Ruta de sol, altura y promesas de sabores

Ruta de sol, altura y promesas de sabores

En el valle opaco del invierno, los edificios de las bodegas impactan y los campos sembrados con vides anticipan la experiencia sensorial que sólo puede generar el vino. Junto al tramo tucumano de la ruta 40, tres bodegas producen bebidas de calidad que llevan impreso el sello inconfundible que les otorga la altura de los viñedos. Video

23 Junio 2011
Por pasión, por herencia, por el deseo de cumplir un sueño o por desarrollar un negocio con perspectivas de crecimiento. Cualquiera haya sido la motivación que impulsó a los bodegueros a desarrollar vinos en la provincia, lo importante es que los frutos del terroir tucumano recorren el país (y Estados Unidos) transmitiendo las promesas del sol, del suelo y del aire que les dan vida a las viñas de altura.

El tramo provincial de la ruta 40 es una especie de columna vertebral de las bodegas tucumanas. Junto a ella se encuentran los tres establecimiento que actualmente producen vinos en la provincia: Bodega Posse, Las arcas de Tolombón y Chico Zossi. Las hectáreas de sus fincas están sembradas con viñedos de torrontés, de malbec y de cabernet sauvignon; en menor medida, con pinot noir, petit verdot, tannat, sauvignon blanc, merlot y cabernet franc.

Si bien históricamente en Tucumán se produjeron vinos, recién ahora es perceptible la apuesta por la calidad y la intención de llevarlos a todo el país y, en cuanto sea posible, al mundo.

¿Y de qué manera se los puede definir? "Las características son similares a los que se producen en todo el Valle Calchaquí; el suelo es muy bueno y el clima genera vinos con mucho cuerpo, color intenso y de muy buena calidad", describe Mario Patriarca, gerente de Bodega Posse. Además, poseen una graduación alcohólica de entre 14 y 15 grados, superior a los de Cuyo, expresa Baltazar Chico Zossi, propietario de Chico Zossi. "Los blancos son frutados y los tintos, intensos", agrega Alejandra Savietto, encargada de laboratorio de Las arcas de Tolombón.

Más allá del paisaje, el tramo tucumano de la ruta 40 sorprende de varias maneras: los edificios de las bodegas se levantan imponentes en medio del valle opaco del invierno; zonas de campo que antes era monte ralo hoy están cubiertas por los viñedos, y la tecnología aplicada a la producción, conjugada con un suelo y con un clima únicos, se convierten en la mejor promesa de sabores.

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