial -y también arquitecto, según el libro de la masonería en Argentina-. El singular y enigmático parque está ubicado entre las calles Pellegrini, Sarmiento y Belgrano, de Santa Ana, en diagonal al predio del ex ingenio. La atractiva y misteriosa superficie de dos hectáreas refleja las características de jardín paisajista del siglo XVIII y XIX. Es el espacio verde más importante de la localidad, y allí se realizan diversos eventos culturales y deportivos.

Cuentan los lugareños que cuando fue inaugurado ocupaba ocho hectáreas y contaba con varios lagos que contenían peces de diferentes colores. Incluso se podía navegar en botes de madera, a los que se accedía por medio de una gruta artificial de cuya cima emanaba agua, que caía en cascada.

Exóticas especies

En sendos invernaderos se cultivaban las orquídeas más hermosas; avenidas de limoneros dulces proveían de sombra a los numerosos paseos. Había y hay especies arbóreas y plantas exóticas. Entre ellas una que aún perdura y provoca en quienes la observan inexplicables temores: semeja un muñón negro, sin hojas, con una especie de globo verde oscuro en la punta, que florece una vez por año durante ocho días. También pájaros de diversas latitudes del planeta y numerosos cisnes habitaban el lugar.

Al ingresar al centenario parque, que fiel a los designios de la naturaleza se resiste terco al paso del tiempo y a la ausencia de la familia Hileret con su dulce y adinerado ingenio, pueden apreciarse las maravillosas especies autóctonas y del otro lado del mundo, dispuestas sabiamente por el famoso paisajista francés Carlos Tahys. Sí, el mismo que diseñó el parque 9 de Julio de nuestra capital y el Jardín Botánico de Buenos Aires, entre otros.

Próxima a un inmenso ficus bengahelense una losa sella la entrada a los túneles, que unía la casa de los Hileret -se incendió y fue saqueada- con la del administrador y la fábrica.

Desconcertante

Durante la visita de LA GACETA, la quietud de la siesta convocó al parque a los estudiantes en sus horas libres, a jóvenes desocupados jugando a la taba, a motociclistas temerarios, a una pareja que bebía cerveza y a uno que otro muchachote, sin rumbo, intentando inhalar alguna sustancia extraña, a la vista de todos. No había presencia policial en las cercanías.

Un sueño de María Luisa

"El parque fue un sueño de María Luisa, la única mujer de los tres hijos de don Clodomiro Hileret", contó Lucía Rosa Vázquez.

La inquieta docente destacó: "mi abuelo me contó que un día, como hacen todos los chicos cada mañana, María Luisa ingresó al dormitorio de sus padres y se metió en la cama grande para contarles el sueño tan lindo que había tenido. Ella estaba en un lago con peces de todo tipo y tamaño; un lugar provisto de barquitos, amarradero y una gruta, donde ella subía y bajaba con sus amigas. El espejo de agua estaba en el medio de un hermoso predio de árboles gigantes y de flores exóticas".

"Luego de describir su onírica visión, María Luisa se durmió. Y su papá le dijo a su esposa, Luisa Cayetana Dode, que para cumplir el sueño de su adorada hija debía inventarle un viaje a París. Así fue. Tal era la fortuna de don Clodomiro que pudo darle ese gusto. Al retornar María Luisa -extrañada por su larga estadía en la ?Ciudad Luz?- se encontró con el regalo del padre por sus 15 años. ¡Nada menos que el parque!", enfatizó Vázquez.

Hoy aún están los gigantes banyanes de la India y de Australia junto a tipas del monte tucumano, que se mezclan con inmensos ficus bengahelenses -de troncos llamativamente gruesos y de múltiples raíces a la vista- y tarcos de la zona. También se observan cipreses propios de los pantanos de América del Norte, palmeras canarias, pandó y de otros géneros, escasas flores y caminería nueva.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios