Un amante de la política y a la vez el peor paciente

Un amante de la política y a la vez el peor paciente

El legislador es trasplantado y tuvo un infarto.

21 Mayo 2011
"Creo que me estoy por infartar de nuevo", dice apenas arranca la charla con LA GACETA. El que habla es el legislador Roberto Palina (Partido de los Trabajadores). En plena campaña para renovar su banca, el nivel de estrés político que posee es altísimo, según él mismo reconoce.

Mientras fluye la entrevista cumple sus funciones en la obra social de la Fotia. "También soy dirigente del sindicato. Ya sé que es demasiado para un solo hombre, que además ha sido trasplantado y ha sufrido un infarto hace tres años", detalla como si estuviera hablando de otro ser humano. Pero es él. El paro cardíaco lo sorprendió cuando había terminado una campaña. "La verdad es que todos los médicos me retan y después directamente me abandonan", cuenta, resignado. "La culpa es mía. Me cuesta controlarme. Tuve un trasplante renal y debo hacer dieta, ejercicios, evitar grandes tensiones. Hago muy poco para llevar una vida sana", detalla Palina, que vive en Concepción y viaja todos los días a la capital. En ese trayecto toma la medicación diaria: 22 pastillas.

Este padre de seis hijos se describe como "un amante de la política y a la vez el peor paciente". "En general los políticos sufrimos muchos de los factores de riesgo y pocos somos obedientes de las premisas para llevar una vida sana. Sé que tengo que bajar un cambio. Es mi objetivo para cuando terminen las elecciones. Ya ni siquiera puedo estar parado mucho tiempo y tengo las defensas bajas. Hace poco tuve que ser internado por una úlcera", explica.

Nunca hizo terapia, aunque asegura que los médicos le indicaron pasar por el diván para "bajar un cambio" si es que quiere seguir en el ruedo.

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