TV hot: el sexo escala por un caño que no tiene tope

Las escenas eróticas son cada vez más osadas porque la televisión no tiene escrúpulos para competir con el cine y con Internet

25 Agosto 2011
Atendeme.
Calentate.
Consumime.

No te vayas. No me cambies. Me desnudo más. Me enloquezco más. Puedo ser tan salvaje como sumisa. Sólo obedezco a la urgencia de complacerte. Al gusto de envolverte. A la ambición de venderme. Mis límites son los tuyos. Tentate. Exigíme. ¿Adónde quiero llegar? Adonde me pidas.

La televisión se desviste para suplicar. Se despoja de ropas y pudores, elude críticas y fundas, se tuesta en el verano infinito que habilita tangas eternas y polleritas que se miden en pulgadas. Su método no es nuevo, se sabe, pero parece registrar una escalada, un quién da más al que nadie se atreve a menguarle las fichas. Aquello que antes se buscaba en canales o programas deliberadamente eróticos, hoy se encuentra en los de aire. Las figuras empiezan a desnudarse a la noche y lo siguen haciendo hasta la tarde del día siguiente, cuando decenas de otras emisiones le sirven como espejo. El que mostraba sexualidad, la duplica. El que no, la incorpora. No hay tregua ni en los espacios publicitarios. La escalera en la que está montado el rojo vivo no encuentra jamás su techo.

El sexo es un anzuelo, admitió Pedro Arturo Gómez, docente de la carrera de Comunicación Social de la UNT. "Fue haciéndose cada vez más explícito, y está explotado como una mercancía que ha invadido diferentes tipos de productos. La televisión debe entenderse como una industria cultural que se rige por las reglas de la producción industrial: en este sentido, la sexualidad sirve para vender cualquier cosa", señaló, para luego destacar que el 90% de lo que se muestra está relacionado con el cuerpo femenino. Lo que podría entenderse como sexismo, aunque también es cierto que la exhibición del lado masculino ha ido creciendo a lo largo del tiempo.

El desfile de curvas que centraliza ShowMatch es lo primero que ocupa la cabeza al aludir a la pantalla hot, pero lo cierto es que la desnudez y la intimidad laten en varios programas, incluso en aquellos -como las novelas o algunos clásicos- que hasta hace poco no las incluían. "Lo sexual es un condimento, un aderezo. Por eso la ficción ha ido ganando en lo explícito y en la demostración de lo erótico. En algunos casos es saludable, porque se muestra tanto el amor heterosexual como el homosexual, pero a veces también se puede pensar que es usado como herramienta para potenciar el efecto comercial. También los realitys shows son un ejemplo de esto", resaltó.

No hay límites

Gustavo Caro, comunicador y docente de la Escuela de Cine de la UNT, coincide en que el erotismo se vuelve mercancía dentro de las fronteras de la televisión. "En el contexto de una novela no está fuera de lugar porque el sexo forma parte del amor, pero es verdad que ahora se muestra en mayor cantidad. En este sentido, la televisión se anima a representar escenas que antes eran propiedad del cine y que este último puede exhibir más porque se ve en salas que tienen ciertas restricciones. Tal vez la lógica que rige a quienes explotan el erotismo es que si ciertas representaciones se ven en los canales de películas -que plantean con más libertad el sexo y la violencia, y con los cuales deben competir- porqué no podrían incorporarlo el resto de las emisiones. También se puede pensar que si Marcelo Tinelli o las bailantas cruzan la frontera del conservadurismo, por qué la ficción no tendría derecho a lo mismo", comentó.

¿Hay un límite? Según Caro, parecería que no. "En el futuro se puede hacer cualquier cosa y no sólo relativa al sexo, sino también explotando el dolor en los realitys, por ejemplo, o buscando el morbo en los noticieros. A esto hay que sumarle la amplitud que significa Internet, en el que se difunde desde ficción hasta videos caseros eróticos, y que hasta incluye la comunicación interpersonal. Esto hace que se amplifiquen los contenidos de la competencia, que aparentemente no tienen tope", expresó.

Gómez, en tanto, destacó que el límite lo pondrá la lógica de lo mercantil, es decir que se mostrará lo que se venda. "Los medios no inventan nada por sí mismos, sino que van tramando consensos con valores, percepciones y creencias que están en vigencia en la sociedad -sostuvo-. Si poner la pantalla cada vez más al rojo vivo produce más audiencia, entonces esta fórmula se mecaniza, se estandariza y, por último, se banaliza. El erotismo vende y vendió siempre: como bien lo demostró el psicoanálisis, hay dos núcleos fuertes en la vida de un hombre, el sexo y el dinero, y la conjunción perfecta de ambos puede verse en la publicidad y en la industria audiovisual".

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