Una vieja amenaza, reeditada por un nuevo encuentro

Una vieja amenaza, reeditada por un nuevo encuentro

Había recibido un ultimátum hace tres años.

25 Marzo 2011
El despecho. La ira de un hombre derrotado. Un inescrupuloso con sed de venganza que sería capaz de todo con tal de calmar su ego dolido. ¿Pudo alguien impulsado por el rencor haber perpetrado o haber instigado el crimen de Pablo Alberto Aiziczon?

Extraoficialmente, allegados y familiares le aseguraron a la Policía que no tienen conocimiento sobre alguna relación paralela que pudiera haber tenido la víctima recientemente. Él, incluso, desde hace dos años está en pareja con Virginia Marcolongo, con quien convive en un departamento céntrico. Sin embargo, los investigadores no descartan que algún viejo resentimiento hubiera motivado el terrible homicidio.

Una versión los guiaba hacia esta hipótesis, y una serie de datos le daba firmeza. Hace unos tres años, narraron desde su entorno, a Pablo Aiziczon lo citaron en un bar. Era el hombre engañado. Con él estaba su esposa. Según se supo, al profesor de tenis le dieron el claro mensaje de que el desliz le costaría caro. "No volvió a pasar nada", dicen. Incluso la Policía en estas horas llegó a identificar a ese hombre, aunque no lo citaron.

El reencuentro

Sin embargo, Aiziczon habría vuelto a ver a esta mujer durante el recital de Sabina. Según los comentarios de una persona allegada a la víctima, esa noche ella se acercó hacia la barra donde se encontraba el profesor de tenis y se saludaron.

No se sabe si quedaron en encontrarse nuevamente, pero la idea de que revivieron el viejo romance, o de que el marido celoso se enteró de ese encuentro en el anfiteatro Monumental, acaso fue el disparador del cumplimiento de la amenaza de hace tres años.

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