¡Salta Buenos Aires!

¡Salta Buenos Aires!

Más de 45.000 personas asistieron al Personal Pop, un show impactante que marcó la despedida del país de Shakira. Con sus contoneos la colombiana devoró al público en Puerto Madero

07 Marzo 2011
Por Gabriela Baigorrí - Redacción LA GACETA
Enviada especial

Una grilla heterogénea conformó a un público heterogéneo en el Personal Pop Festival. Pero hubo una sola estrella: Shakira. Si bien Vicentico y Ziggy Marley congregaron a un buen número de simpatizantes, el estadio se colmó recién 20 minutos antes de que la colombiana pisara el escenario.
El encargado de iniciar la previa fue Vicentico. El ex cantante de los Fabulosos Cadillacs acompañó al público desde las 19 y durante menos de una hora. Cumplió con un espectáculo justo y necesario.
Más delgado y prolijo que lo habitual, Vicentico encaró a la audiencia y le enrostró que no lo dejaran usar la pasarela "reservada para los grosos", según acusó en broma.
No hubo bises ni demasiadas pretensiones: Vicentico sabía cuál era su papel. Además, en tono de chanza, hizo a las mujeres "entrar en calor" y mover las caderas como preludio de las exigencias para los bailes con aires árabes de Shakira. Un repertorio que atravesó su carrera entusiasmó al público. Hizo reír, bailar y divirtió. Arrancó con "Ya no te quiero" y "Cobarde"; enamoró con "Si me dejan", "Morir a tu lado" y "Sólo un momento" y entretuvo con "Las Manos", "Los caminos de la vida" y "Tiburón".
Luego, Jamaica tomó el escenario. Con jeans gastados y remeras de colores brillantes, Ziggy Marley y su banda cambiaron el clima. Si bien los espectadores se bambolearon con el reggae, la euforia dejada por los últimos temas de Vicentico se aplacó. Y claro, la sencilla y perfecta puesta del sol salpicada apenas por unas nubes rosadas, contribuyó.
Poseído por la música, el intérprete de rastas larguísimas, trajo al mítico Bob al Festival. Interpretó "Tomorrow people", "Look who?s dancing", "Justice", "Black cat", "True to myself", "Is this love" y "Love is my religion".
Tras su show, también escueto y suficiente, apareció en escena la fanaticada de Shakira, claramente identificable: niñas, adolescentes y mujeres jóvenes. Remeras, vinchas y banderas.

Delirio

Cuando se apagaron las luces se encendió el delirio. Como un predador que encanta a sus presas, ella inició el show con una suave versión de "Pienso en ti". Saliendo de entre la gente (por el medio de la pasarela valladísima y una decena de guardaespaldas) embobó a los espectadores con su melodía, sus besos a las fans y su inocente túnica rosa. Al llegar a la tarima Shakira se arrancó el vestuario y comenzó con sus contoneos, amparados en una calza y una musculosa que dejaban poco para la imaginación. Listo. En ese preciso instante saltó del escenario y se devoró al público.
Durante casi dos horas la multitud fue suya, e inclusive hizo temblar el piso cada vez que ordenó "¡Jump! ¡Salta Buenos Aires!".
Su espectáculo, milimétricamente planeado, fue prácticamente el mismo que en Salta y en Córdoba. Cantó sus éxitos, sus nuevas canciones y algunos covers.
Fue capaz de decir "soy loca con mi tigre" ("Loca") o "mis aullidos son el llamado, yo quiero un lobo domesticado" ("Loba") y luego redimirse con sus temas lentos, guitarra o armónica en mano. Como alquimista, mezcló baile con su voz y fue una panacea para sus admiradores. Llenó a todos: agradó a las madres, enloqueció a las hijas y enamoró a los hombres.
Por supuesto, el popular cierre para dejar a todos bailando fue con "Hips don?t lie" y "Waka Waka".

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